La presencia de una densa capa de neblina, que duró varios días y causó la cancelación de cientos de vuelos el fin de semana en el aeropuerto de Beijing, fue el detonante para que se reanudara la controversia sobre la calidad del aire en la capital china. Aunque los alarmantes niveles de contaminación son uno de los temas más álgidos en la red china y han superado los límites de medición, las autoridades siguen sin asumir la gravedad de la situación.
El monitor de aire de la Embajada de Estados Unidos, que mide la cantidad de partículas finas contaminantes en el ambiente, ha calificado la calidad del aire en la capital como “nociva para la salud” o “muy peligrosa” desde el viernes. Incluso, en la tarde del domingo alcanzó una medición de 522 partículas finas, que fue descrita como “por fuera del índice de medición”.
Las actualizaciones del medidor estadounidense cada hora vía Twitter de la condición del aire se han convertido en el indicador más fiable, ya que las mediciones del gobierno -que promedian los valores registrados por una serie de monitores en toda la ciudad y por fuera de ella- sostienen casi siempre que el nivel de riesgo es “moderado”. Para Beijing, la calidad del aire ha sido buena el 80% de los días este año. Para el monitor estadounidense, en cambio, lo ha sido solamente 13 días en 2011.
Hay una razón de peso para explicar esa divergencia en las mediciones: la embajada de Estados Unidos mide la cantidad de partículas que miden menos de 2,5 micras o menos de diámetro (PM 2.5) en el aire -las más nocivas para la salud humana-, mientras que el gobierno sólo mide aquellas de menos de 10 micras (PM 10), o partículas gruesas.
Como los efectos de la contaminación son notorios en la capital, muchos de sus habitantes se han vuelto escépticos de las mediciones oficiales y han comenzado a seguir la cuenta de Twitter de la embajada. Un número cada vez mayor de ciudadanos ha volcado su descontento en las redes sociales como Weibo, a pesar de las promesas de Beijing de abrir sus centros de monitoreo a visitas públicas. Su credibilidad tampoco se ha beneficiado de noticias como la de que se habían instalado más de 200 purificadores de aire en las oficinas del gobierno.
No es la primera vez que el monitor de aire de la Embajada de Estados Unidos se ve en el centro de atención. Según un cable del Departamento de Estado revelado por Wikileaks, en julio de 2009 un funcionario del Ministerio de Relaciones Exteriores chino pidió a la embajada que dejase de trinar sobre el aire y manifestó que la información era “confusa” y podría acarrear “consecuencias sociales”.
Por lo pronto, la prensa oficial ha comenzado a hablar de los efectos de la contaminación del aire en la salud de los pequineses. El diario China Daily reveló que los casos de cáncer de pulmón han aumentado en un 60% en la capital china durante la última década, según estadísticas de la Oficina de Salud de Beijing. La contaminación sería la principal causa, ya que -según la oficina- no se ha registrado un incremento significativo en la cantidad de fumadores. Este cáncer, de lejos el más mortífero en China, es responsable de unas 600.000 muertes todos los años, según el Ministerio de Salud.
En la antesala de los Juegos Olímpicos de 2008, Pekín tomó una serie de ambiciosas medidas que buscaban mejorar la calidad del aire en la capital. Además de cerrar plantas de electricidad y sacar industrias de la ciudad, remplazaron miles de calderas de carbón por otras de gas y redujeron el número de autos en circulación.
Los resultados fueron muy notorios, pero tres años después las cosas han vuelto por la misma senda. El número de autos, por ejemplo, creció de cuatro a cinco millones en este tiempo. Y las mediciones se mantienen de manera consistente en niveles nocivos para la salud.
[Foto cortesía de David Barrie]