Xi’an: la antigua capital china en la Ruta de la Seda

In by Andrea Pira

A la ciudad donde se hallan los célebres guerreros de terracota es fácil llegar en avión o en tren desde Beijing, Shanghái o Hong Kong. Una vez vistos los guerreros, sin embargo, hay otros secretos y gemas imprescindibles para descubrir en la ciudad.
En la civilización china no hay un mito de creación, un grito de independencia o una gesta de fundación. Sus historias más remotas asumen que ha existido desde siempre. La China imperial, sin embargo, sí tiene un origen específico, y el lugar para buscarlo es en Xi’an, cuyo nombre significa "La Paz de Occidente", una ciudad de murallas, callejones y tesoros ancestrales. Explorarla implica adentrarse en el corazón histórico de la primera capital de China y en la legendaria Ruta de la Seda.

Xi’an mezcla la nueva china y la ancestral. Sus exóticos mercados, pintorescos almacenes de arte y caligrafía, y exquisitos restaurantes, son algunos de los atractivos que puede encontrar el viajero que desee ver algo más que los sublimes guerreros y caballos de terracota.

Para quien tiene ojos bien informados, una visita a Xi’an y sus alrededores implica explorar capas sobrepuestas en el tiempo y en el espacio, y puede tomar matices tan variados como un viaje en motocicletas a través de ancestrales cavernas, una exquisita investigación culinaria, o un místico peregrinaje a algunos de los primeros templos cristianos y budistas de China.


Foto: China Daily

Los tesoros de las tumbas

Las sobrecogedoras hileras subterráneas de los guerreros y caballos de terracota, que vigilan la tumba de Qin Shi Huang (259 a. de C. – 210 a. de C.), el primer emperador de China, es una las maravillas mundiales más atractivas y mejor conservadas de la antigüedad. Sus más de 2.000 estatuas detallan el ejército con que Qin unificó seis reinos distintos bajo un solo gobierno, en un territorio que comprende prácticamente toda la China actual. De hecho, el nombre "China" proviene de las variaciones con que los extranjeros llamaron a este primer imperio.

Las excavaciones todavía siguen. En mayo de 2015 fue descubierta una nueva zona que podría contener hasta 1.400 estatuas más. Algunas de ellas conservan restos de pintura, y por lo tanto sugieren que los guerreros y caballos de terracota tenían una capa de colores que se han perdido con el paso de los siglos.

Pero hay otro motivo por el que se cree que los objetos en el Museo de Guerreros y Caballos de Terracota fueron alguna vez de colores. Se trata de las antigüedades que se exhiben en el Museo Hanyuangling, una gema escondida 30 kilómetros al norte de Xi’an, que a menudo es ignorada por los viajeros que visitan a los famosos soldados de Qin.

Los conocedores catalogan a este museo, que es la tumba del Emperador Jingdi, como uno de los más ingeniosos del mundo. Los objetos desenterrados han sido preservados casi como fueron encontrados en la excavación misma, y para que el visitante pueda explorarla, se ha construido un piso de vidrio sobre el que se camina con unas zapatillas especiales. Todas las estatuas se observan desde arriba, y algunas tienen todavía capas de pintura.

Estos singulares mausoleos son testimonios mudos de una ciudad que durante mil años representó el destino y el origen de las caravanas mercantes que transitaban la legendaria Ruta de la Seda. Pero no todos los vestigios de la ruta son silentes, y ciertamente no todos están muertos.


Foto: Vigo en fotos

La vida de la Ruta de la Seda

"Todo aquí proviene de la Ruta de la Seda", dice Rui Xi, una artista que pasó cuatro meses catando los platos de todos los restaurantes de comida local, en los barrios al interior de las murallas históricas de Xi’an, hasta que hizo una selección de los mejores, contados con los dedos de la mano. "La base de este plato, por ejemplo, es agua de rosas con miel artesanal. Luego se le añade semillas de girasol, maní, semilla de loto, dátiles, uvas pasas, raíz de flor de lirio, flor de osmanto y fruto del espinoalbar. Es uno de mis favoritos. La gente aquí suele esperar más de veinte minutos para que le sirvan su cena pero cuando llego con clientes nos atienden de inmediato".

