Sinología: Chile, la distancia entre comercio e inversión

In by Andrea Pira

Ningún Tratado de Libre Comercio (TLC) por sí mismo y sin políticas especiales complementarias puede inducir una corriente novedosa e importante de inversión extranjera directa. Desde la suscripción del TLCs de Chile con Corea (2003), pasando por China (2005) y Japón (2007), se dijo que el incremento del comercio traería también una fuerte corriente de Inversión Extranjera Directa (IED). Y, si bien el comercio total con los tres países en 2010 alcanzó los USD 42.238 millones –con exportaciones por USD 27.653 millones–, los deseos de mayor inversión no se cumplieron. China es ahora el principal socio comercial de Chile, pero sus inversiones apenas llegaron a USD 85 millones al 2010, mientras que las de Chile en China totalizaron USD 212 millones. La inversión requiere políticas específicas de promoción, más allá de los TLCs.

Introducción


Kojiro Takeshita, representante oficial en Santiago de la Organización Oficial del Gobierno de Japón para el Comercio Exterior (Jetro), señaló en una reciente entrevista que “cualquier empresa en Japón lo que primero hace para entrar en un nuevo mercado, condición muy importante, es conseguir un cliente; y una segunda etapa es pensar en inversiones”.

Y, aunque la inversión japonesa en Chile alcanzó los USD 2.755 millones en el periodo 1974-2010, está claro que la afirmación tiene validez, especialmente cuando se mira el comportamiento entre comercio e inversión no solo de Japón sino también de los otros dos actores asiáticos claves para la economía chilena: Corea y China. Chile tiene con los tres países Tratados de Libre Comercio (TLCs).

El primero fue con Corea, vigente desde 2004; el segundo con China, en vigencia desde el cuarto trimestre de 2006 y el tercero con Japón, desde 2007. El salto en el comercio con estos tres países ha traído una transformación profunda para la economía chilena: China es ahora su primer socio comercial y la suma de exportaciones a los tres países llegó en 2010 a USD 27.653 millones; mientras que el comercio total alcanzó los USD 42.238 millones.

Es en ese flujo donde se ha asentado, al igual que en otros países de la región, la fortaleza para enfrentar la crisis económica internacional. En 2009, pese a que las exportaciones registraron una caída del 5% respecto a 2008, Asia siguió siendo la zona de mayor intercambio comercial para el país, aportando más de USD 23 mil millones a la balanza comercial chilena.

Es cierto que en ese año el China fue de los pocos países que mostró un alza en el intercambio bilateral, ya que totalizó en ese año USD 17.424 millones, equivalente a cerca de un quinto del comercio chileno total. Cabe recordar que, contra todos los pronósticos, China logró un crecimiento en el 2009 del 9,2%, muy por encima del 8% que se había preasignado, ello como consecuencia del gran plan de 585 mil millones de dólares aplicados al consumo y desarrollo interno.

El gigante asiático se mantiene como el principal socio comercial de Chile, lugar que ocupa desde 2008, cuando desplazó a EE.UU. Así, entre 2000 y 2010, las exportaciones a China, ahora principal destino comercial de Chile, pasaron de USD 965,5 millones al principio de la década a USD 16.541 millones en el 2010.2 La inversión ausente Esas cifras de comercio son extremadamente distantes de aquellas relacionadas con la inversión. Y este es uno de los temas de fondo que coloca la experiencia chilena en sus relaciones con sus principales socios comerciales en Asia: el comercio ha sido intenso y creciente; la inversión ha sido baja, cuando no mínima.

Desde la suscripción del TLC con Corea, en 2003, pasando por las sucesivas ceremonias con China en noviembre 2005 y Japón en marzo 2007, se dijo que el incremento del comercio debería traer también una fuerte corriente de Inversión Extranjera Directa (IED) desde aquellos países a Chile. Esos deseos no se vieron ratificados al hacer el balance de la década. De hecho, la inversión concretada de China en Chile no pasa de USD 85 millones, mientras que la de Chile en China llega a los USD 212 millones, cifra que no considera el paso de los fondos de pensiones, AFP, que apuestan en sus desarrollos anuales también a los fondos chinos.

Por su parte, la inversión coreana concretada en el país solo llega a USD 40 millones, según informe de la Direcon de Chile.

Algo muy distinto de la actividad de los fondos AFP de Chile en las oportunidades financieras coreanas: Los datos reales de la inversión demuestran lo escasa que ella ha sido, 42,3 millones de inversión real coreana en Chile, concentrada esencialmente en el área de promoción de ventas y servicios. Quisiera mencionar que la inversión de fondos privados chilenos en el sistema financiero coreano ha alcanzado a 1.2 billones de dólares, lo que ha reflejado confianza en la fortaleza de la economía coreana.

