Tacos a la panda: El hermano mayor que rehúsa revisarle la tarea a sus hermanitos tropicosos

In by Andrea Pira

Aparentemente, la relación entre China y América Latina avanza cada vez más hacia un vínculo estratégico que proporciona beneficios mutuos. China es en un socio comercial clave para la región, sin embargo, Latinoamérica necesita repensar sus estrategias globales. Sí, es un título poco serio, pero, como siempre, haré lo posible por darle sentido. El pasado viernes, 5 de junio, tuve la oportunidad de asistir a la conferencia y presentación del más reciente libro del Profesor Enrique Dussel, “Trade Relations and Investment between Guatemala and China”, acompañado de panelistas especializados en el tema de Latinoamérica.

Hablar de la relación entre Guatemala y China tal vez no se escuche muy impactante o trascendente. Guatemala, en definitiva, y por mucho, no juega un rol importante en la región o en la relación Latinoamérica y China. Sin embargo, el Profesor Dussel toma este caso para extrapolarlo a toda la región y nos enseña una triste realidad: todos los países de la región estamos en la misma posición. Todos tenemos una balanza comercial dispar (Guatemala siendo de los peores casos y Brasil el “mejor librado”) y todos están con la misma retórica de “ha llegado el momento de despertar, iniciar un dialogo y armar una agenda”. Esta es una realidad que a mí ya no me da tristeza, sino que me hace sentir en una película de terror donde el mismo día se repite una y otra y otra vez.

¿Brasil no tiene una agenda? ¿México no tiene una agenda? Se estarán preguntando sarcásticamente algunos de ustedes, pero todo apunta a que es cierto. Hay un diálogo, hay inversiones y hay tratados de libre comercio, pero no hay nada en términos de estrategias, integración y cooperación. Al menos cuando le pregunté a la representante de la Embajada de Brasil, quien era uno de los panelistas, sobre esto no tuvo una respuesta. Cuando le hice la misma pregunta al Profesor Dussel durante la cena, me dijo: “…en el gobierno de México no hay nadie con quien hablar de China. No hay una oficina, no hay en las Secretarías un responsable del tema, el responsable de las relaciones de Asia y el Pacífico en la Cámara de Senadores no tiene idea del tema”. Piensen ustedes por un momento, cuántos titulares han visto en sus periódicos y noticieros donde se habla de “reforzar el diálogo con China” o “ya es momento de actuar”. Que yo recuerde, cuando menos lo que lleva el milenio, sino es que más. Puede que los tres estemos equivocados, pero en este momento no recuerdo que hayan anunciado un centro de investigación del Amazonas China-*inserte aquí país de su preferencia* o que ya esté operando el “thinktank” sobre economía China-Latinoamérica, ni que hayan puesto la primera piedra del Centro Aeroespacial China APEC.

En vez de eso, nuestros gobiernos firman tratados de libre comercio, eliminan aranceles y lo hacen ver como triunfos magistrales y avances a pasos agigantados. Se reciben inversiones para construir desde hidroeléctricas hasta estadios de fútbol. Lo único que hacen estas acciones es reafirmar la posición de ambas partes: tú me das insumos, yo te vendo productos terminados, con lo que se afianza, no solo la disparidad de las balanzas comerciales, sino también una disparidad en la “balanza tecnológica”. Latinoamérica manda un mínimo de productos terminados y de cierto nivel tecnológico, mientras que recibe en su mayoría este tipo de productos, siendo la mayoría productos terminados, más que componentes de una cadena de valor. En resumen, nuestros países llevan 20 años haciendo negocios fáciles, “low hanging fruit” como se dice en economía, con la eterna promesa de “ahora sí mañana le llamo a los chinos para ver que hacemos juntos”.

Aquí sale la siguiente pregunta: ¿Dónde entra China en esta situación? ¿Qué tanto le afecta y por qué debería interesarle la forma en que Latinoamérica pospone acciones nuevas y prefiere quedarse en diálogos, tratados e inversiones? La respuesta del Profesor Dussel, y coincido enormemente, es simple: China debería estar muy preocupada al respecto, ya que de continuar con esta situación, esta disparidad en las balanzas comercial y tecnológica se volverá insostenible en un futuro. Llegará un momento de saturación, en donde China no necesitará tantos insumos (que ya está pasando) y que Latinoamérica ya no pueda comprar ni un muñequito más “Made in China”. Lo más curioso es que hay una buena cantidad de casos en donde podemos ver que en cuanto China ve un camino insostenible, aplica su única constante: el cambio. Hace lo necesario dentro y fuera de su gobierno para corregir el rumbo a algo que tenga más sentido en el mediano y largo plazo.

En vez de eso, China sigue jugando el juego de Latinoamérica: se sientan a dialogar, disfrutan del banquete y del espectáculo de danza regional y se abrazan todos a la hora de la foto. Los tratados e inversiones afianzan su hegemonía, su posición en el corto plazo y enormes ventas para sus empresas. ¿Para qué cambiar lo que funciona? Prefieren seguirle el juego a estos países “tropicosos”, como los etiqueta el Profesor Dussel, como si fueran los “hermanos menores” que prefieren jugar en vez de hacer su tarea.

Sin embargo, pareciera que en China olvidan que su éxito fue resultado de su constante cambio, por lo que necesitan cambiar. China probablemente respondería a este comentario con “estamos listos a cambiar en el momento que ellos quieran”. Pero eso no es suficiente. Como socio comercial, como alguien mucho mas diestro en los temas económicos, como una de las fuerzas principales de este planeta, como alguien que ya interviene en las acciones y decisiones de otros países, China debe dar el paso adelante y mostrar su responsabilidad de “hermano mayor” y proponer los cambios. No se trata de poner una hidroeléctrica, sino de desarrollar juntos formas más limpias y eficientes de energía. No se trata de quejarse amargamente que le quitaron la licitación de un tren, sino de proponer la producción conjunta de trenes para toda la región. China tiene que entender que la parálisis política y la pobreza en Latinoamérica eventualmente tendrá repercusiones en su país y economía. Es momento de que el hermano mayor le diga a sus hermanos menores: “ya estuvo bueno de fiesta, enséñenme que están haciendo”.

Lo que me da más rabia es que tendré que terminar mi columna como todos los demás, reafirmando lo latino que soy: Ya es momento de hacer algo, de tomar acciones e ir más allá del diálogo, esperando que alguien dentro del círculo de influencia, de los que pueden lograr este cambio, lea estas humildes letras y diga: “tiene razón, mañana mismo empiezo”.

Como siempre, me encantaría escuchar sus opiniones y comentarios, por favor escriban a paco@dxmconsulting.com y díganme lo que piensan.

Menciones especiales: El prof. Enrique Dussel Peters es, además de un enamorado de China, catedrático de la UNAM, Coordinador de Centro de Estudios China México de la misma universidad y autor de varios libros. El libro del que hago mención en mi columna está disponible aquí.

Una felicitación y agradecimiento al Prof. Manuel Pérez, investigador de la universidad del Pueblo (Renmin Daxue), quien organizó la conferencia y su invitación a la cena posterior a la conferencia, en donde estuve de latoso, tragón y preguntón.

Crédito foto [
carbontradingcredits.com]

También puedes leer: 

– RIP al gran gasto, pero no al mercado de consumo de gama alta

– Visas: la tragicomedia y sus diferentes realidades

– Cancelación de proyecto Dragon Mart en Cancún puede desalentar inversión en la región