El misterioso caso de Wang Lijun: el ajedrez político chino salta a la luz pública

In by Simone

La historia casi de espías de Wang Lijun, el súper policía a la fuga, mantiene cautivada a China y ha hecho temblar a todo el establecimiento. Un thriller donde se mezclan la política, la mafia y la corrupción sobre el trasfondo de la diplomacia de alto nivel con Estados Unidos, la transición en el liderazgo del Partido Comunista chino y el rápido desarrollo de Chongqing, la megalópolis de casi 30 millones de habitantes en el centro del país. Y detrás de todo, las feroces partidas de ajedrez y las luchas al interior del Partido por ocupar uno de los nueve puestos en la cúpula del próximo gobierno. Reportaje especial de China Files para la revista económica Linkiesta de Italia.
En la noche entre el martes 7 y miércoles 8 de febrero, la red china se vio sacudida por un continuo tam-tam de rumores y especulaciones. Muchos usuarios publicaban fotos de un despliegue masivo de fuerzas de seguridad ante el Consulado de Estados Unidos en Chengdu, la capital de la provincia suroriental de Sichuan. ¿La razón? El super policía Wang Lijun estaba a punto de pedir asilo político a Estados Unidos. A las pocas horas, las autoridades chinas publicaban una declaración de tono extrañamente informal en el que comunicaban que Wang se había tomado unas "vacaciones terapéuticas" para curar "el estrés y algunos malestares físicos”.

Sin embargo, la tormenta se desató: después de haberse convertido en una celebridad en toda China gracias a su campaña contra las mafias de Chongqing, Wang se habría visto involucrado en una investigación por corrupción. O podría ser la víctima de una violenta purga política junto con su ex jefe Bo Xilai, jefe del Partido en la nueva gran ciudad china, en vista al cambio de gobierno previsto para octubre.

El funcionario habría entonces decidido refugiarse entre los diplomáticos estadounidenses, tal vez para revelar alguna información confidencial como la que suele tener un hombre del aparato de seguridad de su calibre. Horas más tarde, desde Washington, la portavoz del Departamento de Estado Victoria Nuland confirmaba que Wang Lijun “pidió una reunión en el Consulado Americano en Chengdu principios de esta semana". Y que "Wang dejó el consulado por su propia voluntad", añadió, negándose a comentar sobre los rumores de una solicitud de asilo político. 

Las autoridades chinas mantuvieron un perfil bajo, en vista de la visita del vicepresidente chino Xi Jinping a Washington la misma semana. Finalmente, en un escueto comunicado confirmaron la presencia de Wang Lijun en el consulado durante un día y anunciaron que abrirían una investigación.

Pero el caso no deja de despertar preguntas. ¿Qué pasó entre Wang Lijun y los diplomáticos estadounidenses durante esas 24 horas? ¿En realidad salió del consulado por su propia voluntad o fue devuelto a los chinos? Y, sobre todo, golpearlo a él significa golpear a Bo Xilai, una estrella en ascenso de la política china y favorito para ocupar uno de los puestos en la cúpula del gobierno. ¿Por qué? Por ahora, todo parece indicar que la transición en el liderazgo político chino prevista para octubre comienza con una campaña inusualmente pública basada en escándalos y venganzas.

Bo Xilai, un rojo de sangre azul

Bo Xilai no es un príncipe cualquiera. Es el hijo de Bo Yibo, héroe de la revolución comunisto y uno de los "ocho inmortales", el grupo de aliados del ex presidente Deng Xiaoping. Pero al mismo tiempo se ha distinguido por ser un príncipe que nunca disfrutó de la compañía de quienes tenían su mismo estatus. Ausente tradicionalmente de las reuniones habituales entre los hijos de viejos estadistas del Partido, Bo llegó incluso a acusar a un abogado muy cercano al hijo de otro héroe revolucionario de corrupción. Un gesto que sin duda no fue bien visto por los demás principitos, que han dejado entrever su preferencia por el vicepresidente Xi Jinping, por encima de Bo Xilai y su ego prominente.

Casi siempre sonriente y amable con los medios de comunicación, Bo Xilai comenzó su reinado en la ciudad de Chongqing, que The Guardian bautizó “la megalópolis desconocida”. Su antecesor en el cargo fue Wang Yang, ahora jefe del Partido Comunista de Guangdong y protagonista de todos los titulares de prensa en diciembre como el arquitecto del “modelo Wukan”. Wang, considerado como un político liberal, logró calmar las violentas protestas contra la corrupción en el pequeño pueblo pesquero de Guangdong -la provincia que produce una cuarta parte de las exportaciones chinas- y llegó a un compromiso con la población, evitando de este modo el conflicto abierto y apuntalando su imagen de líder carismático y "democrático".

