La dinámica del poder blando chino en los países andinos del siglo XXI

In by Simone

A medida que los intercambios económicos entre América Latina y China se han multiplicado por quince en la última década, también crece la presencia de China en la región en ámbitos como la cultura, la educación y la ciencia. El propio presidente Hu Jintao lo dijo en 2004 ante el Congreso brasilero: “Se espera que la relación alcance tres objetivos: el apoyo mutuo en el campo político, el fortalecimiento de la complementariedad económica y el mantenimiento de contactos culturales estrechos”. ¿De qué maneras se manifiestan el poder blanco y la política exterior china en las relaciones con los países de la región andina? Análisis de Raúl Montúfar Villacís, estudiante del Instituto de Altos Estudios Nacionales del Ecuador y publicado en el Observatorio de la Política China.

China y el poder blando chino

Diferentes publicaciones, de diversa naturaleza, por variadas razones, y a lo largo de todo el mundo, dan cuenta de la vertiginosa carrera ascendente que en el plano económico ha librado China en los últimos 30 años, de la mano de reformas aperturistas llevadas a cabo por una nueva generación, bajo el liderazgo de Deng Xiaoping, que la han convertido en la segunda economía mundial y, “para el año 2025, Goldman Sachs y el Banco Mundial coinciden en afirmar que superará a Estados Unidos como la primera economía del planeta, luego le seguirán Japón, India y Alemania. Para el 2050 China será la primera economía del planeta seguida por Estados Unidos e India, después Brasil, México, Rusia e Indonesia”.

Este ́milagro ́ económico ha tenido en el ́pragmatismo ́ de su política exterior uno de sus pilares fundamentales, característica que despoja a sus actuaciones internacionales de todo tinte ideológico y que apoya incondicionalmente el objetivo fundamental de asegurar a la nación un crecimiento económico sostenido. En palabras de Mitchell, D. y McGiffert, C.: “La política exterior china es aplicada de acuerdo a las consideraciones pragmáticas derivadas del desarrollo económico, y de esta forma, sin prestar importancia alguna al sistema político o ideología de la nación en cuestión”.

Este renunciamiento a la otrora marcada influencia ideológica, impresa al accionar político internacional en épocas de Mao Zedong, actualmente se refleja en la praxis del PCC (Partido Comunista Chino) en América Latina: “más de 90 fuerzas políticas de la mayor parte de los países de la región y de orientaciones ideológicas variadas mantienen contactos con el PCC, que se ha relacionado no solo con partidos de izquierda o comunistas, sino también de derecha” (SHIXUE, Jiang, 2006), lo cual es factible, según Renato Balderrama, gracias al liderazgo de Deng Xiaoping en 1989, quien refuerza los “5 Principios de Coexistencia Pacífica” -enunciados por el primer ministro Zhou Enlai en 1953-, describiendo la manera cómo China debe conducir su política exterior para alcanzar sus objetivos (Guía de 24 Caracteres): “observar los eventos mundiales con calma, mantenerse firme, confrontar las dificultades con confianza, mantener un perfil bajo, nunca asumir el liderazgo y tomar acción” ((SHIXUE, Jiang, 2006).

Los principios plasmados en las declaraciones del Presidente Hu Jintao en el 2004 en Brasil y su adopción por toda la nación china, “dadas las particulares visiones del Estado y de la sociedad china que confluyen en una lógica jerárquica que supone un respeto irrestricto al poder” (REYES, M., 2010), nos hacen suponer que los efectos del ascenso chino no son exclusivamente de carácter económico, y que como mínimo alcanzan repercusiones en los ámbitos político y cultural, aunque frecuentemente el prisma bajo el cual estamos acostumbrados a medir el bienestar, suele incluir únicamente tonalidades económicas y comerciales.

El concepto de poder blando fue acuñado por primera vez por Joseph S. Nye, Jr, y posteriormente desarrollado por él mismo en dos obras sucesivas. Según el autor, un país es poseedor de mayores reservas de poder blando si su cultura, valores e instituciones despiertan admiración y respeto en otras naciones o civilizaciones, “-lograr que otros ambicionen lo que uno ambiciona- es lo que yo llamo poder blando. Más que coaccionar, absorbe a terceros”.

Pero entonces la pregunta que surge inmediatamente es, ¿qué actividades pueden ser encasilladas en el campo del poder blando? Para Nye, las fuentes del poder blando son tres: la cultura, la política exterior y los valores políticos; para Hu Jintao, dichas fuentes vendrían a ser la cultura, la política (entendida en su sentido más amplio sentido) y la economía; para Josua Kurlantzick, los “estudios tienden a desplegar amplias definiciones de soft power que incluyen la diplomacia y el uso de relaciones económicas como un medio de lograr objetivos de poder político” (KURLANTZICK, J.,2007).

Al igual que otros conceptos, que por su importancia atraen la mirada de los estudiosos, éste no deja de despertar controversias, interpretaciones y enfoques variopintos. Sin embargo un elemento que no genera mayor controversia, es que el campo del poder blando será el escenario de las relaciones internacionales en las próximas décadas (SCHMIDT, H., 2006; KHANNA, P.,2008).

La tendencia al interior de China es: primero reconocer la importancia de fortalecer su poder blando y luego profundizar su relación con la estrategia nacional, considerando su influencia en la economía y en las políticas doméstica e internacional. Así lo evidencian las declaraciones de algunos académicos chinos, el pronunciamiento del Presidente Hu Jintao ante el Congreso del PCC -respecto que China necesita incrementar su poder blando-, así como la diligente respuesta del poder político creando “una estrategia sistemática y coherente desde el soft power y una serie de herramientas para implementar dicha estrategia” (GÓMEZ, D.,2010).

(…)

Aplicación del poder blando chino en los países andinos

Ya sea por la carga ideológica impuesta por los actuales gobiernos o por el peso de su alineación política histórica, en los países del área andina claramente podemos identificar dos tendencias: una compuesta por las posiciones de Colombia y Perú, cuya política internacional, con algunas variantes, ha estado alineada en la última década con los intereses norteamericanos, y una segunda formada por Ecuador y Bolivia, cuya retóri- ca, especialmente durante la segunda mitad de la década, tiene connotaciones – al menos discursivas – de tinte contra hegemónicas. Pese a la existencia de este primer nivel de diferenciación, las especificidades que cada Estado posee, ameritan una descripción de las manifestaciones del poder blando chino, país por país.

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Raúl Montúfar Villacís es estudiante del Instituto de Altos Estudios Nacionales del Ecuador. Su texto apareció en el cuarto número de Jiexi Zhongguo, publicado por el Observatorio de la Política China (www.politica-china.org).

[Foto cortesía de Ernie Reyes]


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