Hangzhou y la magia del verde

In by Andrea Pira

Levante la mano el que haya oído hablar de Hangzhou. Sí “jang you”. Seguramente no muchos. Sin embargo, esta ciudad china, a una hora en tren al sur de Shanghái, está llena de atracciones para los visitantes y de lecciones para los interesados en planeación urbana.
Hangzhou es la capital de la próspera provincia de Zhejiang e ilustra varias de las tendencias nacionales en términos de planeación urbana que han sido descritas en artículos anteriores. Por ejemplo, el recién construido distrito de Bingjiang, al sur de la ciudad, con sus megamonumentos, megacuadras y megaavenidas, es un ejemplo perfecto de la creación de distritos completos de la nada que se demoran en engranar.

Hasta hoy, sus espectaculares condominios rodeados por Starbucks, McDonalds y gimnasios permanecen relativamente vacíos y los lujosos apartamentos con vista al río tienen alquileres que no alcanzan los $300 dólares mensuales. A su vez, la enorme dimensión de las avenidas hace caminar de un lado a otro difícil y la zona aún no cuenta con buen transporte público. Seguramente, el distrito no se demorará mucho en poblarse y los alquileres en subir, pero girará para siempre alrededor de los desplazamientos en vehículos motorizados.

Por otro lado, aunque Hangzhou es reconocida por sus épicos atascos vehiculares y la devoción al vehículo particular, es evidente por la cantidad de Aston Martins y Ferraris que se ven en las calles, que la tendencia está cambiando.

En 2012, la ciudad inauguró su primera línea de metro y espera tener 10 en 2020. La tarifa está fuertemente subsidiada y oscila entre los $0.30 y $1.30, dependiendo de la distancia. Pero aún más impresionante es la red de bicicletas públicas de la ciudad. Inaugurada en 2008, fue la primera en entrar en funcionamiento en China y, hoy en día, cuenta con más de 60.000 bicicletas en 2.700 estaciones. Se puede pagar su uso con la misma tarjeta que se usa para el transporte público y la primera hora de uso es gratis. Los locales y los turistas las utilizan en masa.

Sin embargo, construir distritos nuevos e invertir en transporte público no diferencian a Hangzhou de otras ciudades chinas; realmente lo que la diferencia son sus espacios verdes y lo bien integrados que están con la vida de la ciudad.

El corazón de Hangzhou es el Lago Oeste (Xihu) que entre el cuerpo de agua y los bosques y jardines circundantes ocupa alrededor de 60 kilómetros cuadrados y actúa, no solamente como pulmón para sus habitantes, sino como un enorme imán turístico. Sí, aunque tal vez usted no lo haya oído nombrar nunca, el Lago Oeste de Hangzhou lleva atrayendo visitantes más de mil años (Marco Polo fue el primero) y tiene unos paisajes tan mágicos que a veces la inmunda contaminación de Hangzhou parece apenas una romántica neblina que desciende a jugar con los lotos, botes y pagodas.

Desde una perspectiva urbanística lo más interesante del lago es que tiene una gradiente bastante amplia de desarrollo que le permite articularse productivamente con la ciudad a través de diferentes usos. El lado este y el norte tienen bares, hoteles y restaurantes con vista al lago y algunas tiendas de comestibles cerca de la orilla. El centro de la ciudad está a pocas cuadras, hay fácil acceso en transporte público y la gente canta y baila.

El lado oeste tiene una serie de jardines, con puentecitos y algunas estatuas, mejor adecuados para pasear a pie o en bicicleta que para actividades más ruidosas.

El lado suroeste del lago es esencialmente un bosque aún. Esta variedad de espacios permite un balance interesante entre el acceso a la naturaleza y el acceso a entretenimiento que es ideal en los grandes parques. Así hay una actividad para todos los gustos y se puede aprovechar económicamente el lago sin arruinar su identidad.

Aunque el proyecto de peatonalización de la calle Hefang (河坊) merece una discusión, lo haré en otro artículo. Por ahora, quisiera concluir subrayando la importancia que tiene desarrollar un parque metropolitano para definir el carácter de una ciudad. Hangzhou seguramente sería una ciudad anónima sin su parque, pero no solamente lo ha logrado preservar a través de los siglos, sino que ha sabido adecuarlo cuidadosamente a la modernización garantizando que sea un espacio de esparcimiento y comercio pero también de contacto con la naturaleza.

Evidentemente, no es fácil desarrollar un parque metropolitano de la noche a la mañana pero, en sus propias circunstancias, Lima lo hizo recientemente con el Parque del Amor y Bogotá tiene una gran oportunidad para hacerlo en los cerros orientales. Como lo demuestra Hangzhou, un parque bien hecho puede marcar una ciudad por milenios.  

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[Crédito foto: Wikipedia]