Bo Xilai se ha hecho famoso básicamente por dos razones: porque ha desenterrado en la memoria de los chinos la nostalgia maoísta bajo la forma de canciones y mensajes de propaganda a través de mensajes de texto y de la reeducación de los jóvenes en el campo, hecho que le han ganado el apodo del "nuevo Mao". Y por su furiosa lucha, a menudo más allá de los límites de la conducta permisible, contra la mafia. Ese éxito le han permitido, al igual que su rival Wang Yang, ser considerado uno de los favoritos para uno de los nueve puestos en el Comité Permanente del Politburó del Partido Comunista y a un papel importante dentro del mastodóntico aparato de seguridad chino. 

Cuando Bo Xilai aparece en la escena política lo hace para llamar la atención sobre sus campañas contra los delincuentes locales, dejando claro que está solucionando muchos de los problemas dejados ​​por la gestión anterior , implícitamente acusada ​​de ser demasiado permisiva con la mafia. Una primera señal y un primer enemigo, por su antecesor Wang Yang es otra de las estrellas políticas en vertiginoso ascenso.

Sus investigaciones, que pusieron los ojos tanto sobre cientos de peces pequeños así como uno que otro más grande, han sido seguidas con gran atención por el pueblo chino. Algunos capítulos de esa lucha contra la corrupción parecen salidos directamente de una historia de gangsters: a Wen Qiang, el ex jefe de policía con una debilidad por los productos de Louis Vuitton y por el diners, los investigadores le incautaron 3 millones de dólares enterrados dentro de un estanque. Xie Caiping, la reina de los bajos fondos locales, gerenciaba sin problemas una red de treinta casinos ilegales, incluido uno frente a los tribunales de la ciudad, y mantenía cerca siempre un grupo de 16 jóvenes amantes.

Los dos, así como decenas de funcionarios, matones, mafiosos, políticos y pequeños empresarios, están involucrados en una investigación judicial de verdaderas proporciones "chinas": más de 9.000 personas han sido vinculadas a una red que incluye juegos de azar, actividades ilegales, lavado de dinero, tráfico de drogas, robos, minería ilegal, huelgas forzadas, amenazas y asesinatos. Todas actividades que evidencian -como lo demuestra la investigación de más de 50 funcionarios públicos- que la impunidad era promovida desde lo alto. Eran verdaderamente los padrinos de la ciudad.


Sin embargo, ahí también comienzan los problemas. Bo Xilai no tiene respeto por nadie y los métodos utilizados por la policía son cuestionados por los abogados de los acusados. Entre sus críticos acérrimos se encuentra Li Zhuang, un abogado que termina siendo investigado por haber instado a su cliente, un jefe de la mafia, a dar un falso testimonio. Y ahí viene el inconveniente político: Li Zhuang trabaja en la prestigiosa firma de abogados de Fu Yang, el hijo de Peng Zhen, otro de los “ocho inmortales” con el padre de Bo. Es decir, otro enemigo en las altas esferas del poder y en el círculo de los principitos del Partido.

El operativo contra la mafia en Chongqing es devastador. Hay tanto material como para una novela y, de hecho, los chinos han creado una serie de televisión inspirada en los hechos. ¿Y quién es el protagonista, el héroe sin mancha? Él, Wang Lijun, el superpolicía que ha presumiblemente intentaba buscar refugio en Estados Unidos.

Todo esto nos lleva a los posibles escenarios sobre el caso Wang:

a) Hu Jintao golpea a Bo para advertir a Xi 
Jinping

Que al presidente Hu Jintao no le encanta Bo Xilai es cosa conocida. Hu, como el primer ministro Wen, nunca viajó a Chongqing durante el reinado de Bo. Voces diplomáticas parecen sugerir una acción contra él de Hu: en primer lugar, para ponerlo en dificultades y jugar algunas cartas más en nombre del feudo del Presidente o de la Unión de Jóvenes Comunistas. En segundo lugar, para enviar un mensaje al probable futuro líder, Xi Jinping.

b) Si el pastel se convierte en un campo de batalla el enemigo es Wang Yang

Bo Xilai y Wang Yang son dos de los políticos en ascenso en China. No se entienden bien y se han lanzado dardos a menudo en los medios de comunicación a pesar de los frecuentes intentos de reconciliación. Los dos, de hecho, encarnan dos modelos diferentes del desarrollo futuro del país.


