China insólita: El ‘buda viviente’

In by Andrea Pira

Un equipo de investigación en Europa descubrió un esqueleto dentro de la estatua de un monje budista en posición de flor de loto. Se trata del cuerpo de un maestro de la escuela de meditación china que vivió hace más de 900 años y que se sometió a un proceso de auto momificación. Luego de que varias estatuas de Buda fueron exhibidas en ‘Momia: la vida más allá de la muerte’, una exposición del museo Drents, Países Bajos, los expertos tuvieron el presentimiento de que las figuras podían contener un cadáver momificado. El Centro Médico Meandro realizó una tomografía computarizada y una endoscopia a una de las estatuas para saber lo que realmente tenían dentro.

"En el exterior, se ve como una gran estatua de Buda" – dijo el museo en un comunicado – "Pero la investigación de digitalización ha mostrado que en el interior, de la momia hay un monje budista que vivió alrededor del año 1100."

La tomografía computarizada reveló que la momia no tiene órganos, solo el esqueleto. Por su parte, con la endoscopia, se encontró que en la cavidad abdominal, los órganos fueron remplazados por un material no identificado y trozos de pergaminos con caracteres chinos antiguos. Los investigadores también tomaron muestras de hueso para la prueba de ADN.
                                                                
Sentado en la posición de loto, el cuerpo encaja perfectamente con la estatua. El museo cree que esta momificación obedece a la antigua práctica, principalmente japonesa, de auto momificación.

La auto momificación es un proceso agotador para los monjes, quienes debían seguir una dieta estricta por mil días, se alimentarían solo de frutos secos, semillas y raíces, despojando drásticamente todo rastro de grasa en su cuerpo y con ello las probabilidades de descomposición.

Posteriormente, un té venenoso hecho de la savia del árbol Barniz del Japón sería el elemento encargado de deshidratar el cuerpo, reduciendo todo los fluidos corporales y convirtiéndolo en una amenaza para los gusanos o escarabajos que tratasen de consumir la carne del monje.

De esta forma, el monje debilitado sería enterrado tres metros bajo el suelo en un ataúd de madera, lo suficientemente grande para que éste pudiera colocarse en flor de loto y continuar con su meditación y mantras. Mientras espera la muerte, continuaría respirando a través de un tubo de bambú y sosteniendo una campana. Cuando la campana dejara de sonar, el monje sería dado por muerto y desenterrado mil días después, convirtiéndose en un "Buda viviente".

De los cientos de monjes que intentaron este proceso, sólo algunos se convirtieron en ‘Budas vivientes’ y son venerados en varios templos. El monje fue desenterrado en la provincia Songino Khairkhan, Mongolia y se cree que vivió bajo la dinastía Sung. La estatua con la que se hizo este hallazgo se encuentra actualmente en exhibición en el Museo Nacional de Historia Natural en Budapest como parte de la exposición de la “Momia Mundial” y permanecerá allí hasta mayo.

Crédito foto [M. Elsevier Stokmans; Boeddhamummie (Drents Museum)]

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