La desaceleración de la economía china le ha dado un fuerte golpe a las industrias de materias primas para la construcción. Cientos de fábricas de acero, vidrio y cemento, que hace tan sólo unos años contribuyeron al despegue económico del gigante asiático, hoy sufren millonarias pérdidas por la poca demanda en infraestructura y bienes raíces. Para muchas, cerrar no ha sido una opción, y han tenido que continuar sus operaciones en un limbo entre la vida y la muerte.
“Ayer estuve visitando una planta de cemento, y lo que vi fue sorprendente”, dijo Frank Langfitt, un corresponsal de NPR que fue enviado a evaluar la situación en Luliang, una ciudad industrial ubicada en el occidente de la provincia de Shanxi. “Básicamente, era una planta zombi. Habían pasado de 1.000 a 100 empleados en muy poco tiempo”.
Muchas ciudades industriales alrededor del país han contado con una suerte similar, y las consecuencias no sólo han resultado en despidos forzosos, sino también en millonarias deudas y una enorme sobrecapacidad.
“Yo creo que el gobierno central ha hecho una manifestación clara de que estas firmas zombi deberían clausurarse”, señaló Nicholas Hope, director del Centro para el Desarrollo Internacional de la Universidad de Stanford. “De hecho, hace aproximadamente 20 años, el ex primer ministro Zhu Rongli insistió en la necesidad de cerrarlas, y muchas fueron liquidadas”.
Desde un punto de vista económico, es lógico que las fábricas que no estén funcionando al 100% de su capacidad, o que estén teniendo pérdidas, detengan sus operaciones. Sin embargo, son los gobiernos locales los que han adelantado campañas para mantener a las fábricas vivas, logrando que las clausuras se conviertan en procesos casi imposibles.
“A pesar de que muchas de las firmas están sufriendo pérdidas, los cierres destruyen empleos y generan cargas fiscales para los gobiernos locales”, señaló Hope. “Esto se puede evitar si las firmas se mantienen andando, y es común que las autoridades ‘persuadan’ a las sucursales bancarias para que sigan otorgando créditos”.
Pero no son sólo los despidos forzosos y los temas fiscales lo que preocupa a las autoridades. Para el liderazgo de China, la estabilidad social es uno de los principales objetivos, y es ahí donde cobran sentido las extrañas maniobras del gobierno.
“A través de China, hay una gran cantidad de compañías que se debieron haber declarado en bancarrota pero aún no lo han hecho”, le indicó Han Chuanhua, un abogado de la Oficina Legal de Zhongzi, al Financial Times. “Al evitar que las compañías se declaren en quiebra, los funcionarios pueden mantener una ilusión de prosperidad local, crecimiento económico e impuestos estables”.
No obstante, hay otro factor que impide las liquidaciones de las fábricas; no por impedimentos del gobierno, sino por las deudas que tienen con los bancos. Tal es el caso de Lucheng Zhuoyue, una planta de cemento en la ciudad de Changzhi, que en el 2011 comenzó sus operaciones para poder abastecer a los sectores de bienes raíz e infraestructura. La compañía obtuvo la mayoría de su capital inicial de los bancos.
“Si detenemos la producción, las pérdidas serían devastadoras”, dijo Miao Leijie, director general de la planta, en entrevista con el New York Times. “Estamos trabajando para el banco”. Lo mas inquietante es que la fábrica de Miao tiene que seguir pidiendo préstamos para mantenerse a flote, lo cual significa que continuará en un circulo vicioso sin fin.
Hope señala que cuando una firma cierra, es casi imposible recuperar el 100 por ciento de las deudas que se le deben a los bancos. “Además, hay repercusiones negativas adicionales para los funcionarios locales”, añade. “La quiebra de una firma, especialmente si pertenece al gobierno local, pone en tela de juicio las decisiones tomadas por las autoridades”.
En tiempos de la Revolución Cultural, las siderúrgicas y las cementeras, entre otras industrias, ayudaron a forjar la República Popular de China, proporcionando los materiales necesarios para construir viviendas, carreteras, ferrocarriles y demás obras de infraestructura necesarias para el desarrollo del país. Sin embargo, hoy China está viviendo el peor desempeño económico en un cuarto de siglo, y es poco probable que las fábricas vuelvan a funcionar ‘a toda máquina’.
“En definitiva, para promover una mayor eficiencia en el uso de los recursos, a los zombis se les debe permitir fracasar”, concluyó Hope”, y los activos restantes deben ser adquiridos por emprendedores que puedan encontrar un mejor uso para ellos”.
Artículo producido para revista Infoacero, Colombia
[Crédito foto: New York Times]
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