Sinología: La nueva economía de Cuba y la respuesta internacional

In by Andrea Pira

En la sinología de esta semana, Richard E. Feinberg, investigador del Latin America Initiative del Brookings Institution y profesor de Política Económica en UC San Diego, escribe sobre las nacientes relaciones comerciales entre Cuba y los poderes regionales y mundiales. Aún si China es uno de los socios comerciales más importantes del país, la relación económica entre los dos países sufre de un fuerte desequilibrio comercial. China en el reino de los minerales y el azúcar

Rápidamente China surgió como el segundo socio comercial más importante de Cuba, detrás de Venezuela, y enseguida dejó atrás a Canadá y España, los principales socios comerciales de los inicios de la era pos-soviética. En 2010 China le vendió a Cuba más de mil millones de dólares en una gran variedad de vehículos, maquinaria, bienes de consumo e insumos industriales. En toda la isla se ven los autobuses chinos Yutong con sus vivos colores (a pesar de los problemas de mantenimiento). A cambio, China importó por cerca de $800 millones, principalmente níquel y azúcar. Según fuentes chinas, estas compras de azúcar no se deben tanto a criterios de eficiencia económica sino al mutuo interés de China y Cuba en reducir el desequilibrio comercial bilateral.

Las empresas chinas hicieron en Cuba una serie de pequeñas inversiones de acción conjunta. Taiji Farms cultiva arroz para el consumo interno. Otras acciones conjuntas fabrican calzado, bicicletas y artículos para el hogar. Las banderas de la China comunista flamean en lo alto de la empresa conjunta Compañía Nacional China de Petróleo (CNCP) situadas en las áreas de perforación de petróleo en tierra de la costa norte central. Las inversiones de la CNCP en cinco bloques que pertenecen a las áreas marítimas de gas y petróleo de la ZEE también están en discusión. Si estas inversiones en energía se concretan, al níquel y al azúcar China le agregaría el petróleo como una de sus principales importaciones de productos básicos de Cuba. Las relaciones entre China y Cuba adquieren cierta simetría por las inversiones de las empresas estatales de Cuba en China en hoteles, turismo, producción farmacéutica (de drogas oncológicas e interferón) y centros de oftalmología.

Con el tiempo, China emprendió en Cuba proyectos de asistencia para el desarrollo (más allá de las empresas conjuntas), una combinación de donaciones y créditos a baja tasa de interés, según la Embajada china en La Habana. Los proyectos incluyen dos de tipo hidroeléctrico, sistemas de riego para la agricultura, una granja para la cría de patos, equipamiento para bancos de sangre, construcción de viviendas, y donaciones de medicinas y textos escolares.

En junio del 2011, Xi Jinping, vicepresidente chino (y posible futuro presidente) y el presidente de CNCP Jiang Jiemin visitaron la isla y firmaron acuerdos de entendimiento con el gobierno cubano y Cupet, la petrolera nacional, sobre una serie de temas, entre ellos, posibles grandes inversiones de China (hasta $5 mil millones según fuentes autorizadas de Cuba) para expandir las refinerías de petróleo y gas de Cienfuegos y Matanzas. Sin embargo, los funcionarios chinos subrayan en privado que estos acuerdos fueron meras declaraciones de intenciones y que resta negociar los detalles más ásperos. Otros acuerdos se refirieron a la reestructuración de la deuda, la protección de la inversión, eventuales créditos sin interés para asistencia, ligados a las exportaciones chinas, y futuras donaciones solidarias. En cuanto a cooperación técnica, se incluyeron laboratorios de investigación en universidades, estándares de televisión digital, supervisión bancaria, y planificación económica ("Cuba necesita asistencia para armar planes a cinco años", afirmó en privado un funcionario chino).

Los funcionarios chinos restaron importancia a los intereses de su país en Cuba: “Es un socio comercial más, no existe una relación especial", haciendo ver que aun dentro de los términos comerciales, los $2 mil millones anuales de comercio bilateral es sólo una pequeña porción del comercio que China mantiene con Latinoamérica y el Caribe. En realidad, China tiene un interés diplomático en Cuba desde hace tiempo. En los albores de la revolución, Cuba reconoció a la República Popular China, y fue el primer país en hacerlo. En noviembre de 1960, el Che Guevara encabezó una delegación económica a China. Pero cuando Fidel Castro se alió con la Unión Soviética, las relaciones con China se deterioraron. Cuando la Unión Soviética cayó la historia giró en otro sentido. El Presidente de China Jiang Zemin visitó Cuba en noviembre de 1993, y Fidel Castro le devolvió la visita en 1995. Raúl Castro fue a China dos veces, y en uno de sus viajes pasó 20 días recorriendo seis provincias. Actualmente Cuba respalda las posiciones de China en Taiwán y el Tibet, y ambas naciones comparten una visión similar del "antihegemonismo" y la "no intervención", y la preferencia por un orden mundial más multi-polar.

Para China, tener cada vez más presencia en Cuba fortalece un régimen amistoso que rige de manera similar un partido comunista, y encaja en una estrategia global de expansión de China en el mundo en desarrollo. Los funcionarios chinos aseguran a los diplomáticos estadounidenses no tener intenciones de desafiar los intereses de la seguridad de los EE.UU. en el Hemisferio Occidental, pero el comercio y las inversiones chinas, de facto, reblandecen el impacto de las sanciones económicas del país del norte contra Cuba. Desde el punto de vista geopolítico, Beijing preferiría una menor presencia de los Estados Unidos en su propio vecindario asiático, y puede imaginar que la presencia china en el Caribe constituye un factor de compensación que quizás, algún día, sirva como objeto de negociación en caso de que haya una realineación de fuerzas.

Para Cuba, la creciente presencia china tiene obvias ventajas económicas y geopolíticas. Y esto ocurrirá especialmente si las petroleras nacionales chinas (CPN) tienen éxito en sus exploraciones marítimas e invierten a gran escala en la expansión de las refinerías. Sin duda alguna, China encaja a la perfección en la estrategia de mercado emergente de Cuba. De manera más sutil, China puede ayudar a equilibrar la influencia venezolana y ofrecer una sociedad más durable.

Las relaciones entre China y Cuba no están exentas de tensiones. La lentitud con que Cuba está desmantelando su centralización económica de la era soviética provoca la frustración de China: “En un mundo que avanza a pasos agigantados, la Cuba socialista puede alcanzar y superar a otros sólo si se libra rápidamente de su chaleco de fuerza intelectual y si intensifica sus reformas”. Un ex embajador latinoamericano relató al autor cómo su par chino “se arrancaba los pelos” por la lentitud con que Cuba llevaba a cabo su reforma económica. Los chinos se molestaron cada vez que Cuba suspendió las transferencias de divisas por créditos e inversiones. Según los reportes de la prensa, la deuda externa de Cuba con China asciende a $4 mil millones.41 Varios proyectos conjuntos encontraron serios problemas, y otros conceptos de inversión conjunta de los que se hablaba a menudo no lograron concretarse, como la extracción de níquel en Camariocas o un hotel de lujo en la Marina Hemingway de La Habana. Para que la sociedad chino-cubana alcance su plenitud, la reforma económica de Cuba deberá darse rápidamente. La principal traba que demora el intercambio entre ambos países son las políticas económicas locales.

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[Crédito foto: Renminwang people]

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