Sinología: “Hong Kong y Macao vuelven a casa”

In by Andrea Pira

En esta tesis presentada en 2009 para el Colegio de San Luis, México, José Cabrera Gutiérrez, Licenciado en Relaciones Internacionales, analiza el regreso de Hong Kong y Macao a la República Popular de China y explica que fue gracias al principio de “un país, dos sistemas”, liderado por Deng Xiaoping, que se pudieron solucionar los problemas históricos de la región. Por otro lado, analiza las diferencias existentes entre las dos regiones administrativas especiales y su relación con el gobierno de Beijing.   
1.1. De una aldea de pescadores a uno de los focos de industria ligera más importantes del mundo: Hong Kong

1.1.1. Del Tratado de Nanking a la rendición japonesa

El comercio de los británicos con China data desde el siglo XVIII cuando los ingleses mediante trueques enviaban plata, algodón y lana a los chinos, para recibir a cambio seda y té. Tiempo después, la Gran Bretaña comenzó a enviar opio proveniente de India a la provincia de Cantón a través de la empresa “East India Company”, el opio era pagado con plata que era usada para comprar seda y té.

Con el transcurso del tiempo, el tráfico de opio continuó creciendo de 2.000 arcas en 1800 a más de 26.000 en 1836. El aumento en la entrada de opio constituyó un hecho que los líderes chinos no podían aceptar ya que se hacía de manera ilegal, además de que generaba una gran salida de plata. Fue así que para 1839, el Emperador de China ordenó que se detuviera la entrada de opio a la provincia de Cantón, amenazando de muerte a los comerciantes que se atrevieran a introducir opio en China.

Gran Bretaña respondió con el envío de tropas cuyo objetivo era proteger a los ciudadanos británicos y garantizar el acceso comercial a China. Este despliegue militar propició una confrontación conocida como la Primera Guerra del Opio y la firma del Tratado de Chuanpi, el 26 de enero de 1841, que al no ser lo suficientemente bueno para las dos partes derivó en el Tratado de Nanking, firmado el 19 de agosto de 1842, que cedía en perpetuidad la isla de Hong Kong a Gran Bretaña; además de obligar a que se diera la apertura de cinco puertos chinos para el comercio británico.

En el año de 1842, habitaban en Hong Kong menos de 5.000 personas en dos docenas de pequeños pueblos y 2.000 pescadores que vivían en sus barcos. La adquisición de la isla de Hong Kong por parte de los británicos fue con el propósito de convertirla en un puerto libre que promoviera el comercio internacional y no simplemente por fines expansionistas.

En 1858, una disputa llevó a una incursión militar británica y a otra cesión de tierra por parte de China. Esta disputa también conocida como la Segunda Guerra del Opio y la Guerra de la Flecha comenzó cuando China tomó la decisión de revisar un barco británico de nombre Flecha que se encontraba en un puerto chino con una bandera británica; como respuesta, los ingleses desplegaron tropas militares en Beijing que saquearon y quemaron el Palacio de Verano del Emperador. El fin de este enfrentamiento tuvo lugar ese mismo año bajo un contrato de arrendamiento por el territorio de Kowloon en el que el gobierno británico se comprometía a pagarle al gobierno chino quinientas barras de plata al año. Sin embargo, el contrato de arrendamiento fue suspendido el 24 de octubre de 1860 con la Convención de Beijing en la que se cedían a perpetuidad los territorios de Kowloon y Stonecutters al gobierno británico.

El triunfo de Japón sobre China en 1894 y 1895 dejó en claro la debilidad en que se encontraba Beijing, despertando el interés de muchas potencias Europeas con pretensiones imperialistas a prestarle más atención a China. Así, para 1898 en la Convención de Beijing, los ingleses obligaron a China a firmar un tercer tratado conocido como la Convención de la Extensión del Territorio de Hong Kong bajo el pretexto de que la ocupación de la bahía de Cantón por parte de Francia resultaba una amenaza para Hong Kong. Este Tratado de Arrendamiento acordó entre ambos gobiernos la concesión de los Nuevos Territorios por 99 años a Gran Bretaña.