El modelo de Chongqing y el de Guangdong han sido comparados permanentemente, tanto que las diferencias entre los dos visiones del futuro desarrollo chino han sido descritos con frecuencia como la división de un pastel. Para Bo, todo el mundo debería disfrutar de la torta por igual, de esta manera suavizando las desigualdades que constituyen el lado oscuro de treinta años de reforma económica y desarrollo acelerado. El pastel de Wang, el predecesor de Bo en Chongqing, tiene que ser siempre más grande. Sólo así más personas podrán recibir una tajada.

"El estilo de los dos es diferente”, subrayaba Michael Anti, un popular periodista y bloguero chino, en las redes sociales. “Wang, o al menos eso dice, se interesa por lo que los chinos están escribiendo en las plataformas de microblogging y trata de actuar de acuerdo con ello. Por el contrario, Bo Xilai los usa para imponer su visión, no para escuchar. Esta hipótesis supone que, por la manera como sus divergentes modelos de gobierno han sido enfrentados, Wang resulta el enemigo número uno.

c) Se trataría de un choque dinástico

La división con la que estamos acostumbrados a interpretar las dinámicas al interior del Partido Comunista se basa en los diferentes rangos de sus miembros: hay un grupo que proviene de las familias históricas de China, verdaderos protagonistas de la revolución comunista, y otro grupo cuya influencia proviene de haber hecho carrera dentro del partido.

Pero incluso entre los príncipes se han notado signos de divisiones internas. En el último aniversario del fin de la Banda de los Cuatro -el grupo de influyentes políticos durante la Revolución Cultural liderados por la viuda de Mao- surgieron fuertes críticas contra el “neo-maoísmo” de Bo Xilai, cuya campaña masiva contra la corrupción le había ganado un amplio apoyo popular. Esa salida pública fue interpretada como una declaración a favor de Xi Jinping y una advertencia a Bo para que no olvidase sus orígenes.

Un sector de los jóvenes príncipes a quien parece que no gustarle el "maoísmo" folklórico de Bo Xilai, podría haberse molestado por el ataque contra uno de ellos lanzado por el líder de Chongqing durante el proceso contra la Mafia. Se trata del ya mencionado enemigo número dos, Fu Yang, cuya imagen quedó mancillada por el arresto de uno de sus asociados.


d) La hipótesis estadounidense y el recuerdo de la Guerra fría

¿Qué pasó finalmente con Wang Lijun, el ex super policía? Después de la confusión inicial, tanto Estados Unidos como las autoridades chinas han admitido que Wang pasó un día entero en el consulado estadounidense en Chengdu. De acuerdo con Washington, se fue "por su propia cuenta". ¿Pidió asilo político en Estados Unidos? ¿Qué podría revelar a los estadounidenses en 24 horas? ¿Washington ha optado por regresarlo a las autoridades chinas? 

"Si realmente Wang se presentó al consulado de Estados Unidos en busca de asilo político, creo que los americanos estarían cualquier cosa menos felices de dárselo", le señaló a la agencia AgiChina24 -partner de China Files– una fuente diplomática.

Contrario a lo que se suele pensar, las embajadas y consulados de no gozan de extraterritorialidad: el consulado en Chengdu es territorio chino, al que el gobierno debe renunciar por necesidades funcionales. Puede parecer una cuestión jurídica sutil, pero en el caso de Wang Lijun tiene claras implicaciones prácticas que posiblemente hayan hecho pasar horas frenéticas a los funcionarios estadounidenses que sirven en Chengdu en la noche entre el martes y el miércoles. 

Horas en las que era necesario interrogar al súper policía de Chongqing para comprender las razones de su presencia y determinar si podría merecer la condición de refugiado político, recopilar tanta información como sea posible y al mismo tiempo entablar el diálogo con la policía china, que tendría el derecho a ingresar en cualquier momento. Una noche de nervios, con claros riesgos de incidentes diplomáticos. 



"Nuestro procedimiento consiste en una negociación con el país de acreditación. La persona en cuestión debe abandonar el territorio y luego tener un salvoconducto. Por lo tanto es técnicamente imposible escapar sin un acuerdo, ya que trivialmente – a menos que pueda hacerlo en secreto – apenas salga de la embajada puede ser arrestado", dice nuestra fuente diplomática. "Es posible que Estados Unidos tenga un procedimiento interno para estos casos, pero, obviamente, no lo dio a conocer. Basta pensar en el escritor Liu Jie, quien acaba de lograr emigrar a América. Pero la de Wang Lijun es una situación muy diferente", añadió.

