“La historia china de los últimos años es una historia de contradicciones”, Pablo Rovetta Dubinsky sinólogo uruguayo

In by Andrea Pira

Pablo Rovetta Dubinsky llegó a China en el 75 y desde entonces ha estado relacionado con este país. Había comenzado a estar interesado en China antés, a través de la librería Nativa Libros que su padre tenía en Montevideo. Después de graduarse en Qinghua, trabajó en la Delegación de la Agencia EFE en China, en la Oficina Comercial de la Embajada de España en China, y como responsable de la Oficina de la empresa Técnicas Reunidas en China. Es uno de los latinoamericanos que más conoce el país.


De niño, Pablo Rovetta Dubinsky hojeaba en la librería de su padre, “Nativa Libros”, de Montevideo, la revista “China Hoy” o “China Reconstruye”, o leía cuentos y leyendas infantiles chinos como “El viejo tonto que removió las montañas”. Entre los miles y miles de volumenes y más volumenes las manos del niño buscaban aquellas publicaciones que tuvieran alguna relación con China.

Más tarde pasó a leer Pekín Informa en donde se leían cosas como “Un partido disciplinado, pertrechado con la teoría marxista-leninista y que practica la autocrítica y se mantiene ligado a las masas populares; un ejército dirigido por tal Partido; un frente único de todas las clases revolucionarias y grupos revolucionarios dirigido por tal Partido: éstas son las tres armas principales con que hemos derrotado al enemigo” o “Debemos tener confianza en las masas, debemos tener confianza en el Partido. Estos son dos principios fundamentales. Si dudamos de ellos, nada podremos cumplir”.

Todas las ideas e imaginaciones que le disparaban aquellas lecturas se materializarían en un lugar en julio de 1975. Julio de 1975, Muhammad Ali daba las puntadas finales a su victoria frente a Joe Bugner para conseguir el titulo máximo y consolidar su leyenda, el Apollo 18 volvía a tierra, Cabo Verde conseguía su independencia luego de 500 años de dominio portugués, arqueólogos chinos descubrían vestigios de 6.000 estatuas de guerreros de arcilla que databan de 221 aC, en medio de una lluvia y un calor espeso el niño que leía sobre China desembarcaba en Beijíng.

Bajaba las escaleras del DC-8 de Swissair mientras miraba un retrato de Mao en la terminal del aeropuerto. Eran las siete y media pero ya era de noche, y el viaje hasta el Hotel de la Amistad, fue en un auto soviético, con cortinas en las ventanas, en medio de una carretera muy oscura, con un conductor con guantes blancos que no dejó de tocar la bocina hasta que llegaron al destino final. Desde entonces -desde mucho antes- su vida ha estado ligada a este país: pasó por dos universidades, trabajó como intérprete y traductor para Ediciones en Lenguas Extranjeras, en la Agencia de Prensa EFE, en la Oficina Comercial de la Embajada de España, en empresas privadas.

¿Cuáles fueron sus impresiones cuando llegó a China por primera vez en 1975?

Fueron tantas y tan fuertes las impresiones cuando llegué a China que podría extenderme de forma casi infinita. Hay que situarse, para intentar comprenderlo mejor, en lo que era el mundo en 1975, y en lo que era China en 1975; y en que yo venía del otro lado de la Tierra, nunca mejor dicho, del Sur al Norte, del Oeste al Este, del invierno al verano.

Me impresionó todo, todo era diferente, “raro”, interesante, “alucinante”. Me impresionó la Plaza de Tiananmen; la cantidad de gente que había en la ciudad, cómo se vestían y qué peinados llevaban (las mujeres, por ejemplo, el pelo corto si eran casadas y trenzas si eran solteras), los termos gigantes de agua caliente que nos ponían en la puerta de la casa, el tráfico –no sólo por los miles de bicicletas, sino por los carros tirados por caballos, y otros vehículos de carga que llevaban desde patos hasta cerdos-, los autobuses con altavoces para gritarle a los conductores y al público, los desayunos de los chinos –que eran verdaderas comidas-, que le pusieran azúcar al tomate, los cupones para pagar la comida, que la gente nos mirara tanto y que me arrancaran los vellos de los brazos, la nieve (en Beijing fue la primera vez que vi nevar en mi vida), los trenes gigantescos, las manifestaciones para celebrar la caída de Deng Xiaoping en Abril de 1976, el terremoto de Tangshan que afectó a la capital china y nos tuvo meses viviendo en tiendas de campaña, la muerte de Zhou Enlai, la muerte de Mao Zedong, las manifestaciones para celebrar la caída de la “Banda de los 4". Llegar a China entonces era como un niño que nace y todos los días va descubriendo, desde cero, cosas diferentes.

En su blog habla de una gran variedad de temas, ¿cómo los elige?

