“Hay muchas maneras de hablar de la violencia, pero tienes que hablar”: artista japonés Shinpei Takeda

In by Simone

Desde hace ocho años el artista y documentalista japonés Shinpei Takeda vive en Tijuana. Y también desde hace ocho años se ha dedicado a viajar por toda América Latina, buscando a los sobrevivientes de las bombas atómicas de Hiroshima y Nagasaki que emigraron a la región para conversar con ellos. A partir de sus testimonios, ha realizado una serie de obras que reflexionan sobre el trauma, la memoria individual y colectiva, la identidad japonesa y el vínculo personal con el pasado nacional. Su última obra de la serie “Alpha Decay”, una instalación de una belleza dolorosa y frágil, es la cuarta exposición de TJinChina, la única galería de arte latinoamericana en Beijing. China Files conversó con Shinpei Takeda sobre su obra y su experiencia elaborándola.
En su instalación “Alpha Decay 7: To erase memories”, que estará abierta hasta este 13 de octubre y forma parte del Beijing Design Week, Shinpei Takeda se sumerge de manera muy personal y lírica en las memorias personales de sus entrevistados. Lo hace proyectando estos testimonios en un computador y luego pintando las ondas auditivas, con toda su gama de emociones y ritmos, utilizando una técnica que recuerda tanto la caligrafía oriental como el action painting de Jackson Pollock en el suelo. El resultado es un enorme cuarto, cuyas paredes, techo y suelo han sido tapizadas con estos “testimonios en espectrogramas”.

¿De dónde sale la idea de este proyecto y de esta investigación?

Este es el resultado de mi investigación de siete años sobre la memoria de la violencia en Hiroshima y Nagasaki. En los últimos siete años he venido viajando por toda América, tanto norte como sur, entrevistando a más de 60 sobrevivientes de Hiroshima y Nagasaki que han emigrado a estos países. He hecho un libro y un documental, pero con estas memorias aún tengo un chingo de cosas que te pueden matar. Tenía que sacar esas cosas a través de otra forma de expresión.

Esta serie artística -que se llama “Alpha Decay” o “Decaimiento Alfa”- es mi forma de sacar, de expresar y de comunicar esto al mundo. Empecé en Tijuana hace dos años y he hecho otras en Ciudad de México, Tokio, Kioto y Okinawa. Esta es la séptima.

¿La idea de conversar con los sobrevivientes de las dos bombas atómicas surgió como preocupación personal o artística?

Ambas. A nivel personal era una forma de regresar a Japón, porque ya tengo muchos años afuera. Hiroshima y Nagasaki es donde terminó y empezó todo en Japón: a partir de ese momento comenzamos a crear, allí fue donde surgió todo, y ahora estamos otra vez en proceso de decaimiento de otra manera. Pero también para la humanidad muchas cosas cambiaron en ese momento en que somos capaces de hacerle eso a otro grupo.

Viviendo en Tijuana también entendí eso, cómo una persona es capaz de matar a otra persona. Allá vi mucho de eso, mucha violencia. No llega a este nivel de 50 mil a 70 mil personas muriendo en un segundo, pero es otro tipo de violencia que está muy cerca de tu vida cada día. Es también intenso: para mí Tijuana es muy importante en este proyecto, porque yo aprendí como artista allí, cómo trabajar con esta inseguridad y cómo la naturaleza de humanidad es caótica. Viajaste por toda América Latina persiguiendo testimonios de estas personas por varios países.

¿Cómo fue la experiencia de conversar con estos sobrevivientes? 

El trabajo para mí fue como buscar memorias perdidas. Fue un proceso intenso porque la mayoría no había hablado sobre estas cosas. Fue su primera vez después de 50 años de no hablar sobre eso y son cosas que ellos muchas veces no contaban a sus hijos, pero conmigo podían hacerlo. Estuve en México, Brasil, Perú, Bolivia, el Amazonas y, la última vez, en Paraguay.

¿Tu trabajo es sobre las consecuencias de las bombas atómicas o surge como una memoria a lo ocurrido?