Sobre lo que realmente sucedió en el interior del consulado en Chengdu sólo se pueden hacer suposiciones. ¿Cómo es posible que los estadounidenses se hayan encontrado de repente con una papa tan caliente en las manos a pocos días por una visita tan importante como la del vicepresidente Xi Jinping a Washington?

"Si Wang Lijun de repente ha decidido pedir asilo político en Estados Unidos, sin contactos previos, puede ser que haya pedido una cita con una excusa. Los estadounidenses le habrían dado la bienvenida, pensando en una conversación normal de cooperación mutua. Pero Wang podría haber cambiado las cartas sobre la mesa, revelando sus verdaderas intenciones y de repente se habría desatado una situación muy complicada, con la policía rodeando la sede consular. Ciertamente, el que actuase de esta manera, estaría desesperado”, añade nuestra fuente.

Podría tratarse entonces de una negociación que duró horas y culminó con la entrega de Wang a la policía china. "En otro momento político podría haber terminado de manera diferente y tal vez los estadounidenses no se habrían abstenido de darle un golpe a los chinos. Pero con el viaje a Estados Unidos de Xi Jinping en el horizonte, Wang, en mi opinión, estaba perdido”, concluye nuestra fuente.

En tan sólo veinticuatro horas, el policía estrella chino parece haber movido las manos del rejos unas cuantas décadas hacia atrás, a los días en que los bloques divididos por el Muro de Berlín intentaban sonsacar bajo la nariz de sus rivales a aquellos funcionarios públicos dispuestos a cambiar de bando. Sin embargo, Estados Unidos y China están unidas por una relación aún más compleja que la que oponía entonces a Washington y Moscú. En lugar de la Cortina de Hierro ahora hay un muro de bits y la red juega un papel crucial a lo largo de la historia. Aunque los ingredientes de esta historia hacen remitir a la Guerra Fría , en realidad se trata de una situación completamente diferente.

e) Wang Lijun contra Bo Xilai, el jefe y su antiguo subordinado

Precisamente durante la visita de Xi Jinping a Estados Unidos, apareció un correo electrónico publicado en la página web Danwei, firmada teóricamente por Wang Lijun, aunque no se ha podido establecer aún su veracidad. La apertura lo dice todo: "Cuando leas esta carta yo estaré muerto o en la cárcel”.

La carta fue circulada, presuntamente, por el reconocido sociólogo Li Yinhe en la web y luego desapareció, pero alguien alcanzó a traducirla al inglés. Y Wang Lijun, siempre que la carta sea auténtica, destruye a Bo Xilai en ella. Lo llama "el jefe de todos los jefes" en italiano, afirma que ha reunido pruebas de la corrupción de sus ex jefe suficientes para denunciarlo y evitar al país la catástrofe de encontrarse con un hombre como Bo Xilai en el gobierno, capaz de denunciar a su propio padre durante la Revolución Cultural.  “Un malvado que se esconde tras la farsa de la nostalgia maoísta”: si la carta fuese cierta, la carrera de Bo sufriría un golpe decisivo y podría develar las razones de Wang para tratar de escapar.

Finalmente, surgieron nuevos detalles en el rompecabezas que conforma el ‘enigma Wang Lijun’. Mientras se superponen las hipótesis, los internautas chinos abordan el caso desde la perspectiva del episodio de una novela muy popular en China y dan esta explicación: frente a la Embajada de Estados Unidos se habría escenificado la disputa entre dos grupos diferentes de agentes de policía que querían hacerse cargo de la fugitivo. ¿Pero por qué se peleaban?

La versión del periódico South China Morning Post de Hong Kong arroja luz sobre el asunto: el primer equipo de policías que llegaron al lugar estaría bajo las órdenes de Huang Qifan, alcalde de Chongqing, con el objetivo de capturar al ex jefe de policía e impedir las revelaciones sobre él. Y sobre Bo Xilai, secretario del Partido en Chongqing y hasta ahora estrella ascendente de la política nacional, con posibilidades reales de alcanzar un escaño en la cúpula del gobierno y de la quinta generación de líderes chinos. ¿La confirmación? Según tres fuentes anónimas con "conocimiento directo del caso", el alcalde de Chongqing fue convocado el viernes anterior a Beijing para ofrecer una explicación sobre las razones que le llevaron a rodear una embajada extranjera.

El misterio continúa…

Escrito para la revista económica Linkiesta (Italia)