Según Ricardo Lessmann, Presidente de la Cámara de Comercio Chileno-Coreana, el séptimo aniversario de la vigencia del TLC coreano-chileno (abril 2011) dejó en evidencia la recuperación en la dinámica de los intercambios comerciales pero unida a una falta de concreción en las inversiones. Conversaciones hay –recientemente se daban en ámbitos forestales– pero de la exploración de posibilidades a la concreción, hay aún buena distancia. Y ello reclama asumir la situación con realismo y operar, según Lessmann, al ritmo asiático.

Existen conversaciones y algunas tratativas para ampliar el espectro, pero estas no son decisiones gubernamentales ni rápidas como quisiéramos y también hay que considerar que los tiempos nuestros no son los mismos que los tiempos coreanos. Tenemos que interesar a los inversionistas coreanos, a quienes les comentamos y aseguramos en todas las reuniones que Chile es un buen lugar para hacer negocios, que contamos con todas las fortalezas de un país políticamente estable, con cuentas ordenadas, con instituciones que funcionan, con infraestructura y avances en tecnologías que permitirían a los inversionistas coreanos desarrollar sus negocios y usar nuestro país como plataforma de entrada a Latinoamérica. Seguiremos insistiendo en este desafío.

En noviembre de 2010 hubo una buena noticia, aunque no apareció recogida en los informes oficiales sobre comercio e inversión con Corea elaborados al fin del año, porque el aporte no se ha concretado hasta que se terminen los estudios medioambientales pertinentes. Empresas coreanas adquirieron el 30 por ciento de participación del área minera del Salar de Atacama, Chile, de donde se obtiene la mayor producción de litio del mundo. El Presidente de Samsung C&T, Chin sung-ha, y el CEO (gerente de operaciones) de Korea Resources Corporation (Kores), Kim Shin-jong, firmaron un contrato de inversión con el Grupo Errazuriz, por el cual Samsung adquirirá el 18% de las acciones y Kores el 12% de la Compañía SPC, creada para la explotación de la mina, con una inversión conjunta de USD 190 millones destinados a la construcción de la infraestructura respectiva.

La construcción de las instalaciones para la extracción, evaporación y purificación de la sal marina en la margen occidental del lago deberían concluir en 2011. A continuación se instalará una planta con capacidad para producir, en 2013, hasta 20.000 toneladas de carbonato de litio anualmente, la que a futuro se desea ampliar para producir 40 mil toneladas de litio.

La región del Salar de Atacama cuenta con algunos de los depósitos de litio de más alta calidad del planeta y produce el 45% del litio de todo el mundo. Allí el Grupo Errázuriz tiene propiedad en un área de 700 kilómetros cuadrados.6 Nuevas gestiones en China En el marco de todos estos antecedentes, el Vicepresidente Ejecutivo del Comité de Inversiones Extranjeras (CIE) de Chile, Matías Mori, viajó a Beijing y Hong Kong a fines de abril de 2011 para promover proyectos de inversión entre Chile y China. La primera tarea de Mori fue participar, en Beijing, en la Quinta Conferencia Empresarial China para la Inversión en el Exterior y exponer en un foro de inversión organizado por la Cámara de Comercio General de Hong Kong y el Consulado chileno en ese país.

La distancia entre comercio e inversión ra, aun cuando algunas consultas previas a esa gira también señalaron cierto interés por proyectos ligados con áreas de producción industrial. Pero uno de los obstáculos esenciales pasa por la falta de información específica –reclamada por los inversionistas chinos y sus fondos nacionales– respecto de proyectos concretos. Chile, como otros países, ponen demasiado el acento en sus seminarios de promoción en las cualidades generales del país, en su ubicación, en los índices de transparencia, en sus indicadores de clima de negocios y en las condiciones legales que ofrece, pero poco se dice de carpetas concretas donde se describan proyectos, condiciones de ejecución y garantías de la inversión.

Esto quedó en evidencia en la firma de un Memorándum de Entendimiento entre el CIE con el Buró de Promoción de Inversiones de Beijing, agencia local que promociona la inversión extranjera en la capital china así como la inversión en el extranjero de las empresas locales. Allí, el Subdirector del organismo, Zhou Xu, señaló que hasta ahora su entidad no tenía relaciones con ninguna agencia latinoamericana de promoción de inversiones, pero que “el intercambio de información entre ambas instituciones es fundamental para lograr un mejor conocimiento entre los empresarios de ambos países, dado que en Beiijing hay cada vez más compañías que quieren invertir fuera del país”.