Me preocupa la memoria más que el hecho en sí, porque las consecuencias -cuánto daño puede hacer una bomba atómica- ya las conocemos. Yo quería investigar cómo pasa eso, qué hacemos con esa memoria y cómo reaccionamos ante eso. Entender este tipo de historia y memoria es importante para el futuro: sin entender nuestra historia creo que no podemos hacer propuestas para el futuro. No porque sea japonés, sino porque Hiroshima y Nagasaki fueron un evento muy importante para la humanidad.

¿Qué rol puede jugar el arte en el tema de explorar la memoria?

Yo creo en esa capacidad propositiva del arte. Esta es mi propuesta para entender nuestra historia, nuestra memoria. El arte me da permiso de conectar esta memoria de sociedad de Hiroshima y Nagasaki, como un japonés joven, pero también como persona.

Todos tenemos memorias difíciles -de nuestros papás y abuelos- que no conocemos y que no entendemos, pero sentimos algo. No podemos conectar este sentimiento que no conocemos con estas cosas que escuchas de tu papá. Es una propuesta de un mecanismo para conectar lo que siento y lo que he escuchado de la memoria de mi mí mismo, de mi papá y de mi abuelo.

¿Pero va desde la memoria individual hasta la memoria colectiva?

Si colectiva tambien, creo que hay un punto de conexión. Soy japonés, soy parte de un colectivo. En español, historia es historia y también es relato, mientras que en inglés hay “history” y “story”. En japonés no hay “story”; todo es “history”.



¿Cómo ves tú el proceso en Japón de reflexionar sobre la Segunda Guerra Mundial?

No hemos hecho mucho trabajo. Decimos “eso ya pasó” y es una manera de relacionarnos con nuestro pasado. Ahora estamos viéndolo en Fukushima: ya pasó, pero ¿qué onda? Tenemos que investigar porqué pasó y entenderlo, para que no pase eso otra vez. No sabemos hacer eso muy bien.

Ya has presentado tu obra en Japón. ¿Qué recepción ha tenido?

Siempre me ponen en ciertas categorías: de gente seria que habla sobre la sociedad o sobre la historia, pero es muy difícil que la gente me vea como artista. Estoy haciendo arte, estoy creado una obra y al mismo tiempo estoy investigando. Ahora si lo ven como algo personal o como memoria, también estaría chido [fantástico].

¿Cuáles son los tiempos de la memoria? ¿Cómo sabemos cuándo se puede elaborar?

Cada cual tiene que sanar y compartir este proceso de sanación. Si no hablas de eso, la siguiente generación no va a entender algo muy importante de sus padres. Hay memoria para cada evento y a veces necesitas ciertos tiempos. Me han pedido mucho tiempo que lo haga con la memoria de Fukushima, pero todavía no es el momento.

El contexto es muy importante: si todavía estás en un momento de mierda, no puedes hablar de esas cosas. Hace falta tiempo y un cambio de contexto; la distancia es muy importante, en tiempo o geográfica. En países como Colombia, donde algo ya está cambiando, van a llegar muchas historias. No es fácil y muchos lo querrán evitar, pero la gente quiere hablar y tendrá que haber gente que quiera escuchar. Hay muchas historias horribles, pero si no hablamos de eso ¿entonces cuándo?

A veces es difícil hablar, pero para eso está el arte. Es otra manera de comunicar las cosas difíciles o complicadas. Hay muchas maneras de hablar de la violencia, pero tienes que hablar. Hay que encontrar un punto de diálogo, que para mí fue el arte. No es un fin sino un principio.

 

Si te interesó esta nota, puedes leer las otras de artistas que hemos escrito sobre arte:

Los testimonios pintados -de Hiroshima y Nagasaki- de Shinpei Takeda


Artistas mexicanos crean espacio para el arte latinoamericano en Beijing

Tijuana y México tienen una galería de arte en Beijing

Los años dorados del arte contemporáneo chino

Cai Guo-qiang y sus dibujos con pólvora

Lin Fengmian, el maestro del mix and match

Charwei Tsai y sus sutras efímeros

Zhang Xiaogang y sus retratos de familia

Zao Wou-ki y su expresionismo abstracto

Wang Guangyi y su pop cínico

Yang Fudong y su fotografía poética

Yao Lu y sus paisajes de basura

Peng Wei y sus dibujos sobre maniquíes