En los límites del imperio: Todo un año por delante

In by Andrea Pira

Ya llegó el nuevo año lunar. Los estómagos han sido satisfechos y ahora llegan las distorsiones intestinales y el regreso a la oficina (o al andamio). Los políticos, y todos aquellos agregados que viven del Estado en sus más variadas formas, nunca están de vacaciones, aunque las malas lenguas dicen que no trabajan. Aseveración injusta que no distingue entre el trabajo bien hecho y el error o chapuza, y mucho menos entre ideologías, para reducirlo todo a una supuesta vagancia, pereza o pura chulería.
Como la política no es una ciencia categorial estricta, al verse atravesada por ideas filosóficas mejor o peor trabadas, los distintos grupos sociales barren para su casa dependiendo de sus intereses o prejuicios, y estos no descansan ni en Navidad ni en Año Nuevo Lunar; muy al contrario, se intensifican.

El Año Nuevo Lunar, al igual que nuestra Natividad del Señor, es tiempo de reflexión sobre lo pasado y de proyección sobre un futuro delimitado a los próximos 365 días, que tal y no otra, es la corta vida de la política democrática. Por decirlo con metáfora futbolística, tan del gusto de algunos teóricos espontáneos de la cosa balompédica: no pensamos en el título, queremos ir partido a partido.

Y así es como el presidente Ma Ying-jeou y otros políticos de esta isla de Formosa, han vivido los últimos y primeros días del año: como un eterno recurrir de unas vísperas del nuevo tiempo que ha de venir, cargado de nuevas esperanzas en forma de aumento de las exportaciones y descenso de la tasa de desempleo.

El año pasado vivimos una situación similar, en la que se predecía un año excelente para las exportaciones con una vuelta al crecimiento del PIB por encima del 3%. Como dichas previsiones hicieron aguas desde el primer tercio del 2013, en esta ocasión, la previsión, aunque positiva, se ha rebajado bastante, por aquello del qué dirán si nos equivocamos, y el gobierno y otras instituciones académicas, como el Instituto Chung-hwa de Investigación Económica, apenas si conceden un 2.60% de crecimiento del PIB para sus previsiones más optimistas. Lo cual no es moco de pavo, pues en 2013 no se llegó ni al 2%.

A pesar de ello, durante el primer día del año, el presidente Ma Ying-jeou se acercó, como es su costumbre, al templo del Pao’an, en Taipei, para realizar los rituales de la Primavera y repartir sobres rojos entre los asistentes. Y como los políticos no se van de vacaciones, Ma Ying-jeou dijo que este año la economía tiene visos de entrar, por fin, en el camino de la recuperación, pues así lo muestran las estadísticas del último tercio del 2013, con un descenso de la tasa de desempleo hasta el 4.08% y un aumento exponencial de las exportaciones. El presidente añadió que el objetivo principal de su gobierno en este año será la economía, centrándose en la acción exterior, esto es, en la integración de Taiwán en organismos económicos regionales como el TPP o la RCEP, para lo cual deberá seguir liberalizando su economía a marchas forzadas.

Uno de los proyectos estrella será la creación y puesta en marcha de una zona de libre comercio similar a la de Shanghai para atraer inversión extranjera, y por supuesto, la continuidad de las negociaciones económico-comerciales con Pekín, que busquen adelantarse a la firma de un tratado de libre comercio entre China y Corea del Sur, por ser este último un competidor directo en los productos destinados a la exportación.

Y como todo esto es bastante aburrido para el votante y el periodista, los políticos vienen especulando con la posibilidad de una reunión entre Ma Ying-jeou y Xi Jinping, que anteriormente descartó la Oficina Presidencial, pero que ha venido siendo retomada precisamente por el propio Ma Ying-jeou en su viaje a Honduras para asistir a la ceremonia de toma de posesión de su nuevo presidente, Juan Orlando Hernández, poco antes del Año Nuevo Lunar.

Según dijo el presidente, tal reunión serviría para conservar los beneficios de la política de acercamiento en el Estrecho de estos últimos cinco años, y descartó negociaciones políticas, muy deseadas por Pekín, pero sobre las que no existe ningún consenso en Taiwán; al contrario, podría provocar una nueva fase de inestabilidad política similar a la de la presidencia de Chen Shui-bian y contra la que Ma Ying-jeou consiguió su aplastante victoria electoral del 2008.

Por otra parte, en el mes de noviembre, asistiremos a las elecciones locales donde los partidos y candidatos independientes supondrán la primera prueba de fuego para el Kuomintang, pues se podrá constatar fehacientemente cuán negativas pueden ser las encuestas de opinión que vienen calificando a Ma Ying-jeou como uno de los presidentes más impopulares de la historia democrática de la isla.

Puede ser un año muy aburrido, pero siempre nos quedará el mundial de fútbol.

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