Desde el ámbito público, esa promoción de inversiones se da en el espacio de la imagen que China tiene sobre las posibilidades de encontrar respuestas para sus intereses y necesidades. Así, Zhang Yingxin, Vicedirectora General de China Investment Promotion Agency (CIPA), agencia estatal dedicada a promover inversiones dentro y fuera del territorio chino y dependiente del Ministerio de Comercio, fue clara al decir que el interés de los inversionistas chinos se ubica especialmente “en el rubro minero”.

Es posible que esta ausencia de la inversión china en el campo de la minería esté ligada al fracasado proyecto de China Minmetals en adquirir parte de la propiedad de la mina Gaby, de Codelco. En diciembre de 2005 Minmetals y Codelco anunciaron una alianza, que implicó el establecimiento de una empresa de riesgo compartido en partes iguales, consistente en el pago adelantado de 55.750t anuales de cobre por un monto de USD 550 millones en un plazo  de entrega de 15 años y un saldo de precio que terminó siendo muy por debajo del precio real de la libra de cobre.

El directorio de la estatal chilena en aquel momento ratificó la opción de Minmetals para adquirir, a precio de mercado, una participación minoritaria en la sociedad que explotara el yacimiento Gaby. Por esta vía, la corporación china podría adquirir el 24% de Gaby y una opción de compra hasta el 49%, “si Codelco decide vender parte de Gaby”. El condicional, tan inexistente en el lenguaje chino, llevaría a interpretaciones distintas sobre el carácter definitivo del pacto. Además, como parte del acuerdo se establecía un pacto de accionistas que le otorgaba a la empresa china derecho de veto respecto de cualquier decisión en el mineral, más allá de su condición de accionista minoritario.

Dos años después, cuando se acercaba la fecha de poner en ejecución el acuerdo, este se encontraba bajo cuestionamiento de parlamentarios de todos los partidos en la zona del mineral, de los sindicatos (partes en el directorio de Codelco) y de las propias autoridades de la corporación minera chilena. Finalmente, tras la visita de la presidenta Bachelet a China y conversaciones a nivel político, Minmetals aceptó dejar atrás dicho plan. Se emitió un comunicado diciendo que ambas corporaciones podrían buscar negocios conjuntos en otros países de América Latina o África.8 Pero la salida política no fue sin costos.

Solo en diciembre 2010, en el marco del seminario “Chile-China 40 años de relaciones: ¿qué trae el futuro?”, organizado por la Universidad Andrés Bello en Santiago, el Presidente de Minmetals, Zhou Zhongshu, y el Ministro de Minería del nuevo gobierno, Laurence Golborne, volvieron a hablar de intereses comunes y de posibilidades de inversiones. La relación entre el principal productor y el principal consumidor de cobre del mundo es el eje de ese diálogo ineludible, cuyos alcances solo se percibirán al final de esta década. Japón: el más alto en inversiones asiáticas El panorama con Japón es distinto.

La distancia entre comercio e inversión parece ser un actor más significativo en este espacio de la inversión. De las cerca de 90 empresas japonesas que invierten en Chile, las mayores inversiones se han enfocado en el sector minero, en empresas como las del grupo Luksic Esperanza por medio de Marubeni, con una inversión de USD 378 millones, y Minera El Tesoro con USD 304 millones. Sigue a estas la japonesa Jeco Corporation, en Minera Escondida (USD 181 millones); Pan Pacific Copper, en Lumina Copper (USD 180 millones); Nippon, en Los Pelambres (USD 162 millones) y Japan Collahuasi, en Collahuasi (USD 160 millones). Estas inversiones le permiten a Chile abastecer el 40% del consumo nacional de cobre en Japón. Se confirma así, al igual que en las relaciones con China y Corea, que el interés principal está colocado en el ámbito minero.

La diferencia es que Japón, efectivamente, ya ha invertido USD 1.185 millones en la minería chilena, a diferencia de los otros dos países asiáticos. Al 2009, los japoneses aparecían colocando en minería el 82,7% de sus inversiones, seguida de lejos por las maderas y el papel con un 4,9%, luego alimentos y bebidas con 3,6%, ventas al por mayor y al por menor con 2,9%, finanzas con 2% y forestal con 1,2%. Según cifras del CIE, las firmas del país nipón se ubican en el sexto lugar del ranking de inversión histórica materializada con USD 2.755 millones, pero los montos autorizados se elevan a USD 4.618 millones, con lo cual se vienen inversiones por USD 2.400 millones.

