China 101: La fe en un país de mayoría irreligiosa

In by Andrea Pira

Uno de los símbolos más reconocidos de la religión en China es la imagen de Buda en posición de loto. Sin embargo, 52 por ciento de la población asegura no pertenecer a ninguna religión. Las tres religiones

En 1920, el filósofo chino Hu Shih (胡適) aseguró: “China es un país sin religión y los chinos son un pueblo que no está vinculado a las supersticiones religiosas”. Esa tendencia sigue latente hoy.

De acuerdo con un análisis demográfico del 2014, el 52% de la población no pertenece a ninguna religión, solo el 18,2% de la población es budista, el 5,1% es cristiana, el 1,8% es musulmana y el 0,7% es taoísta.

Sin embargo, las tres doctrinas filosóficas y cosmológicas que han marcado la cultura y la religión en China durante el siglo XX son el confusionismo, taoísmo y el budismo. Así lo indica el profesor y editor de la Enciclopedia del Confucianismo, Xinzhong Yao, en su libro Religión china: un enfoque contextual.

Según el autor, las tradiciones que constituyen la religión en China fueron el reflejo de tres aspectos fundamentales del país: el confucianismo, caracterizado por recuperar el orden social a través de las antiguas normas sociales y la moralidad de la esfera política del país; el taoísmo, la guía al ascetismo, la disciplina y la individualidad; y el Budismo, la respuesta a la existencia humana y la salvación de la vida.

El confucianismo no es una religión, no tiene una deidad ni preceptos sobre una posible vida después de la muerte. Lo fundamental en la tradición confuciana es la formación de las relaciones sociales chinas basadas en una estructura moral. El fundador del confucianismo fue Kong Qiu (孔夫子), luego latinizado en el siglo XVI por los misioneros jesuitas como Confucio. Las enseñanzas de Confucio se tradujeron más tarde en directrices estrictas y, durante gran parte de la historia del confusionismo, se asociaron con una jerarquía social inmutable de autoridad y obediencia incondicional.

La segunda doctrina en China es el taoísmo y se podría categorizar como una religión, ya que incluye la adoración de dioses. El taoísmo puede ser comparado con el panteísmo, la corriente filosófica occidental que asocia a Dios y a la naturaleza como uno solo.

Hay dos aspectos fundamentales para los taoístas: todo depende del Tao que significa ‘Camino’. La base filosófica es la teoría de los opuestos: el Ying- Yang – lo femenino y masculino, la luz y la oscuridad, el frío y el calor. El fundador fue Lao Tze y su nombre significa ‘viejo maestro’. Se cree que vivió alrededor del siglo VI antes de Cristo, contemporáneo a Confucio. Las prácticas taoístas incluyen meditación, feng shui, adivinación y canto de escrituras. Con todo esto se busca la armonía y la unión con la naturaleza, la inmortalidad espiritual, el virtuosismo y el autodesarrollo.

Por otro lado está el budismo, una tradición espiritual que tiene 376 millones de seguidores en todo el mundo. Se centra en el desarrollo espiritual y personal, en el logro de un profundo conocimiento de la verdadera naturaleza de la vida. Para los budistas, la vida no tiene un fin, experimentar la reencarnación es la forma de existencia interminable. La causa principal del sufrimiento es la errada creencia de que las cosas durarán por siempre.

Tensiones con las minorías

En el 2008, durante un concierto en Shanghái, la cantante islandesa Björk gritó: “¡Tíbet! ¡Tíbet!” al final de su canción Declare Independence. El incidente generó tanta controversia a nivel nacional que muchos fanáticos chinos clasificaron el acto como abusivo y despectivo. “Esto implicará una gran pérdida tanto de seguidores como en la industria musical china para Bjork”, escribió el usuario ‘doudouwei’ en el portal Doudan.com después del suceso. En efecto, Björk no terminó por gira por China.

Aunque la naturaleza del movimiento independista del Tíbet obedece a un conflicto político, el budismo fue un componente que incomodó durante mucho tiempo al régimen comunista. En 1959, cuando el Dalai Lama intervino por una liberación pacifica para el Tíbet, el entonces presidente Mao Zedong le contestó: “La religión es veneno. Tíbet y Mongolia, ambos se han envenenado por ella”. Antes de la Revolución Cultural (1966-1976) en el Tíbet existían 6.000 monasterios budistas, hoy solo existen ocho. Monjes y civiles fueron encarcelados y asesinados por vestir togas y practicar sus rituales.

Desde antes del establecimiento de la República Popular (1949), el control político de las religiones es una parte importante de cómo el gobierno entiende la estabilidad social. Ninguno olvida que, a mediados del siglo XIX durante la dinastía Qing, la rebelión Taiping, liderada por un hombre que dijo ser hermano de Jesús, duró 15 años y dejó millones de muertos (la mayoría, debido a hambrunas).

Sin embargo, hoy el artículo 36 de la constitución china protege el derecho a tener o tener una fe: “Los ciudadanos de la República Popular de China disfrutan de la libertad de creencia religiosa. Ningún organismo estatal, organización social o individuo puede obligar a los ciudadanos a creer, o no creer en cualquier religión; ni puede discriminar en contra de los ciudadanos que creen en, o no creen en cualquier religión”.

Crédito foto [hdw.eweb4.com]

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