Las Coreas: Mucho más que un partido de fútbol

In by Andrea Pira

La final del torneo de fútbol masculino de los Juegos Asiáticos de Haitai (Asian Games), que se disputó en Corea del Sur, tuvo como protagonistas a los equipos de las dos Coreas, algo que no ocurría desde 1978. Corea del Sur ganó un partido cuyo significado, histórico y político, sobrepasa a la competición deportiva.
El espíritu de Chollima, el mitológico caballo alado que es símbolo de la propaganda norcoreana, esta vez no fue suficiente. El gol del defensor surcoreano, Rim Chang-Sr, que llegó casi al final del segundo tiempo suplementario, terminó con las esperanzas norcoreanas, y relegó al equipo al segundo lugar. Corea del Norte no pudo conquistar el título en tierra enemiga, si se quiere ver de este modo, pues la sede de los juegos fue la ciudad portuaria de Haitai, en Corea del Sur.

La final entre las dos Coreas, que se jugó el pasado 2 de octubre, fue uno de los eventos más significativos que sobrepasaron el ámbito deportivo. Corea del Norte y Corea del Sur técnicamente siguen en guerra, pues nunca se firmó un tratado de paz que le pusiera fin al conflicto bilateral generado a mediados de siglo XX. Incluso, la participación de la delegación de atletas y partidarios desde Pyongyang fue el resultado de un tira y afloje durante varios días.

Desde mediados de septiembre la prensa empezó a seguir la presencia norcoreana en Seúl, pues se vio como un paso para aliviar las tensiones entre ambas naciones. "Cada vez que el Norte envía atletas al Sur, o cuando se llega a un acuerdo para presentar equipos unificados en alguna competición internacional organizada por un tercer país, se habla de la posibilidad de mejorar las relaciones", publicó el Korea Herald. Sin embargo, también advirtió que se debían controlar las expectativas y que lo más probable era que no ocurriera nada una vez terminado el evento.

En esta justa, las celebraciones de la delegación surcoreana se entrecruzaron con la realidad política del país pues, al coronarse en lo más alto del podio, los deportistas quedaron exentos de presentar el servicio militar obligatorio, que dura 21 meses. Esto resulta muy significativo para los jóvenes deportistas ya que en Asia son muy comunes los casos de abuso de autoridad e intimidación dentro del ejército, incluso, terminando a veces en suicidios.

El junio pasado, un soldado en Mali, en un acto vengativo, abrió fuego contra varios compañeros causando la muerte de cinco personas. Dos meses después, un joven recluta murió a causa de las palizas y el abuso sufrido en los cuarteles. La exención del servicio militar es un beneficio del que gozan los campeones olímpicos y asegura que sus carreras deportivas no sean interrumpidas por levantar un rifle.

La última final disputada entre los dos equipos se dio en 1978 y terminó en empate.

Si los norcoreanos pueden regocijarse en el 3-1 con el que la selección femenina derrotó a Japón (victoria casi vaticinada, como lo comentó un experto en fútbol en el sitio web de la agencia oficial KCNA) en el equipo masculino quedan los reclamos del técnico Yun Jong Su. Paradójicamente por un penalti en contra no concedido la acción terminó en gol. En los momentos más emocionantes, prácticamente al final del partido, el gol llegó tras una mano de un jugador de Corea del Norte, en la cual el árbitro aplicó la ventaja y no pitó la falta, a pesar de que el juez de línea había levantado la bandera y la había señalado.

Eso fue suficiente para desencadenar la reacción de Yun, quien ya venía criticando a los árbitros durante todo el torneo, y quien la víspera de la final había manifestado su preocupación por el arbitraje parcializado de los partidos, cuestionando la tarjeta roja que sacó a la estrella Jong Il Gwan del partido de semifinal en que Corea del Sur le ganó a Iraq.

Para los atletas norcoreanos, más allá de la gloria, la medalla de oro habría tenido un significado mucho más material y no habría sido sólo un motivo de orgullo para construir la imagen del país: un apartamento nuevo en la capital Pyongyang.  

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