La percepción que quedó tras la reciente visita del presidente Sebastián Piñera a Japón (noviembre 2010, cumbre de Apec) es que las futuras inversiones japonesas se abrirán a otros rubros más allá de la minería, como el sector salmonero, el de los vinos, el automotriz y el sanitario. A fines de 2010, las firmas japonesas Marubeni e Innovation Network informaron que buscaban tomar el control de la sanitaria Aguas Nuevas a través de una joint venture, donde ambas firmas pagarían en partes iguales cerca de USD 500 millones al Banco Santander de España, siendo esta la mayor inversión individual de empresas niponas en Chile.

A su vez, con esta compra, las empresas japonesas alcanzarán el 9,5% de participación en el mercado sanitario chileno, lo que las ubicará en la tercera posición. Un ejemplo de decisión de política interna que determina perspectivas de IED se dio en Chile con motivo de la adopción por parte de Chile de la norma japonesa de TV digital, lo cual se ha 332 Tejiendo redes constituido en un incentivo para que empresas como Sony o Panasonic potencien sus inversiones en el país. Y, en caso de una mayor apertura bancaria a nivel local, también podría generarse una mayor presencia de la banca japonesa, la cual hasta ahora se encuentra representada con una oficina del Bank of Tokio Mitsubishi.

Pero si bien las cifras japonesas mejoran en algo la presencia de los tres grandes del comercio asiático con Chile en el ámbito de las inversiones, se está muy lejos de la realidad que la IED tiene en la América Latina actual. Esto se ratificó con el informe sobre IED entregado por Cepal el 4 de mayo de 2011. Según las perspectivas presentadas desde México por la Secretaria ejecutiva del organismo, Alicia Bárcena, la inversión extranjera crecerá entre el 15% y el 20% en 2011 en Latinoamérica. De acuerdo con el informe, el mayor receptor de inversión en la región fue Brasil, donde la IED aumentó un récord de 87% y alcanzó los 48.462 millones de dólares en 2010. Le siguieron México (17.726 millones de dólares, un incremento del 17%), Chile (15.095 millones de dólares, crecimiento del 17%), Perú (7.328 millones de dólares, 31%), Colombia (6.760 millones, una caída del 5%) y Argentina (6.193 millones, un alza del 54%).

Para la Cepal, las cifras entregadas “dan cuenta de la creciente inserción de América Latina y el Caribe en el proceso de globalización económica”.10 El reporte de la Cepal destacó que Estados Unidos continúa siendo el inversionista principal en Latinoamérica, responsable del 17% de la IED total recibida en 2010, seguido de Holanda (13%), China (9%) y Canadá y España (ambos con 4%). A su vez, el movimiento de las inversiones latinoamericanas al exterior también mostró cifras muy altas. Entre las llamadas traslatinas, las compañías mexicanas fueron las que realizaron mayores inversiones en el exterior por 12.694 millones de dólares, seguidas de las brasileñas (11.500 millones), las chilenas (8.744 millones) y las colombianas (6.504 millones). Frente a esos movimientos, las cifras de inversión de China y Corea en Chile resultan absolutamente mínimas y las autoridades actuales se han puesto como meta principal revertir esa situación.

La distancia entre comercio e inversión Los TLCs y sus aportes En un trabajo publicado por Cepal en noviembre 2008 sobre el impacto a futuro de los TLCs con China y Japón en la estructura económica chilena, se decía: Los resultados sugieren que los acuerdos comerciales incrementarán las exportaciones hacia los mercados chinos y japoneses, especialmente en el caso de las manufacturas livianas (carnes, productos lácteos y alimentos) y productos agrícolas (frutas y vegetales). Asimismo, producirían un impacto positivo diversificando el contenido de productos chilenos en las exportaciones a Japón y China, por ejemplo, la participación del cobre en las exportaciones totales se reduciría en más de un 10%… Además, se generan nuevas condiciones para la venida de inversiones extranjeras directas (IED)…Todos los acuerdos comparten objetivos básicos [entre ellos] estimular inversiones, y con ello el desarrollo productivo”.

La diversificación no se ha hado como se esperaba, aún hay cuotas de productos que no se han alcanzado a cubrir o están en cero. Es cierto que, en términos absolutos, se han logrado avances importantes en las exportaciones de frutas, vinos y ciertos alimentos, pero el dominio de las exportaciones está en una lista breve de productos. 


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Reyes, Fernando. “Chile, la distancia entre comercio e inversión”.

Carlos Juan Moneta y Sergio Cesarín (Editores), Tejiendo Redes. Estrategias de las empresas transnacionales asiáticas en América Latina. UNTREF-UIBE, Beijing; EDUNTREF, Buenos Aires, 2012.

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