Shanzhai (山寨): Entre lo verdadero y lo falso

In by Simone

La etiqueta “Made in China” en occidente trae consigo dos ideas. Por un lado, productos de poco precio y dudosa calidad, muchas veces copias viles de marcas reconocidas. Por el otro, productos fabricados masivamente que no generan sospechas al estar amparados bajo los nombres de grandes multinacionales.

Verdadero y falso son dos términos que se acuñan diariamente en el lenguaje chino. Comprar en mercados de Beijing como Yashow o el Mercado de la seda, es jugar en el terreno del regateo y la copia. Comprar en centros comerciales como el Oriental Plaza de Wanfujing, en almacenes importados y originales, es aceptar patrones occidentales de precio. Sin embargo, esta dualidad no debe ser vista como dos polos. Debe ser por el contrario pensada como la solución socialista a un mal capitalista: todo se hace accesible para todos. Ricos y pobres, campesinos y citadinos, extranjeros y nativos, todos pueden amoldar el mercado a su propia medida de gustos y bolsillos. Detrás de esa producción y reproducción masiva se teje una dualidad aún más interesante: creación e imitación. Y esto tiene un nombre: Shanzhai (山寨).

Cuando China abrió su mercado al mundo, se hablaba de Shanzhai como la versión nacional de los productos occidentales: el walkman era Sqny, el equipo de sonido era Panaphonics y los zapatos eran Adadas. En este sentido, Shanzhai no se perfilaba como la mera copia de una cartera con LV repetidas sino como el ejemplo de la creación dentro de la reproducción. Con el desarrollo de la economía china el concepto de Shanzhai penetró aún más en la cultura y floreció en su mayor esplendor con el boom de los celulares. Shouji shanzhai o celulares shanzhai, son el ejemplo chino de la tendencia mundial del “do it yourself”: teléfonos móviles hechos de acuerdo a las necesidades de cada uno, con la posibilidad de escoger en  apariencia -modelos y carcasas seleccionables- y en aplicaciones -con calculadora o con GPS-.

De esto, Shanzhai ha pasado a convertirse en una cultura alternativa que se opone a los patrones establecidos; en una filosofía de lo hecho por el pueblo para el pueblo, en la que se incita a la rebelión y el proteccionismo. Si bien hoy, en términos de calidad los productos shanzhai son cuestionables, a nivel social significa para algunos chinos una nueva forma de economía: una en la que los derechos de reproducción son abiertos y en los que existe un espacio para la creación y recreación a partir de bases comunes. Aunque para otros, sea el fin del inicio en la propia creación china, surgen sin ninguna coordinación y de manera espontánea, películas shanzhai con actores shanzhai, almacenes shanzhai que venden cosas shanzhai e incluso, páginas de Internet shanzhai. Todo se convierte en una parodia al poder, en una protesta hacia aquello que es oficial o autorizado, en donde la persona común no podría participar.

Es precisamente allí donde la dualidad de lo verdadero y falso se hace delgada, donde las palabras copia y original se difuminan y donde se cuestiona el punto de partida de la invención y de la imitación. Es allí donde entre conflictos de derechos, de open source y de autoridad se abre un espacio en el que el lema todo para todos se hace real.

[Publicado en la Revista Exclama Ed. 6, en el tema “Dualidad”]