Los dirigentes chinos rara vez hablan de su pasado. Pero, en una rara confidencia hecha a meses de dejar el cargo, el primer ministro Wen Jiabao reveló a un grupo de estudiantes que su padre y su abuelo, ambos profesores, fueron víctimas de la campaña maoísta durante la Revolución Cultural.
El primer ministro chino contó a estudiantes de la Escuela Superior Nankai de Tianjin que su familia había estado "bajo ataque constante" durante la Revolución Cultural y que su padre había sido retirado de la enseñanza y destinado a la crianza de cerdos. El discurso, hecho el 25 de octubre, sólo fue publicado una semana después por el portal China Education News.
“Después de asistir a la universidad, mi familia ha sufrido repetidos ataques en las campañas políticas. Mi abuelo murió de una hemorragia cerebral en 1960. Yo lo llevé al hospital. La escuela donde enseñaba ha conservado la documentación sobre él, hojas llenas de autocríticas, escritas en caracteres pequeños y claros", señaló el primer ministro en su visita a su antigua escuela en la ciudad de Tianjin, vecina a Beijing.
Durante el tiempo del comunismo ferviente de Mao Zedong, el partido atacó y demonizó a los ciudadanos que consideraba pertenecían a una "clase" equivocada porque tenían un pasado "sospechoso". El padre y el abuelo del actual primer ministro se encontraría entre las víctimas."
“En 1960, mi padre también fue investigado por los llamados ‘problemas históricos’. No se le permitió enseñar más y fue enviado a trabajar en una granja en las afueras de la ciudad con la misión de criar cerdos. Mi padre fue una persona honesta, trabajadora y diligente a lo largo de su vida", confió Wen a los estudiantes.
Wen, de 69 años, se retirará del cargo de primer ministro en los primeros meses de 2013, como lo requiere la práctica de cambio general de liderazgo, prevista para finales del próximo año. Desde que se prepara para dejar el cargo, Wen se ha habituado a pedir -en términos claros y cada vez más frecuentemente- reformas políticas, un hecho que lo ha diferenciado de sus compañeros en la cúpula del Partido Comunista.
Sus propuestas, sin embargo, han sido siempre vagas y no han contado con ningún tipo de apoyo de otros líderes del partido. Para los escépticos, las afirmaciones del primer ministro resultan confusas y vanidosas, y poco dadas a buscar un cambio real. Otros observadores, más favorables a Wen, defienden sus palabras como parte de una perspectiva moderada que podría ganar terreno con la transición en el liderazgo.
"Mi infancia transcurrió entre la guerra y las privaciones. La pobreza, el hambre y los disturbios han dejado una huella imborrable en mi alma", también señaló. “Siento compasión por todos los pobres y hago todo lo que puedo por su bien y su felicidad”. China ha hecho enorme progreso en lo económico, añadió, pero aún se ve afectada por los desequilibrios, la desigualdad y la corrupción. "Me he dado cuenta de que sólo la ciencia, la búsqueda de la verdad, la democracia y el trabajo duro pueden salvarla".
"La distribución del ingreso es injusta y en algunas áreas los conflictos sociales son muy fuertes. Tanto, que han dado pie a incidentes de masas [eufemismo para describir el gobierno de las protestas, manifestaciones y huelgas] Si el gobierno hace caso omiso de la opinión pública y del bienestar de la gente, ignora sus fundamentos. La equidad y la justicia son los pilares de la sociedad. Si se pierden de vista, la gran casa de la sociedad se derrumbará”, concluyó.