Di An, la importancia del “yo” y las nuevas voces de la literatura china

In by Simone

El Festival Internacional de literatura del Bookworm es una ocasión para descubrir nuevos talentos chinos. Di An es una de ellas: escritora, símbolo de la generación post ochenta y una de las que se cansó de hablar de nosotros y prefirió reafirmar el yo. En 2010 su novela City of Dragon se convirtió en bestseller en menos de seis meses.
Nacida en 1983, en la provincia de Shanxi, Di An viene de una familia de escritores. Di An comezó a escribir a los 19 años, cuando estaba estudiando en la pequeña ciudad (según los estándares chinos) de Tours, Francia. La soledad entre sus cursos de francés y de su habitación fueron el impulso perfecto.

"No tenía internet ni teléfono. Pasaba días enteros sin hablar con alguien, entonces me puse a escribir”. Europa y el ambiente desconocido que rodeó a Di An fueron claves en su formación de escritora: “fue el ambiente lingüístico diverso el que me permitió desarrollar una sensibilidad particular hacia mi lengua nativa. Al aprender una gramática y una fonética diferente, descubrí diferentes aspectos del chino. Y mi reacción fue ridiculizarlos”.  

Desde 2002, año en que publicó su primer trabajo, Di An ha publicado una veintena de novelas. Xi Jue, traducido al inglés como Memory in the city of dragon, fue publicado en 2010 y en seis meses vendió más de 500.000 copias. Declarada como una de las voces más importantes de la generación de los escritores nacidos en los años ochenta, Di An es reconocida especialmente por su estilo. Colegas contemporáneos y hasta reconocidos escritores como Su Tong, reconocen su habilidad y su elegancia lingüística, más allá de los tópicos narrados.

Su elegancia de estilo fue confirmada con el Chinese Literature Media Award que recibió en 2010 y que la consagró como nuevo talento literario chino. En aquella ocasión el libro Memory in the city of dragon sobrepasó en ventas a Lovely Monster, el libro del blogger-escritor-piloto-ídolo de la generación post ochentas, Han Han.

A Di An no le gusta hablar de la influencia de sus padres, ligados a la Asociación de escritores chinos, ni de ser una hija criada para el arte. Y con el fin de recalcar esta independencia eliminó su apellido Li desde sus primeras publicaciones.

Las obras de Di An son parte de lo que viene definido como “literatura de la generación post años ochenta”. Pero no es sólo porque es joven o porque nació precisamente en esa década. Sino porque afronta temas que la insertan dentro de un grupo muy definido: rebeliones y tormentos interiores, historias de amor o de amistad. La temática no deja espacio a problemáticas sociales o de actualidad sino que todo se ubica en medio de un ambiente cotidiano y real, justo como el que rodea en la realidad a estos nuevos escritores.

Esto ha sido un motivo para tildar a estos jóvenes de narcisismo, de no tener una visión profunda de la sociedad, de ignorar las preocupaciones sociales y de dejarse llevar por un sentimentalismo excesivo.

Muchas veces me preguntan sobre la diferencia más evidente con la narrativa de mis padres. Pienso que es el sujeto al que nos referimos en nuestras obras: ellos hablan y escriben el sujeto ‘nosotros’: ‘nosotros los chinos’, ‘nosotros los chinos de esa época’, e incluso ‘nosotros los seres humanos’. Y sus hijos, se convierten en ‘ustedes jóvenes’ ”, afirma.

Y como a otros escritores de la generación post ochenta, a Di An no le gusta ser catalogada en un vago grupo de jóvenes autores. Al contrario, ellos buscan reafirmar su individualidad. Ellos nacieron en el bienestar económico chino y la revolución cultural es una historia contada por los abuelos.

No se pueden diferenciar a los autores dependiendo de su año de nacimiento. Naturalmente hay una diferencia entre los escritores de una década y otra, pero el punto que debemos mirar es la individualidad de cada uno, evitando las clasificaciones simplistas”.

Ellos se sienten cansados de ser elementos iguales al interno de un grupo, sin un reconocimiento del carácter y el trasfondo individual. Si del nosotros se pasa a la primera persona del singular como voz narrativa de una historia, se presenta un cambio en los intereses de la sociedad hacia un mundo más estrecho.

Si este microcosmos no va más allá de los campus universitarios o de las aspiraciones de los jóvenes, los escritores -jóvenes- serán culpados de promover la falta de interacción, vinculación y de irresponsabilidad frente a los temas sociales.

“No es verdad que no tengamos a la sociedad en nuestro corazón. Nosotros también vemos las diferencias entre los que naces en el campo y los que nacen en la ciudad. Hemos vivido las veloces transformaciones de China de los últimos años y las sentimos en nuestra piel. Además, no se puede decir que si una novela no toca cuestiones sociales, no es profundo”.

A veces las dos cosas van juntas, pero no siempre. "Basta pensar en Proust y en En busca del tiempo perdido. ¿Se puede decir que no es una gran obra porque no afronta temas sociales?” continúa.

Frente a esto Di An afirma que la inspiración y la fuerza que la empuja a escribir viene de otro lugar. “Lo que me importa es el mundo interior de diferentes personalidades, que no pertenecen a ningún grupo. Me preguntan que si mis novelas pueden ayudar a contribuir a mejorar la sociedad. ¡Si fuera así, pensaría que esta sociedad está realmente mal!”.

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