Estamos en una mesa en la acera del barrio musulmán de Xi’an, donde es posible encontrar desde tiendas de grillos, la más tradicional de las mascotas chinas, hasta algunas de las primeras mezquitas del país. Hemos explorado sus misteriosas callejuelas en el tuk tuk que Rui utiliza para guiar a los clientes de Lost Plate Food Tours. Cada uno de sus recorridos es una variada marcha por el abanico de restaurantes que representan el espectro culinario de Xi’an, profundamente influido por la herencia de las culturas occidentales de Persia y Samarcanda.

Pero además de la religión musulmana, por la Ruta de la Seda también se introdujeron a China el cristianismo y el budismo. "Hemos llegado al primer templo cristiano de China", anuncia la guía francesa Julie Bartaux, mientras se quita sus lentes de sol y baja de una motocicleta amarilla que es, según dice siempre la guía y copropietaria de Insiders Xi’an Tours, "la copia china de una copia rusa de las motocicletas alemanas de la Segunda Guerra Mundial, con sidecar y todo".

A la Pagoda Daqin, construida en el siglo XVII, se llega en motocicletas o camperos descapotables, conducidos por los guías a través de los caminos de tierra roja y montes ondulados de la exótica campiña china que rodea a Xi’an. A diferencia de la creencia común, el cristianismo no fue introducido a China por los misioneros europeos en el siglo XVII, sino más de mil años antes, por los viajeros sirios en la Ruta de la Seda.

Dado que Xi’an ha sido destruida varias veces a lo largo de su historia, para visitar la mayor parte de los milenarios templos budistas y cristianos es necesario salir de la ciudad. Ese el propósito de Insiders Xi’an.

Una vez de regreso, tras haber visto maravillas como el Templo de los Mil Budas, que contiene más de mil estatuas de Budas en distintas representaciones del Cielo, se regresa a la ciudad, sin no antes apreciar una última sorpresa.

En las laderas de los montes al oriente de la ciudad, que están hechos de la misma arcilla con los que hace casi dos mil años se crearon los guerreros y caballos de terracota, hay cavernas donde aún viven miles de personas. En China se conocen como yaodongs, y son famosos porque fueron durante muchos años la guarida del Ejército Rojo de Mao Zedong, durante los primeros años de la revolución comunista.

Allí es incluso posible pasar una noche, en cómodas habitaciones remodeladas por Julie Bartaux. Al caer de la tarde se disfruta de una cena tradicional, una copa de vino o un gin tonic, y una película de cine chino proyectada en el patio interior del yaodong. Quizás la de algún director de Xi’an, como Diao Yinan y Zhang Yimou, cuyas películas han ganado Osos de Oro en el Festival Internacional de Cine de Berlín.


Qué más ver en Xi’an

Las Pagodas Ganso: La Pequeña Pagoda Ganso y la Gran Pagoda Ganso son las únicas dos construcciones con más de mil años de antigüedad que se hallan dentro de la ciudad. En los alrededores de la Gran Pagoda Ganso hay atractivos restaurantes de comida local, y una animada iluminación nocturna.

Muralla de la ciudad: Aunque Xi’an ha sido destruida varias veces a lo largo de sus casi de 2500 años de historia, las pintorescas murallas actuales tienen 500 años de antigüedad y ofrecen una vista panorámica de la ciudad.

Museo de Historia de Shaanxi: El más detallado de China para observar las antigüedades de las dinastías anteriores al año 900. La calidad de sus cerámicas tiene pocos paralelos en el mundo.

La calle Shuyuanmen: Para quienes quieren una experiencia culinaria menos aventurera, pero no exenta de calidad, la pintoresca calle Shuyuanmen tiene varios acogedores restaurantes chinos. Además, contiene almacenes de arte local que son frecuentados incluso por los conocedores chinos. El viajero no debería pagar más de 100 yuanes (18 dólares aproximadamente), por una de sus piezas.


Foto: China Daily

Artículo producido para la revista Nexos, Latinoamérica.

[Crédito foto: Virtual Tourist ]

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