En otra demostración de que no teme mezclarse con el pueblo, Xi Jinping paseó el martes pasado entre los hutones de Qianmen y por la famosa calle Nanluo guxiang. En este caso no solamente quería mostrar que puede comportarse como “uno más”, si no que podía salir a la calle cuando en la capital se registran altísimos niveles de smog.
Entre las torcidas callejuelas de los hutones y las casas pobres y tradicionales que se amontonan al norte de la Plaza Tiananmen, no se esperaban ver la turba de periodistas y personal de seguridad que precedería nada menos que al presidente del país.
Como ya había hecho en otras ocasiones, el presidente se mostró amable y hasta campechano, conversando con la gente del lugar y sacándose fotos. Junto a él estaba el alcalde de Beijing, Wang Anshu y el secretario del Partido de la capital, Guo Jinlong. Xinhua, la agencia de noticias del Partido Comunista tituló “Presidente chino visita callejuelas tradicionales en Beijing pese a contaminación”.
Según el mismo medio, el presidente “pidió mayores esfuerzos para resolver el problema de contaminación y mejorar la administración de la ciudad”. Pero la nota se centra en explicar el lado popular del presidente, que desde que ha tomado el poder hace casi un año, se ha esmerado en dar muestras de su humildad.
“Una visita de este tipo realizada por líderes chinos es rara, pero no es la primera ocasión que Xi hace una aparición sorpresiva entre gente común, acciones que muestran su actitud popular”, dice Xinhua.
El nuevo estilo de liderazgo que ha impuesto Xi Jinping es una respuesta a las necesidades del pueblo de que el Partido sea más cercano y transparente. Desde el rol que ha jugado su esposa, la cantante Peng Liyuan, como verdadera primera dama, sus visitas a lugares comunes como un restaurante de dumplings, muestran la imagen que intenta imponer en contraste con su predecesor , Hu Jintao, de imagen más parca y recatada.
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