Efectivamente los temas del blog son variados, como son variados los pensamientos, historias y experiencias que he tenido y sigo teniendo con China. Mi vida ha sido muy variada en China, tanto en lo profesional como en lo personal. Las entradas al blog reflejan, creo, esa variedad. Muchas veces las elijo coincidiendo con fechas especiales (como con la muerte de Mao, la muerte de Zhou Enlai…), fiestas especiales (el año nuevo chino), fenómenos nuevos (como con la influencia de los métodos modernos de comunicación y transmisión de datos en el idioma escrito; las nuevas jornadas laborales), recuerdos de fenómenos ya pasados y que no existen en la China de hoy (el invierno de Beijing y las coles chinas). En otros casos reflejo cosas que leo en la prensa (por ejemplo la referencia a Norman Bethune, el canadiense que, tras luchar en la Guerra Civil española viajó a China y participó en la Guerra Anti japonesa), o acontecimientos como el reciente premio a María Lecea, una de las pioneras de la enseñanza del español en China.


Pablo Rovetta Dubinsky con el profesor Zhu Manting, del Instituto
de lenguas de Beijing, durante jornadas de trabajo en una fábrica
dentro del programa de “Escuela de Puertas Abiertas”.

¿Alguna vez ha sufrido la censura que ejerce el gobierno chino sobre los medios de prensa?

Quizás la pregunta no se ajusta a mi situación, ya que no soy un periodista. En los años que estuve en EFE a mediados de los años 80 escribí sobre muchos temas y nunca tuve problemas. Ahora tengo un blog en español, una cuenta en chino en Weibo y un blog en chino (aunque últimamente no estoy muy “activo” con estos dos).

Sí me gustaría recordar, en especial para los jóvenes, que si bien China hoy “está de moda”, hubo, no hace mucho tiempo atrás, una época en la cual se tenía que pagar un precio muy caro por ser amigo de China. Hay infinidad de ejemplos de ello, sobretodo en América Latina. En nuestro caso particular la librería que mi padre tenía en Montevideo fue atacada dos veces por grupos paramilitares y luego él y nuestra familia fuimos perseguidos por los militares uruguayos primero, y más tarde en Argentina, por el “delito” de distribuir publicaciones chinas. Ese fue el sufrimiento de mi familia y el mío –otros no pudieron llegar a contarlo- del que por cierto hasta ahora no hemos recibido ni una disculpa ni una reparación por lo menos moral.

¿En que sector le parece que son mas favorables las relaciones China-America Latina?

No soy un experto en el tema. Como observador constato el hecho evidente de que China se ha transformado en los últimos años en uno de los principales socios comerciales e inversor en América Latina. En particular, en sectores como la energía, los minerales, los alimentos, la demanda china representó un estímulo para las exportaciones de muchos países de la región.

También las exportaciones chinas a la región son importantes. Sólo como un ejemplo, acabo de llegar de Montevideo y he comprobado con asombro el gran número de automóviles chinos que hay en las calles. Pienso que en el futuro sectores como el turismo chino a América Latina, las exportaciones a China de productos de alimentación tradicionales, la competencia con Europa en la venta de vinos, otras bebidas alcohólicas y alimentación, o la cooperación científica en temas relacionados con la agricultura y ganadería podrían ser de interés para ambas partes. El turismo, en particular, es un sector con muchas posibilidades que exige, en mi modesta opinión, una coordinación regional que permita al turista chino visitar varios países en un viaje a la región.

¿Qué consejo le daría  un empresario latinoamericano que quiere hacer negocios con China?

No me considero una persona que pueda dar “consejos” a otros, y menos aún a un empresario latinoamericano que quiera hacer negocios con China. Sí puedo comentar que no es imposible triunfar en el mercado chino, ni es algo tan fácil que se pueda aprender en un curso o en un manual. El mercado chino tiene sus particularidades, como cualquier otro mercado. En unos aspectos será más difícil, y en otros más fáciles, aunque partimos de la base de que no hay mercados fáciles.

Me atrevería a comentar cosas que pueden resultar obvias como por ejemplo que hay que trabajar con seriedad, ir bien preparado, no trabajar con una mentalidad a corto plazo, olvidarse de los negocios “fáciles”, tener en cuenta que los costes son grandes y los plazos largos. Hay dos particularidades, para mí, importantes. En primer lugar que las cosas cambian muy rápido en China (“todo”, la legislación, los gustos, los precios) a tal punto que cualquier guía de negocios puede quedar obsoleta en menos de seis meses. En segundo lugar que la competencia (china y extranjera) es muy dura y, salvo excepciones, ya todos los sectores están instalados o intentando instalarse. Por ello, creo que es siempre útil y necesario estudiar qué hace en China la competencia tradicional del empresario que quiere acercarse a ese mercado, y qué es lo que hace China en ese sector.



