Los líderes de China, Japón y Corea del sur anunciaron hace unos días la intención de establecer un área de libre comercio entre los tres países. El objetivo sería aumentar el flujo comercial y capturar con mayor fuerza a los consumidores de Asia, y de paso, atacar hacia otros mercados internacionales.
Atrás podría quedar el conflicto del Mar Meridional, pues ante la opción de multiplicar el comercio redujo los conflictos y abrió las puertas de una “casa común confuciana”.
En rueda de prensa, justo después de la cumbre trilateral, llevada a cabo en Beijing hace unos días, China, Japón y Corea del Sur, los líderes de los tres países anunciaron futuros encuentros de alto nivel y la conformación de una próxima zona de libre comercio.
Wen Jiabao, Primer Ministro chino, Yoshihiko Noda, Primer Ministro japonés y Lee Myung-bak, Presidente de Corea firmaron un acuerdo de inversión que sería “el primer documento legal importante” entre los tres países según Wen.
Este acuerdo ofrecerá un marco jurídico para “asegurar a los inversionistas de los tres países… en caso de encontrar problemas en los países huéspedes” añadió Lee.
La nueva zona de libre comercio e inversión sería una criatura en capacidad de rivalizar, en términos de PIB, con el NAFTA o la misma Unión Europea. Si los primeros dos representan respectivamente el 27.2% y el 25.8%, acá se está iniciando con un 19.7%, que seguramente aumentará con una apertura de las fronteras.
Las tres economías parecen complementarias. Si, gracias al costo laboral bajo, compañías del calibre de la taiwanesa Foxconn fabrica ya en China los productos electrónicos para los gigantes nipones y coreanos como Sony o Samsung, es fácil imaginar cómo se transformará el dragón cuando pueda importar libremente de sus vecinos esa tecnología. Es al mismo tiempo su talón de Aquiles y su gran deseo.
Y va más allá. La industria automovilística de los tres países ya funciona en una extraordinaria cadena, hecha no solo mediante intercambios de mercancía y trabajo, sino de movilización de marcas, estilos, tecnología y estudio aplicado a los productos.
Con este acuerdo, los dos países pequeños podrían beneficiarse del gran mercado chino y China, a su vez, aprender de ellos. Y el objetivo aún más ambicioso de los tres sería llegar en grupo a los mercados internacionales.
El intercambio comercial entre China, Japón y Corea llegó hasta 690 mil millones de dólares en 2011. En 1999, esta cifra bordeaba los 130 mil millones, según estadísticas del Ministerio de relaciones exteriores de China.
Hoy, China es el principal socio de Japón y Corea. En 2011, la inversión directa de Japón en China alcanzó lo 80 mil millones de dólares. La de Corea, 50 mil millones.
Los tres países, en conjunto, representan el 18.5 de las exportaciones globales. Según estimaciones de Xinhua, un tratado de libre comercio de este tipo podría incrementar el PIB chino en un 2.9%, el de Japón en 0.5% y el de Corea en 3.1%.
Pero el camino hacia un TLC efectivo es aún complicado. De un lado, ya se vislumbran retos económicos como son los subsidios a la industria doméstica, y del otro, los políticos, como precisamente lo que es razón de conflicto hoy: el mar meridional.
Sin embargo, las complicaciones parecen retos, en lugar de obstáculos, cuando se piensa en las ventajas del libre comercio, y la división “natural” del trabajo entre los tres países que éste traería. Ante una oferta de mercado aún más grande y lucrativa, la decisión de quien controla los recursos submarinos “podría” quedar en un segundo plano.
Estados Unidos ya tiene en la mira esta asociación, con su iniciativa del TPP, o Trans-Pacific Partnership, que puede ser tanto una competencia como un aliado. Según el Wall Street Journal, el TPP preocupa de forma más tajante que el acuerdo tripartita a los japoneses. En nombre de la ideología neo-liberal, el TPP podría obligarlos a abrirse a sectores protegidos como son la agricultura y la salud.
Además, una zona de libre comercio, que se gestione de forma correcta entre los tres países, podría ejercer y eliminar los residuos de proteccionismo, común entre ellos. Y en ese sentido beneficiar a otras economías en el mundo. Todo esto, pero, si el oriente confuciano se pone de acuerdo.