“El tamaño de la protesta intimidó a los funcionarios en Wukan”: sinólogo francés Jean-Philippe Béja

In by Simone

Durante más de una semana, las revueltas en el pequeño pueblo pesquero de Wukan ocuparon todos los diarios internacionales. China Files habló con el reconocido sinólogo francés Jean-Philippe Béja, quien se encontraba en Roma para participar en una conferencia sobre la Primavera Árabe y la situación en China.
Hace dos semanas, los habitantes del poblado situado en la rica provincia de Guangdong, motor de desarrollo de China, se rebelaron contra las irregularidades en el proceso de confiscación de tierras. Los disturbios se precipitaron tras la muerte bajo custodia policial de uno de los líderes de la protesta, según fuentes oficiales por razones de salud.

Durante varios días, el pueblo permaneció sin autoridades tras la huida de los cuadros del partido local y fue rodeado por la policía, que impidió la llegada de suministros y alimentos con el ánimo de obligar a sus ciudadanos a calmar los ánimos. Las reuniones este miércoles entre los funcionarios y los manifestantes se resolvió con una victoria para estos últimos, que lograron la liberación de los detenidos en las protestas.

China Files conversó con el sinólogo francés Jean-Philippe Béja, profesor de Sciences Po y director de investigación del Centro de Estudios e Investigación Internacional (CERI) de París, durante su paso por Roma. Béja tradujo al francés -por primera vez- los escritos del intelectual y activista Liu Xiaobo, detenido desde que escribió la Carta 08 reclamando la garantía de los derechos fundamentales en China. La edición de Béja fue precisamente prologada por el recién fallecido Václav Havel, el intelectual -y ex presidente- checo que lideró el movimiento cívico contra el comunismo en la antigua Checoslovaquia.


El pueblo de Wukan ha atraído la atención internacional, en particular por los métodos utilizados por los manifestantes en la elección de sus representantes. Algunos observadores, como el diario Mingpao de Hong Kong, fueron tan lejos como para establecer paralelos con Beijing en 1989. ¿Qué lectura hace de la situación?

Más que el movimiento de 1989, la protesta recuerda los enfrentamientos que también ocurrieron en la provincia de Guangdong en 2006. También entonces los ciudadanos se levantaban contra los abusos de los jefes de aldea y los funcionarios locales. Si analizamos el caso de Wukan, las primeras protestas contra la confiscación de tierras en septiembre fueron aprobadas por el gobierno local del distrito de Lufeng. Lo que intimidó a los funcionarios fue el tamaño de las manifestaciones.

Luego, tras los arrestos y la muerte en custodia de Xue Jinbo se reanudaron las protestas. En cuanto a las elecciones, que pueden parecer distantes de los cánones chinos, son en realidad algo común en situaciones de este tipo. Finalmente, ha sido la atención de la prensa internacional lo que ha transformado el incidente en un problema de imagen para el gobierno de Guangdong.



Esa atención mediática ayudó a que también adquiriera protagonismo otra protesta en Haimen, a sólo 100 kilómetros de Wukan. En este caso contra una central eléctrica y con una respuesta violenta por parte de la policía. Hace poco el bloguero Michael Anti ha hecho hincapié en el papel que la protección del medio ambiente puede jugar en las protestas en China. ¿Es realmente así?

La degradación ambiental es un problema real. Por esta razón el gobierno central intenta bloquear los proyectos más devastadores que han sido autorizados por autoridades locales. Si tomamos como ejemplo la protesta de Dalian [donde decenas de miles de manifestantes lograron el cierre de una fábrica de producción de paraxileno, material utilizado para fabricar botellas de plástico y poliéster], vemos que el descontento congrega sobre todo a la clase media.

Este problema medioambiental y las protestas en las ciudades ligadas a ella son afortunados porque involucran a los ganadores de las reformas, contra quienes es más difícil utilizar la fuerza. En parte porque no cuestionan el poder de los gobiernos locales. En cambio, frente a los agricultores las autoridades no toman la misma actitud. Basta pensar en los miles de casos de envenenamiento por plomo que caen en el olvido.


¿Existe algún recuerdo del movimiento de 1989 entre la gente común, entre quienes tenían veinte años entonces y no lo pueden olvidar?

Los activistas del movimiento de abogados -los llamados weiquan- que en ese momento tenían más o menos de diez años, recuerdan ese período aunque no lo conocieron de cerca. Sin embargo, han tomado lecciones de aquel fracaso. No atacan de frente al poder, sino que buscan resultados concretos. No son disidentes, sino que su objetivo es que se cumplan las leyes.

Quienes vivían en la ciudad tienen una memoria muy clara de lo ocurrido. Las opiniones difieren en este aspecto. Para muchos fue un período de caos y desorden. Para otros, un momento añorado de libertad. Especialmente entre quienes han sido activistas, permanece un recuerdo de la represión. Quieren evitar que esto se puede repetir.


Su conferencia giró en torno al tema de China y la ‘Primavera Árabe’. ¿Qué influencia ha tenido en China?

Si se mira a través de los ojos de la dirigencia, el riesgo de que manifestaciones inspiradas en las revueltas en el Medio Oriente estallaran en China era serio. Las tensiones sociales están ahí y pueden originar protestas mayores, aún cuando es algo muy difícil. Personalmente creo que la firmeza del gobierno es excesiva. Pero a lo mejor tienen a mano información que yo no conozco.

[Foto cortesía de Sciences Po – Paris]