No concluye la saga política en torno al caído Bo Xilai cuando comienza una nueva historia que también parece salida de una novela. Chen Guangcheng, el abogado ciego y reconocido activista de derechos humanos, escapó el viernes de la casa donde era mantenido en arresto domiciliario -sin cargos- desde hace más de un año. Chen, que se hizo famoso por sus denuncias sobre abortos y esterilizaciones forzadas en la provincia de Shandong, se encontraría en estos momentos en un lugar seguro de Beijing, muy posiblemente bajo custodia de funcionarios estadounidenses. Y todo esto justo cuando Hillary Clinton visita el país.
La fuga de Chen, de por sí, digna de un thriller. Tras haber cumplido una pena de cuatro años por “daños a la propiedad y disturbios al tráfico”, el abogado autodidacta había sido confinado -junto a toda su familia- en su casa en un remoto pueblo de Shandong, sin recibir explicaciones sobre las razones de su aislamiento. Desde entonces grupos de amigos, periodistas e incluso diplomáticos habían intentado visitarlo sin éxito. La mayoría -incluyendo el actor galés Christian Bale- era recibido a la entrada del pueblo por matones vestidos de civil, que habrían sido contratados para mantener a raya a cualquier visitante indeseado.
A pesar de las campañas a favor de su liberación -tanto a nivel internacional como en la red china- Chen permanecía aislado del mundo. Por eso su fuga, tan improbable como inesperada, resultó una noticia explosiva. De inmediato su nombre, así como la palabra “ciego”, quedaron bloqueadas en las redes sociales.
Pero el daño ya estaba hecho. El escape nocturno de Chen había sido exitoso y las autoridades procedieron a hacer lo único que podían: presionar a sus familiares y los amigos que le habían ayudado. Hasta donde se ha sabido, por lo menos un hermano y un sobrino del abogado ciego habían sido detenidos, así como dos activistas que le habrían ayudado.
Por la noche emergió un video en el que el propio Chen -luciendo sus características gafas de aviador- se dirigía directamente al primer ministro Wen Jiabao, recontándole las vejaciones a las que fueron sometido él y sus familiares durante el último año. “Sus acciones han sido tan crueles que han empañado la imagen del Partido Comunista”, señaló Chen en el mensaje dirigido a Wen, que ha intentado en estos diez años forjarse la imagen del líder reformista del país.
El caso de Chen pone al gobierno de Barack Obama ante una gran encrucijada. A diferencia de cuando Liu Xiaobo -otro prominente activista- fue galardonado con el Premio Nobel de Paz, esta vez Washington tendrá que tomar una postura más firme y, tal vez, más comprometida. Todo parece indicar que el abogado ciego se encontraría refugiado en la misma Embajada, aunque él habría aclarado a sus colaboradores que no buscaba solicitar el asilo político. Estados Unidos no ha confirmado o refutado el hecho.
Ahora el tema Chen tendrá que figurar en la agenda de la visita de la Secretaria de Estado Hillary Clinton y el Secretario del Tesoro Timothy Geithner. Lo demuestra el viaje relámpago a Beijing, que Washington no ha querido confirmar, de un alto funcionario previo a la visita bilateral que comenzó hoy miércoles. "Chen está bajo protección de Estados Unidos y diálogos de alto nivel sobre su estatus están en curso entre funcionarios estadounidenses y chinos”, señaló ChinaAid, que ha monitoreado de cerca el caso de Chen en el pasado.
Aunque el tema resulta espinoso para Washington, en Estados Unidos la presión sobre el caso se ha hecho sentir rápidamente, a veces desde sectores inesperados. Las organizaciones de defensa de los derechos humanos han instado de inmediato al gobierno de Obama a tomar una posición firme para asegurar el bienestar del activista. Entre tanto, Mitt Romney -el casi seguro contendor de Obama en las elecciones presidenciales- pidió firmeza al gobierno estadounidense en el tema de derechos humanos. En todo caso, la fuga de Chen Guangcheng seguirá dando de qué hablar esta semana.
[Foto cortesía de rcinet.ca]
Si te gustó esta nota, también te puede interesar esta:
China recluta a sus abogados