Hace 60 años, en 1952, Mao Zedong impuso el lema “Promover la cultura física y el deporte; reforzar el físico del pueblo”. En ese entonces, los chinos eran considerados los más débiles físicamente de Asia. El dictamen de Mao implicaba cambiar no sólo la mentalidad frente a la salud física sino la organización social para impulsar el deporte. Hoy, China tiene la cifra de 429 medallas en los Juegos Olímpicos, superando a países que históricamente han sido grandes competidores. El domingo, miles de personas se congregaron en las principales ciudades chinas a celebrar los sesenta años de la gran idea del timonel.
En 1952 China no era un país deportista. De hecho, su gente era considerada enferma y débil, principalmente porque no gozaban de bienestar económico y porque el deporte –excepto aquellos creados en China- no había penetrado en toda la sociedad.
Como parte de su proyecto de empujar a China hacia un mejor futuro, Mao Zedong impulsó el deporte como uno de sus mandatos revolucionarios: el pueblo debía ejercitarse. Y como si fuera poco, se enfrascó en crear deportistas de talla olímpica y un equipo deportivo capaz de enfrentarse al resto del mundo.
En ese mismo año, China se puso como objetivo participar en los Juegos Olímpicos. Las 40 personas que conformaban el equipo en ese entonces -38 hombres y 2 mujeres- no llegaron a tiempo para ser parte de todas las competencias y su participación fue casi nula, excepto unos cuantos partidos amistosos de fútbol.
China se retiró de la arena deportiva, justificándose en que no participaría en una competencia con Taiwán usando el nombre de República China. Después de varias conversaciones –que se tradujo en años de preparación- China logró convencer al Comité Olímpico de llamar a Taiwán “China Taipei”, y nombrarlos a ellos por su nombre real: República Popular China.
Su retorno al ruedo olímpico fue en 1984 y en ese año, sorprendió con 15 medallas de oro, 8 de plata y 9 de bronce, obteniendo el 4 lugar en el ranking mundial.
Desde ese entonces, solo con un leve desliz en el 88, en todos los juegos ha sorprendido con sus resultados, mejorando cada año hasta llegar al primer lugar en 2008 -precisamente en su capital- con 100 medallas. 51 de ellas fueron de oro.
Hoy en día, los chinos se sienten orgullosos de sus logros deportivos. Cada vez más hay aspirantes a deportistas, con horas extensas de entrenamiento y una práctica digna de un país de base militar. Los deportistas empiezan desde tan jóvenes que existen sospechas de que, por ejemplo, en gimnasia olímpica, China altera las fechas de nacimiento de sus gimnastas haciéndolas ver más viejas de lo que realmente son.
No hay ningún deporte donde China no haya ganado una medalla, incluso en deportes donde no son excepcionales como softball, hockey, ciclismo, baloncesto o fútbol. En estos al menos ha ganado una de plata o de bronce a lo largo de los años.
Incluso en fútbol, un deporte que China ha buscado incansablemente mejorar –como estrategia también de llegar al mundial- ha sido uno de sus principales metas. No en vano, trajeron a José Antonio Camacho con la esperanza de contagiar a sus jugadores de la destreza española, recientemente campeona del mundo.
Otros equipos locales han seguido el ejemplo de la nacional, como el Guangzhou Evergrande que hoy es dirigido por el campeón mundial Marcello Lippi y el Shanghai Shenhua comandado por el argentino Sergio Batista, con la experiencia de haberle dado una medalla de oro al equipo argentino en los olímpicos de 2008.
Más que olímpico es de calistenia
El domingo se vieron caras famosas como el eterno Yao Ming o el corredor de vallas Liu Xiang, pero la mayoría de los participantes fueron personas común y corrientes que les gusta hacer deporte y tienen el lema deportivo de Mao como parte de su proceder diario.
Es por esto que en la mayoría de los lugares donde se celebraron los sesenta años deportivos de China se hizo precisamente de la forma asiático-comunista-cincuentera que sigue aún muy vigente en China: la calistenia.
Desde la época Maoista, en China se practican una serie de ejercicios diarios de calentamiento y estiramiento, en orden, sincronizados y generalmente acompañados de música y muchos pasos de kung fu. La calistenia radial era antes transmitido en diversas emisoras, pero hoy en día cada uno escoge el ritmo y los tonos. Muchas escuelas siguen canciones que se oyen desde la época comunista, algunos grupos de trabajo como bancos o restaurantes siguen las indicaciones del administrador, gerente o jefe, otros lugares como peluquerías o restaurantes más grandes, van incluso al ritmo de la música electrónica.
De 10 a 30 minutos, la calistenia puede ofrecer beneficios iguales al de ejercicios de medio impacto. La costumbre de practicarlo todos los días hace que sea común encontrar por las calles chinas a adultos y ancianos estirándose y practicando esa rutina que se saben de memoria.
Se dice que esta costumbre, unida a otras prácticas chinas derivadas de la medicina tradicional, ha sido fundamental en la longevidad china. Hoy en día siguen siendo parte del día a día de los estudiantes, pero la longevidad no parece tener mucha esperanza con las nuevas prácticas modernas que ya entraron al país: comida rápida y una vida sedentaria al frente del computador o la televisión. No en vano se ven cada vez más obesos en un país que tradicionalmente estaba conformado por gente delgada.
Y mientras una parte de China se encarga de crear estrellas deportivas, otra parte de la sociedad se dedica a celebrar el orgullo deportivo, con sus calistenias y sus encuentros físicos en los más de 850.000 centros que se han creado en los últimos 30 años. Este grupo de deportistas de medio o alto impacto son el 28.2% de la sociedad. El resto, se debate entre los vicios modernos y capitalistas, o continúan viviendo en la vida rural china, lejana de cualquier instrucción deportiva.
En tanto, el gobierno recuerda con miles de actividades deportivas, que si no hubiera sido por la frase roja de Mao dicha hace sesenta años, el país no gozaría ni siquiera de un leve rendimiento físico. Ni siquiera tendrían sus diez minutos de calistenia diaria.
[Foto cortesía de Jeff Knezovich]
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