Un nuevo capítulo en el drama Chongqing –también conocida como la saga Bo Xilai- inició esta semana con el inicio del juicio a Wang Lijun, ex policía jefe de Chongqing y ex brazo derecho del líder chino. El lunes un juicio a puertas cerradas, para proteger los “secretos de estado”, martes juicio público y miércoles, por primera vez en medios chinos, mediante Xinhua, la versión completa y detallada de toda la novela Wang-Bo-Gu -en donde sin mencionarlo-, se relaciona al líder chino.
Mientras el país entero está distraído por los eventos anti japoneses, Wang Lijun decidirá su suerte y la de su antiguo jefe, Bo Xilai, ante una corte judicial. De sus declaraciones dependerá el futuro del político más controversial de la historia reciente de China, purgado del buró político del Partido Comunista tras la "traición" de Wang y retirado de su cargo como líder de Partido en Chongqing, la metrópoli más grande del mundo.
A pesar de que la esposa del Bo fue condenada a muerte con suspensión a dos años por el asesinato, no hubo una implicación directa hacia Bo Xilai. Por ello, esta representa la última oportunidad para sacar algunas pruebas contra quién una vez fue la “estrella” de la política china.
El proceso inició secretamente con un día de anticipación. Wang fue acusado de usar la ley para en beneficio propio, deserción, abuso de poder y de aceptar sobornos. En palabras del abogado de Wang Lijun, Wang Yuncai al teléfono y luego reproducidas por todos los periódicos, “el proceso ha iniciado [el lunes] a las 8:30 de la mañana y terminó alrededor del mediodía.”
El abogado, quien se reunió con su cliente, explicó que “el proceso se divide en dos etapas: una privada y una pública.” Según el abogado, director de la firma de abogados Beijing L&A de Shanyang, el proceso a puertas cerradas se justifica pues las acusaciones contra Wang tocan fibras sensibles.
Según informó el periódico de Hong Kong South China Morning Post, “la policía rodeó hoy el palacio de justicia, colocó una cinta delante de la entrada y bloqueó y desvió el tráfico, para desalentar a los curiosos o a quien pensara en aprovechar la oportunidad para expresar quejas contra Wang o el Gobierno. A los periodistas extranjeros se les limitó su presencia hasta la acera frente a la entrada del Tribunal y fueron filmados por hombres no identificados”.
Aún se está esperando la condena.
Una mirada hacia atrás
Repasando las crónicas del "Drama de Chongqing", a principios de febrero, una declaración de la Municipalidad de Chongqing había emitido un comunicado en la que se decía que a Wang Lijun, entonces jefe de policía de Chongqing y vice alcalde, se le habían concedido una “vacaciones terapéuticas”.
Unos días después de que Wang se había refugiado en el consulado estadounidense en la cercana ciudad de Chengdu, el Wall Street Journal describía tal acto como "Walk-in", término que se refiere cuando un extranjero decide, por voluntad expresa y no exigida, revelar información sensible o confidencial.
Lo que pasó en esas treinta horas entre los diplomáticos estadounidenses y uno de los más poderosos de todos los policías de China, no se sabe con certeza. De acuerdo con la reconstrucción del Wall Street Journal, citando a “personas familiarizadas con los hechos,” el señor Wang le habría dado a los diplomáticos de la embajada el número móvil de un cómplice que tendría una prueba sobre la participación de la esposa de Bo Xilai en el asesinato del empresario británico Neil Heywood.
Los funcionarios estadounidenses consideraron como valiosa la información que el jefe de policía alegó tener, e incluso suficiente para conceder asilo político, a pesar de sus implicaciones en las relaciones diplomáticas con China. Al final, no se le concedió el asilo y Wang -que no puede ser llamado un activista de derechos humanos puesto que en su famosa campaña antimafia, fue acusado de usar la tortura para sacar información útil a los sospechosos- quedó bajo la custodia de China. En su momento se dijo que se entregó a los hombres del Presidente Hu Jintao para escapar del castigo de Bo Xilai.
Pero la reconstrucción del Wall Street Journal no termina ahí. Con un desarrollo inesperado, los Estados Unidos entregó el número de teléfono móvil a diplomáticos británicos, instruyéndoles sobre como rastrear y verificar la información sobre el misterioso cómplice de Wang. Aquí las personas entrevistadas por el Journal, “proporcionaron informes incompatibles sobre el tiempo y la respuesta del cómplice”. Y al final, "por razones poco claras, los británicos no recibieron los documentos prometidos.”
La revelación de que Wang tendría un cómplice, que todavía está dispuesto a revelar algunos secretos, podría complicar los esfuerzos de China para imponer su propia versión sobre los hechos relacionados con los señores Wang y Bo. Desafortunadamente para el gobierno chino, los hechos ocurren en vísperas de la apertura oficial del XVIII Congreso Nacional del Partido Comunista, que marcará la transición hacia la llamada quinta generación de líderes chinos.
Por el momento, el caso de Wang Lijun ya ha conducido a la destitución de su jefe, Bo Xilai y la condena por homicidio de su esposa. A esto se le añaden consecuencias indirectas mucho más graves, como el debilitamiento de la credibilidad de la dirigencia comunista en un momento tan delicado y el resurgimiento de enfrentamientos entre las facciones políticas por tomar las riendas del país más poblado y la segunda mayor economía del mundo durante los próximos diez años.
Foto de: news.xin.msn.com
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