Sobre los tratados firmados entre Gran Bretaña y China para que Hong Kong pasara a ser colonia inglesa, Dicks (1983: 434) señala:

“Aún cuando la guerra constituye parte determinante en el ejercicio del poder y hay una extrema desigualdad entre las partes o incluso una imposición de una sobre la otra, se puede decir que las obligaciones convenidas por las partes no pueden ser descritas como iguales. En este sentido pocos podrían negar que los tres tratados firmados entre Gran Bretaña y China para la adquisición de Hong Kong entran en estas tres categorías”.

La postura China durante la primera mitad del siglo XX respecto al tema de Hong Kong fue la de recuperar el territorio sobre todo después de que Chiang Kai-shek llega al poder en 1927. Esto como resultado del sentimiento nacionalista que experimentaba el país a consecuencia del levantamiento “Boxer” contra los poderes extranjeros y del movimiento revolucionario liderado por Sun Yat-sen, caracterizado por un fuerte nacionalismo en la aplicación de la política China, que a su vez llevó a la proclamación de la República de China en 1912.

Este nacionalismo se fortaleció todavía más al término de la Primera Guerra Mundial en 1918, cuando las potencias vencedoras no devolvieron los territorios ocupados por Alemania a China sino que se los entregaron a Japón, provocando un movimiento nacionalista contra las potencias extranjeras que inició el 4 de mayo de 1919.

En 1932, Japón tomó Manchuria y como consecuencia se dio el estallido de una guerra en 1937 en la que China pidió apoyo militar a Gran Bretaña, propiciando un mejoramiento en las relaciones diplomáticas entre chinos y británicos. La invasión japonesa de 1937 provocó que Hong Kong se convirtiera en un lugar de asilo para cientos de miles de chinos desplazados.

Cuando comenzó la Segunda Guerra Mundial, el Primer Ministro Británico Winston Churchill sabía que el territorio de Hong Kong podría caer en manos de los japoneses. Para esto envió dos batallones canadienses en el otoño de 1941, además de acordar una coordinación en las operaciones de defensa militares con el gobierno chino para cuando los japoneses atacaran Hong Kong.

Los japoneses llegaron a Hong Kong el 8 de diciembre de 1941, bombardeando el territorio de Kowloon y expulsando a las tropas británicas que se encontraban ahí y en los Nuevos Territorios. Tras la rendición británica el 25 de diciembre, los japoneses utilizaron Hong Kong como un bastión militar y una estación de suministros para sus campañas en Asia Oriental.

Durante la ocupación japonesa de Hong Kong, el deseo de Chiang Kai-shek por recuperar el territorio crecía a tal grado que ya tenía planeado que éste siguiera siendo un puerto libre donde se protegieran los intereses de los residentes británicos. Cuando el Primer Ministro Británico Winston Churchill se enteró de que China deseaba recuperar el territorio de Hong Kong, mencionó que haría todo lo posible para evitarlo.

Antes de que terminara la Segunda Guerra Mundial en 1945, Chiang Kai-shek se dio cuenta de que la intención británica era quedarse con Hong Kong. Sin embargo, nunca decidió incursionar militarmente porque le aquejaba un gran problema interno: los comunistas encabezados por Mao Tse-tung podían intentar derrocar a su gobierno en cualquier momento. Otro motivo que frenó la intervención en Hong Kong fue el desprestigio internacional que tendría China por no comportarse como debía hacerlo una potencia mundial.

Chiang Kai-shek prefirió que se diera el regreso británico a Hong Kong, sabiendo él que el Tratado de Arrendamiento de los Nuevos Territorios tendría que ser cumplido y Hong Kong regresaría a casa. De esta manera, el 16 de septiembre de 1945, China aceptó la rendición de Japón y por ende Gran Bretaña recuperó Hong Kong el 1 de mayo de 1946.

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