Por un minuto es inevitable pensar que se trata de un grabado de la dinastía Song. A medida que el funicular asciende una montaña, luego un valle rocoso y llega finalmente a su destino media hora más tarde, la audacia de la obra de ingeniería se ve eclipsada solamente por la magnitud del paisaje que surge alrededor, con sus picos de granito que se elevan como agujas, sus pinos y cipreses de formas casi imposibles y una densa capa de niebla que lo envuelve casi todo. Viaje por Sanqing Shan, la montaña sagrada del taoísmo en Jiangxi.
Durante siglos el Monte Sanqing fue uno de los lugares sagrados del taoísmo, con formaciones rocosas que fueron bautizadas con nombres espirituales como “Cobra acechante”, “Zorro esperando gallina” o “Rey mono jugando con cerdito”. El parque, situado en la provincia suroriental de Jiangxi y declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 2008, ha sido desde hace siglos un lugar de peregrinaje para religiosos taoístas, que demoraban varios días haciendo el vertiginoso ascenso a la cumbre.
Hoy el trabajo sucio lo hacen dos funiculares, que en menos de una hora llevan a los peregrinos modernos a “Los Tres Puros”, los tres grandes picos del parque -Yujing, Yuhua y Yuxu- que son asociados a las tres deidades del taoísmo. Y aunque el mayor de ellos tiene apenas 1.817 metros de altura, la sensación de estar en la cima del mundo es imposible de evitar.
Una vez arriba las posibilidades para hacer caminatas son prácticamente interminables. A lo largo de caminos que serpentean por entre los riscos, surgen antiguos templos taoístas, rocas con formas de conejos y viejos sabios, y vistas panorámicas que aparecen y desaparecen según el capricho del clima.
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