El símbolo del dragón y la unidad de China

In by Simone

Aún retumban los clamores cálidos del año nuevo chino. Cientos de dragones adornan las calles de “las Chinas” alrededor del mundo. Los horóscopos nos hablan de un año de cambios importantes y de la necesidad de la fortaleza que el dragón nos puede entregar. No obstante, más allá de las dimensiones metafísicas que podamos asumir hoy sobre esta figura, el dragón constituye ante todo una necesidad simbólica, un relato mítico, que desde el momento más antiguo le dio forma y sentido a un ideal de la realidad, que en sí mismo encierra un conjunto de significados e interpretaciones que vale la pena rescatar.
El calendario lunar chino es una compleja construcción cosmológica, donde no solo se manifiestan los movimientos celestes con eje en la luna, sino que también interactúan las dimensiones mitológicas, culturales y sociales que configuraban la comprensión de la realidad en la China antigua. En esta interacción, hay un conjunto de relaciones sociales que se establecen como reflejo de las relaciones cósmicas, a fin de replicar el equilibrio de la naturaleza, del universo en su totalidad, en la dinámica de los que viven “bajo el cielo”.

En el orden cosmológico chino, hay ciertos elementos en la naturaleza que representan características importantes para la materialización del “equilibrio” trascendental, que le da sentido a la realidad. Es así como en el calendario se emplean once animales y una creatura simbólica, el famoso dragón.

En términos históricos, el dragón es una figura muy potente. Se dice que el mismísimo emperador Qing Shi Huang Di, el primer unificador de China, se convirtió en dragón tras su muerte. En sí mismo, este símbolo ha sido la imagen por excelencia de la autoridad política. Su relevancia ha sido tal, que en los tiempos de la última monarquía, los Qing (1644-1912), el dragón era la figura central de la bandera que representaba a este país frente al mundo. ¿Por qué su valor cultural es tan relevante? ¿Qué rol cumple frente a la construcción de la identidad de los chinos?

Muchas respuestas podríamos encontrar a estas preguntas: representa la fuerza del pueblo chino, la nobleza de la monarquía, la síntesis tan importante del pensamiento chino entre humanidad y naturaleza, etc. No obstante, ninguna responde al nexo entre el conjunto de los chinos –como cuerpo cultural- y la simbólica figura del dragón. La solución a este problema nos exige comprender la red de significados que cruzan la mítica figura de esta creatura.

En primer lugar, el dragón encierra un conjunto de cualidades que aúnan las fronteras culturales de China. Es así como Wang Fu en la dinastía Han señaló que esta bestia se forma con cuernos de ciervo, cabeza de camello, ojos de demonio, cuello de serpiente, intestinos de tortuga, garras de águila, patas de tigre, orejas de buey y escamas de pez. Lo cual manifiesta la representación de animales y cualidades salvajes de todas las regiones naturales del imperio.

De esto se sigue que la función representativa del dragón sea tan universal. Puede presentarse en cualquier templo como un protector, porque en sí mismo encarna lo mejor de cada animal que lo compone, lo cual multiplica su poder o fortaleza, ya que es la suma de un colectivo, muy por sobre las posibilidades individuales del tigre, la rata o el buey. En consecuencia, es totalmente plausible que la figura del dragón represente más bien la síntesis de una sociedad étnicamente compleja, y que particularmente pueda proyectar esta conjunción en su mera cabeza (taotié, la representación de la cabeza del dragón en dos mitades que se reflejan formando una máscara, y que a su vez simulan a la forma corpórea de la bestia).

En otras palabras, el dragón es la representación de la unidad de los pueblos que le dan forma y sentido a China. Por eso debe, por un lado, ser portador y fiel representante de una variedad de elementos que lo empoderan para defender ese legado cultural. He ahí su valor arquitectónico y simbólico: el dragón es el protector de la espiritualidad y la identidad china. En términos políticos esto se materializa en el emperador quien, como cabeza del dragón, debe proyectar las virtudes de sus dominados, a fin de emprender un gobierno virtuoso y que sea capaz de mantener el paradigma de la unidad.

Pablo Ampuero Ruíz es licenciado en historia con mención en ciencia política de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso (Chile).

[Foto del biombo de los nueve dragones en el Templo Shenhua de Datong, cortesía de John Roberts
]

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