Hay patentes y patentes

In by Andrea Pira

Hay un boom de los inventos made in China, pero los datos cuantitativos no se corresponden necesariamente con lo cualitativo. Las estadísticas son, de hecho, infladas por la idea de la "patente" puesta sobre la pared. Pero ojo, esto no quiere decir que los chinos únicamente saben copiar.
Europa está perdiendo la carrera por la innovación contra China y los Estados Unidos. Así lo dicen los datos de patentes de 2013 que, sin embargo, se deben tomar con pinzas. Si bien la tendencia es real, es difícil comparar los criterios por los que, en los distintos sistemas industriales, se define una "patente".

A nivel mundial, en el 2013 se presentaron 2,6 millones de patentes, con un aumento de 9 por ciento con respecto al año anterior, según la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual (WIPO).

Las presentadas en China son ahora un tercio del total y el segundo lugar lo ocupa Estados Unidos, con un 22%. Europa, por su parte, pierde terreno, al ocupar el nivel más bajo con 5,8%. La posibilidad del Viejo Continente para competir en el largo plazo se hace sentir por el colapso de España -7%, y el -1% de Italia y el Reino Unido.

Los crecimiento más rápidos son por supuesto de China, con 26%, Australia, que ascendió 13% y Corea del Sur con 8%.

Sin embargo, centrarse en la cantidad de patentes registradas podría ser engañoso. Desde 2009, el gobierno de Pekín ha puesto en marcha un ambicioso "Plan nacional para el desarrollo a mediano y largo plazo para la ciencia y la tecnología (2006-2020)", que apunta a convertir al país en una superpotencia tecnológica para 2020 y en líder mundial para el año 2050. Un proyecto que involucra al "gran sueño chino" de Xi Jinping, y que ha desatado miles de millones de yuanes en la investigación y el desarrollo científicos.

Esta estrategia de arriba hacia abajo, dispone, entre otras cosas, que las empresas estatales alcancen la cuota de 2 millones de patentes en 2015, y por lo tanto apoya el objetivo de esta "política" con subsidios e incentivos. Entre estos últimos está facilitar los procedimientos para el registro de patentes. Por ello se redefinió la categoría europea "modelo de utilidad" (con el que se designa al reequipamiento de los productos existentes), lo que facilita aún más la posibilidad de incluir un simple montaje. Para la máxima categoría – "invención" – corresponde el modelo de utilidad europeo. En resumen, sólo es necesaria la ingeniería inversa de un producto de los demás para obtener una patente.

También es por esta razón que los fabricantes occidentales, al aterrizar en China, suelen encontrar alguna invención suya que ya está patentada por otra persona. Por cierto, sólo la categoría más alta de patente pasa por un proceso de verificación, mientras que los modelos de utilidad se basan generalmente en una simple auto-certificación.

Pero eso no es todo: en la "patente" también incluye nuestros derechos de autor intangibles, de diseño.

Está claro que estas políticas inflan las estadísticas, a su vez no es demasiado fiables en sí mismas, como ocurre a menudo los datos chinos. El objetivo, cuando es impuesto desde arriba produce una situación similar a la del Gran Salto Adelante, cuando para complacer a la meta de la producción agrícola se inventó que existían campos de trigo (además de quitarle la comida de la boca a los campesinos). Todo esto, por supuesto, actualizado a la luz de las necesidades contemporáneas de poder tecnológico.

Se sospecha que por ello sólo 30.000 de 825.000 patentes chinas de 2013 se presentaron fuera del país, mientras que Estados Unidos y Japón, presentaron más de 200.000 en el extranjero.

¿Entonces esto significa que China no innova? No exactamente. Según Bill Dodson, autor de China Fast Forward, "China ha identificado oportunidades totalmente aparte de los países occidentales. Estados Unidos, Alemania y Japón", dijo, "tienden a sobre-diseñar sus productos, añadiendo funcionalidad y características para vender cambios que dan grandes beneficios a los clientes que pueden pagarlos".

China, sin embargo, ha "adopta y adapta la tecnología extranjera de los países desarrollados para su mercado nacional, adquiriendo así un conocimiento profundo de ella. Luego la exporta en una versión abreviada hacia los países con perfiles similares a su desarrollo". 

De este modo, y mediante la adición de adquisiciones en la vanguardia de la tecnología occidental, el Dragón aprende y trata de cerrar la brecha. Mientras tanto deposita patentes.

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