¿Cuál es su apreciación del accionar de Xi Jinping en su primer año como presidente?

Una de las cosas que he aprendido, no sé si acertadamente o no, es que hace falta mucho tiempo y muchos análisis para sacar conclusiones sobre dirigentes o políticas de China. Desde 1975 hasta ahora he sido testigo de todas las generaciones de dirigentes que gobernaron el país desde el establecimiento de la República Popular. He visto caídas como la última de Deng Xiaoping en abril de 1976, y su posterior transformación como “hombre fuerte” del país; he visto las críticas que se realizaron a Hu Yaobang; la caída de Zhao Ziyang hace 25 años; la llegada al poder de un “desconocido” Hua Guofeng y su paulatina desaparición de la vida política del país. Hay infinidad de episodios de la República Popular que aún no están claros, que no tienen aún respuesta, o sobre los cuales aún no hay una conclusión “oficial”. Detrás de cada discurso, detrás de cada medida, detrás de cada movimiento de Xi Jinping, como en el caso de sus antecesores, hay connotaciones y significados muy difíciles de comprender. Para mí sería muy fácil decir, con la ayuda del “South China Morning Post” que Xi Jinping ha emprendido una dura campaña contra la corrupción y el despilfarro, que su modelo económico es bueno porque pone el acento en la “calidad” del crecimiento del PIB, que va a promover esto y luchar contra aquello.

Es “fácil” sacar una conclusión directa basándose en discursos, frases y acciones. Lo difícil es intentar saber qué está ocurriendo de verdad y eso a veces lleva años o décadas llegar a comprenderlo. Los cambios, lo que está ocurriendo, a veces se aprecian mejor viendo otros detalles, como por ejemplo en lo relacionado con la cultura y el arte (no nos olvidemos que el movimiento político más importante, de la República Popular, se llamó Revolución “Cultural” y muchos de los movimientos políticos en China han tenido detrás clásicos de la literatura –como “A la orilla del agua”- obras de teatro y películas) Si aún no están resueltos muchos hechos y muchas acciones de China y sus dirigentes en las últimas décadas, creo que es muy pronto para apreciar objetivamente el primer año de Xi Jinping como Presidente.

¿Cuál es su apreciación de los conflictos de China con las regiones autónomas como Xinjiang o Tibet?

En mi opinión no podemos hablar de conflictos de China con esas regiones autónomas, ya que ambas son parte de China. Sí ha habido y hay conflictos en esas regiones. Tanto en el caso de Xinjiang como en el del Tíbet se juntan elementos históricos, culturales, religiosos, de contradicciones internas en las altas esferas y de geopolítica internacional. No tengo elementos suficientes ni he estudiado en profundidad estos dos temas como para dar una apreciación. Como en casi todo lo relacionado con China, en teoría los temas son “fáciles” para entender y explicar: 1 + 1 es igual a 2. En la práctica, todo es mucho más complejo. Sin ir muy atrás en la historia, y sin querer establecer paralelismos, vemos que los fenómenos de las nacionalidades, la religión, las etnias, la identidad, han sido y son causas de complicados conflictos, muchas veces manipulados desde otros países. Los ejemplos serían ilimitados pero podemos recordar lo que pasó no hace muchos años en la antigua Yugoslavia y parte de Europa Oriental, lo que está pasando en Ucrania y la región, sin mencionar los continuos conflictos en África o incluso las tensiones que existen en algunos países de la misma Europa Occidental.

¿Qué consejos le daría a alguien que quiere conocer y mantenerse bien informado sobre China?

Perdón por repetirme tanto pero no creo estar en una posición de dar “consejos”, sino opiniones. Como en muchos aspectos de la vida actual, Internet es una gran ventaja para conocer y mantenerse bien informado sobre China, y paradójicamente, es una traba para ello. Ahora, con Internet, se puede escribir en una hora un artículo sobre los osos pandas. Cuando no existía internet, había que leer, buscar información en enciclopedias y libros de referencia, entrevistar a especialistas, para escribir ese mismo artículo y eso llevaba días de trabajo.

En relación con China, las fuentes de información son tantas (lo cual no quiere decir que todas sean buenas) y el proceso es tan rápido, que muchas veces se puede caer en el error de no leer libros, de no leer los informes oficiales, de no leer artículos/estudios de interés. Yo intento, en primer lugar, ir a las fuentes oficiales (China Daily, Global Times, Xinhua, el Diario del Pueblo, etc.) y en mi caso concreto en chino y en inglés. Conozco, y respeto, a gente que dice que no lee esas fuentes porque son “propaganda”. Yo intento leer esas fuentes para conocer precisamente la posición oficial de China sobre muchos temas de política nacional e internacional; y, lo que es más importante, para intentar leer “entrelíneas”, ver cómo se titula, dónde va la foto o la noticia, algo fundamental para comprender China.

