Nadie dijo nada cuando Neil Heywood falleció hace cuatro meses en una habitación de hotel en Chongqing. Pero ahora que Gran Bretaña solicitó formalmente al gobierno chino una investigación sobre la muerte del hombre de negocios británico, crecen los indicios de que este misterioso incidente podría estar ligado a la saga política que mantiene en vilo a China. Han pasado apenas tres semanas desde la caída de Bo Xilai, el carismático y controversial jefe del Partido Comunista en la provincia de Chongqing, y el terremoto político que sacude al país no da señales de apaciguarse.
Heywood, un empresario bien conectado de 41 años que residía en Beijing y estaba casado con una ciudadana china, fue encontrado muerto en noviembre pasado en un hotel de la megalópolis de 30 millones de personas en el centro del país. Las autoridades chinas señalaron que su fallecimiento había sido ocasionado por el “consumo excesivo de alcohol” y cremaron su cuerpo, sin antes hacerle una autopsia. Cuatro meses después, varios conocidos han declarado que el británico era prácticamente abstemio.
“En su momento no teníamos conocimiento de nada que pudiese poner en duda el informe del médico forense. No había ninguna razón para pensar que había algo sospechoso en la muerte”, señaló un portavoz de la Embajada británica en Beijing. Ahora se cree que pudo haber sido envenenado, a pesar de las dificultades para comprobarlo.
Casi tan raro como su muerte resulta el hecho de que Heywood era cercano a Bo Xilai. El empresario y consultor independiente habría entablado amistad con la familia de Bo cuando vivió en la próspera ciudad costera de Dalian, donde forjó su carrera política el carismático y populista ex ministro de Comercio. En particular se cree que el empresario británico era cercano a Gu Kailai, segunda esposa de Bo y reconocida por haber sido la primera abogada china en ganar un pleito civil en Estados Unidos.
Aún no está claro exactamente qué tipo de relación tenía Heywood con la familia Bo, pero todo parece indicar que habría servido de mediador para facilitar el ingreso de Bo Guagua -hijo del político y la abogada- al prestigioso internado de Harrow en Londres y luego a la Universidad de Oxford.
La batalla por llegar a la cúpula
Pero, más allá de la extraña coincidencia, ¿qué relación tiene la muerte de Heywood con la caída de una de las estrellas en ascenso de la política china, poco antes de una transición en el liderazgo que ocurre una vez cada decenio? Hasta hace un mes Bo Xilai era considerado una de las figuras con mayores posibilidades de integrar el Comité Permanente del Politburó del Partido Comunista, el selecto grupo de nueve personas que constituye la cúpula del gobierno.
Sus ambiciones se comenzaron a derrumbar a comienzos de febrero, cuando Wang Lijun -su mano derecha en Chongqing- se refugió en el consulado estadounidense en Chengdu y aparentemente pidió que se le concediera el asilo político. La causa de la disputa entre el político y el hombre que lideró el gigantesco operativo contra la mafia que dio fama a ambos es, hasta ahora, un enigma.
Menos misteriosos resultan los detalles de la exitosa campaña “golpeando lo negro” que dejó más de 2.000 detenidos, posible gracias a dudosos métodos policiales que incluían falsos testimonios, confesiones obtenidas mediante tortura y ajustes de cuentas con enemigos políticos.
Una de las hipótesis más difundidas sostiene que Wang Lijun habría anunciado a Bo que miembros de su familia eran objeto de una investigación policial. El Wall Street Journal aventuró, citando a fuentes anónimas con conocimiento del caso, que el ex jefe de la policía de Chongqing habría expresado a Bo sus sospechas de que el empresario británico había sido envenenado. Y también ha emergido que podría haberse producido una disputa de negocios entre el británico y la esposa de Bo.
Aunque en la muerte de Heywood hay más interrogantes que certezas, la especulación sobre el caso se ha regado como pólvora por las redes sociales en un país donde la vida privada de sus líderes es, por lo general, inescrutable.
Y si los internautas han estado activos, también los censores. Todas las referencias al empresario -y su nombre chino, “Hai Wu De”- han sido bloqueadas, así como las alusiones a los demás implicados en la trama. En los últimos días las autoridades chinas han aumentado su férreo control de las redes sociales, preocupadas por rumores -evidentemente falsos- como el que advertía sobre un golpe de Estado orquestado por allegados de Bo y liderados por Zhou Yongkang, su aliado en la cúpula del gobierno.
Durante tres días, las principales plataformas de microblogging desactivaron todos los comentarios en línea, permitiendo sólo la escritura de mensajes nuevos y monitoreando cuidadosamente el contenido en línea. “Recientemente los rumores propagados a través de la red han tenido un impacto social negativo, siendo esta información perjudicial especialmente común en la sección de comentarios y requiriendo una limpieza a fondo”, leía durante tres días el mensaje de bienvenida en Tencent QQ, el chat con más de 500 millones de usuarios.
Pero a mayor incertidumbre, más curiosidad. “Hegel alguna vez dijo que la sabiduría era como un búho que sólo volaba de noche. La suya era una nación de filosofía. Aquí en nuestro país no tenemos búhos, sino murciélagos. Esos murciélagos son los rumores y toman vuelo después de medianoche desde los microblogs que tienen por cuevas. Y en estos últimos días los murciélagos han sido muy numerosos”, escribió el prestigioso economista y académico Wu Jiaxiang en su blog.
Para que no quede ninguna duda del peligro que representan estos “rumores” en un país políticamente tan hermético, horas más tarde el comentario de Wu ya no existía. No importa: otros murciélagos saldrán de sus cuevas.
Artículo publicado en La Nación (Argentina)