Desde el Far West Chino: terrorismo y transparencia en Xinjiang

In by Andrea Pira

Un enfrentamiento entre uigures y fuerzas de seguridad deja veintiún muertos. Medios estatales se apresuran a calificar estos actos como “terrorismo”, y lo comparan con las bombas del maratón de Boston. Sin embargo, la relación de los hechos oficial deja muchas dudas. El Gobierno no presenta más detalles ni permite a la prensa acudir al lugar a corroborar la historia. ¿Se trata de terrorismo?

El 24 de abril se publicó que veintiún personas perdieron la vida en un enfrentamiento ocurrido en un pueblo en las cercanías de Kashgar, uno de los centros de la cultura uigur, localizado en el extremo occidental de China.

Según la versión oficial, a las 13:30 horas del 23 de abril, tres vigilantes de barrio hicieron una visita a una familia. Dentro de la casa, encontraron a personas que se veían sospechosas, y de inmediato reportaron eso la policía local. Unos hombres, escondidos en las recámaras, sometieron a los tres vigilantes, luego los mataron e incendiaron la casa. Agentes de la policía llegaron al lugar, y fueron atacados por los hombres, quienes luego asaltaron una estación de policía cercana. Hubo un enfrentamiento en el que los policías dispararon y mataron a seis hombres y capturaron a otros ocho. La oficina de comunicación del poblado anunció que los hombres estaban planeando actividades terroristas, y añadió que la policía incautó explosivos y banderas separatistas.

Medios chinos a lo ancho del país publicaron la misma historia, con las exactas mismas palabras. Expertos anónimos y funcionarios del Partido calificaron a estos hechos como “actos terroristas” e hicieron un llamado a implementar mayores medidas de control sobre la población. Algunos medios llegaron incluso a equiparar estos hechos a las bombas explosionadas en el maratón de Boston. Al día siguiente, el Departamento de Estado de Estados Unidos instó a Beijing a realizar una investigación transparente y a garantizar el debido proceso para todos los acusados.

De inmediato, medios chinos condenaron las declaraciones de EEUU, diciendo que está aplicando una “doble moral” con respecto al terrorismo. ¿Se trata de un acto terrorista en realidad? La provincia de Xinjiang está prácticamente cerrada para periodistas extranjeros. Es casi imposible corroborar lo que dice el Gobierno. Toda persona que vuela a Xinjiang pasa por un chequeo de documentación especial (el aeropuerto de Beijing tiene una fila particular donde verifican el tipo de visado del pasajero). Los corresponsales que han logrado llegar a Xinjiang se quejan de intimidación, de negarles hospedaje (los hoteles deben pedir autorización a la policía) y de ser seguidos para evitar que la gente local hable con ellos. Un reportero de la BBC logró llegar de incógnito al pueblo donde ocurrió el enfrentamiento.

Según sus indagaciones, los vigilantes locales hostigaban a una familia, puesto que sus mujeres estaban cubiertas con velo islámico y sus hombres usaban barbas largas. Aparentemente, las autoridades del pueblo estaban llevando una campaña extraoficial en contra de barbas y velos. El reportero fue encontrado poco después por la policía, y se le ordenó salir del pueblo, diciéndole que era por su seguridad, dizque pudiese haber terroristas en la zona. La práctica del Islam en Xinjiang es vigilada a detalle. Las mezquitas están obligadas a contar con cámaras de vigilancia. En la ciudad de Aksu, por ejemplo, hay que mostrar una identificación oficial para entrar.

Los burócratas —y sus familias— tienen prohibido practicar públicamente cualquier acto o gesto religioso. La Asociación Islámica de China, un órgano gubernamental, regula al Islam practicado en el país y expide licencias a los imanes para que puedan predicar. Según Beijing, los hombres sospechosos llevaban a cabo lecturas ilegales del Korán en esa residencia. De acuerdo con vecinos entrevistados por la BBC, la discusión entre los vigilantes y los miembros varoniles de la familia pudo haberse salido de control, hasta llegar a navajas largas, comunes en la cultura uigur. La policía repelió con balas el ataque.

Hasta ahora no hay otra versión de los hechos más que la oficial. Beijing se ha apresurado a condecorar como “héroes antiterroristas” a los quince guardias y funcionarios que perdieron la vida al someter a los “terroristas secesionistas extranjeros”. A siete de los fallecidos les fue otorgada la membresía al Partido Comunista. No se han publicado los nombres de los ocho sospechosos que fueron arrestados. La casa yace en ruinas. Las calles del pueblo son vigiladas por el ejército. Occidente ha puesto en duda la historia de Beijing. Un portavoz de un organismo de disidentes uigures en Washington dijo que “[Beijing] usa esas etiquetas para justificar el uso de las fuerzas armadas”.

Enfrentamientos violentos entre chinos Han y uigures ocurren cada mes y suelen involucrar navajas. Rara vez Beijing permite que medios chinos hablen de ello a nivel nacional. Resulta inusual la gran cobertura que Beijing ha permitido en este caso. Esta gran cobertura, sin embargo, hace patente la ausencia de información. Es la falta de transparencia una de las diferencias más grandes entre lo ocurrido en Xinjiang y en Boston. Mientras tanto, China anunció el lunes que el número de sospechosos arrestados se ha elevado a diecinueve, sin ahondar en detalles. En Urumqi, la capital provincial, policía tipo SWAT patrulla las calles.

Jorge A. Ríos escribe desde Urumqi. Su blog se encuentra en China Files y en Cambalú. Haz click acá si quieres saber más de este blog. 

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