Eso, junto con la televisión y la radio, que veo y escucho cuando estoy en China, me “da una idea” –no sé si equivocada o no- de por dónde y cómo se mueven las cosas. Otra fuente importante de información y de ver “cómo están las cosas” son las redes sociales, en especial Weibo, aunque para ello hay que leer en chino. Hay infinidad de portales de internet, blogs, “newsletter” sobre China, en español y en inglés. Cada uno puede tener su preferencia, dependiendo de los gustos y del interés particular. Lo que está claro es que no se puede leer todo. Para mi gusto una “cartera de lectura” sobre China debería incluir una parte de fuentes oficiales, otra de relaciones entre China y el mundo de habla hispana, y otra de fuentes más internacionales- China-Files figura, en mi caso, en esta “cartera de fuentes de información”. Las fuentes pueden variar dependiendo si el interés es general o sobre política, economía, cultural, idioma, etc.

Por último, Twitter, en mi caso, es una manera muy útil y rápida de llegar a artículos buenos e interesantes, dependiendo obviamente de a quién se siga (tanto personas como órganos de prensa/instituciones, etc.) evitándose así horas de “navegación”.

Usted vive entre China y Madrid ¿Le parece que la idea que se tiene de China está cambiando en España?

Creo que ha cambiado la idea que se tiene de los ciudadanos chinos en España. Antes se los relacionaba con los restaurantes chinos, con las tiendas de “todo a 100” abiertas durante muchas horas todos los días de la semana y con la llamada “mafia china”. Ahora se les está empezando a ver como turistas con alto poder adquisitivo y como posibles inversores en el sector inmobiliario. Sin embargo, en mi opinión sigue habiendo un desconocimiento general sobre China en España y, lo que es peor, una falta de interés en general, a todos los niveles. Ahora se habla más que antes sobre China, se escribe más, hay cada vez más instituciones e iniciativas para el acercamiento a China, pero los temas sobre el país asiático se tratan, con contadas excepciones, de forma superficial, poco seria, anecdótica y hasta humorística. Al mismo tiempo existe una especie de competencia sobre quiénes son los que saben más de China o los que son mejores amigos de China, lo cual en opinión es un obstáculo para un intercambio de ideas productivo, para acciones conjuntas que contribuyan a mejorar ese conocimiento.

Un ejemplo claro de esa falta de interés es que aún se siguen escribiendo mal los nombres de personas y de ciudades de China. Shanghai aparece escrito de tres formas diferentes en la prensa y en documentos oficiales de España, una de ellas la “españolizada” forma Shanghái que es la que aprueba el “Diccionario panhispánico de dudas”. Ese criterio, sin embargo, no se usa para Tianjin, que debería ser escrito Tianjín según esa misma norma. No entiendo por qué si en todas las carreteras, anuncios y prensa de España se escribe ahora “A Coruña”, en lugar de “La Coruña”; no se puede escribir Shanghai o Beijing como se hace en los países anglosajones.

China se maneja con corrientes de pensamiento muchas veces contradictorios -Maoismo, capitalismo, confucianismo- ¿cómo se resuelve esa contradicción?

La historia de China en los últimos años -cómo mínimo en los últimos 100 años- es una historia de “contradicciones”. El Guomindang (Kuomintang) fue apoyado durante años por la Unión Soviética; la revolución de Mao, basada en levantamientos campesinos y en el desarrollo de bases en el campo fue una “contradicción” con la línea impulsada por la URSS y la Internacional Comunista que era partidaria de un modelo basado en levantamientos de obreros en las ciudades; en la Revolución Cultural, y mientras Mao llamaba a luchar contra el “imperialismo norteamericano”, recibía a Nixon en 1972 e impulsaba un acercamiento con Washington que había empezado un año antes; la política exterior china podría también ser clasificada como de “contradictoria” ya que sus dirigentes viajan y reciben con igual entusiasmo a los gobernantes de Washington o de La Habana. Estas “contradicciones” son lo que los dirigentes chinos vienen definiendo desde hace años como “características chinas”.

Muchas medidas que se atribuyen al Maoismo en Occidente son en realidad parte de la cultura e historia China y de la región. (Para empezar por ejemplo por el mal llamado “traje Mao”, un traje que ya se usaba en China y otros países de Asia antes de que Mao llegara a dirigir el Partido Comunista). Dentro del alto grado de pragmatismo que ha rodeado y rodea gran parte de las decisiones de la clase política china, se parte de la base, o se piensa -acertada o erróneamente- que todo aquello que sea útil para China en un determinado momento de su historia se usa, se aplica, se adapta; venga de “afuera” (el marxismo, el socialismo, el capitalismo…) o venga de “adentro” (el confucionismo, algunas obras de la literatura clásica….). Esto es así en su política exterior, en su política económica y social, en todos los aspectos de su vida.


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