Sinología: América Latina en la política exterior china

In by Andrea Pira

China es para Latinoamérica un aliado que ignora la complejidad de su política exterior, lo que ha obstaculizado un diálogo bilateral más profundo. Desde este contexto, el investigador en estudios de China contemporánea de la Universidad Externado de Colombia Benjamin Creutzfeldt explora la visión estratégica de ambas partes. A través de los pasados diez años se ha visto un incremento de contacto entre la República Popular China (RPC) y América Latina, en todos los ámbitos. Las cifras del intercambio comercial hablan por sí mismo, pero han sido acompañados por un aumento del contacto directo entre los líderes chinos y los gobiernos de América Latina y el Caribe, generando un intercambio de ideas y en algunos casos llevando a un diálogo bilateral fructífero. La más notable ocasión reciente fue la gira del primer ministro Wen Jiabao por Brasil, Uruguay, Argentina y Chile en junio 2012, coronada por su discurso “Para Siempre Amigos de Confianza Mutua” en la sede de la Comisión Económica para los Países de América Latina de las Naciones Unidas (CEPAL) en Santiago de Chile.

Esta tendencia de una mayor actividad política y diplomática de China con otros países es un fenómeno global, y no hay una región del mundo que no haya sido tocada de alguna manera por el nuevo rumbo de la RPC. No obstante, el relacionamiento con América Latina tiene unas características específicas: ante todo, ambas regiones se destacan por el contacto relativamente reciente y un consiguiente alto grado de desconocimiento mutuo. Se están tomando riesgos y existe un espíritu de aventurismo, pero al mismo tiempo se están desperdiciando enormes potencialidades y quedando muchas oportunidades estancadas en el pantano de prejuicios y la nesciencia. Así que todavía no han tomado forma clara las relaciones bilaterales, y mucho menos se puede hablar de una consolidación de las mismas.

La relación entre las dos regiones ha crecido rápidamente, tanto en términos reales como en la percepción de políticos, empresarios y observadores extranjeros, desde la visita del entonces presidente Hu Jintao en 2004 en ocasión de la cumbre APEC en noviembre de ese año. Así, se lee en un análisis estadounidense en junio de 2005: “Mientras la delegación estadounidense peleaba con sus anfitriones chilenos sobre aspectos protocolarios de la seguridad, el presidente chino Hu Jintao concluyó compromisos de inversión en la región por un valor de cien mil millones de dólares. Mientras la delegación estadounidense llegó a la cumbre APEC hablando de terrorismo, déficits, y el programa nuclear norcoreano, los chinos resaltaron su potencial como una nueva fuente de inversión extranjera y un mercado enorme para la clase de materias primas que América Latina tiene por vender.”

El Documento sobre la Política de China para América Latina y el Caribe del 2008 enmarcó las intenciones y los términos generales para la cooperación bilateral – siempre presentada como una situación de ‘gana-gana’. El canciller Yang Jiechi subrayó la importancia del Documento para la cooperación bilateral, en múltiples ocasiones. El discurso de Wen del 2012 eleva el carácter de estos lazos a un nivel de destino poético. Se dirige a los Latinoamericanos como un conjunto histórico y cultural, haciendo referencia a los ancestros comunes de los pueblos de la región, su música y sus escritores premiados. Luego perfila cuatro propuestas específicas para desarrollar la cooperación bilateral, enfocando en cuatro campos: los lazos políticos, el desarrollo económico, la seguridad alimenticia, y el intercambio científico y humano. Estas propuestas las respalda con la promesa de préstamos y fondos especiales, planteando concretas metas financieras. ¿Pero a quién se está dirigiendo?

La respuesta por parte de los jefes de Estado en América Latina fue cautelosa e indecisa luego de la visita de Hu en 2004, esporádica y dispar después de la publicación del Documento político a finales de 2008, y sigue siendo, cuatro años después, un proceso incoherente y sin evidente estrategia a través de la región. Según Osvaldo Rosales de la CEPAL tan solo tres países – México, Chile y Brasil – formularon una respuesta oficial al Documento político dentro del primer año de su publicación. La divergencia en la región se evidencia en los volúmenes de comercio y las balanzas comerciales, como lo ilustran la tabla de la CEPAL, y también en el número de visitas de Estado en ambas direcciones desde 2001: Chile y Brasil encabezan la lista en recibo de visitas de Estado desde China, mientras que Chile, Brasil y Venezuela toman la delantera en el número de líderes que más frecuentemente han viajado a China. De los 33 países independientes en la región, 21 han establecido relaciones diplomáticas con la República Popular, y solo seis de ellos han creado cámaras bilaterales de comercio.

En el campo académico, las universidades de América Latina, con la excepción de México, carecen de un enfoque serio en los estudios de China y de Asia: el término sinología (estudios de China) es por lo general desconocido en la región, y aunque están saliendo cada vez más publicaciones serias sobre las relaciones bilaterales, son casi todas en inglés y en su mayoría escritas o compiladas por analistas y observadores extranjeros. China ha establecido 22 Institutos Confucio en diez países de la región y cuenta con un número considerable de expertos latinoamericanistas en universidades e institutos en Beijing y Shanghai, muchos de los cuales publican en la respetada 拉丁美洲研究 [Revista de Estudios Latinoamericanos], pero no existe una revista u organización comparable en América Latina. El destacado politólogo David Shambaugh lo dice de manera sucinta: “Mientras el interés por estudiar el idioma chino está en crecimiento en América Latina, tengo la impresión que la población y los gobiernos de la región tienen un nivel de comprensión de China extremadamente bajo”.

Se podrían hacer muchas otras observaciones y buscar muchos más ejemplos, para resaltar la insuficiente preparación y la respuesta fragmentada de América Latina a la presencia cada vez más importante e impactante de China en la región. Mientras el gobierno chino busca acuerdos bilaterales y una voz en las organizaciones regionales de la región, los países mismos siguen completamente desprevenidos y en alta medida miopes – poco conscientes y poco interesados en lo que sus propios vecinos están haciendo con respecto a China. Rosales y Kuwayama lo dicen de manera sencilla y clara: “Los países de la región tienen que adoptar una estrategia sin más demora, para la integración con el Asia Pacífico”. Pero mientras el primer ministro Wen resalta las raíces comunes de las naciones de América Latina, políticos y empresarios aquí enfatizan las diferencias, formulando ideas vagas de excepcionalismo nacional. Mientras la prensa de este lado del Pacífico destaca el crecimiento comercial y las visitas de Estado, la prensa en China presta poca atención a estos mismos acontecimientos. Por ejemplo, William Ratliff pone a consideración que “muchos dirigentes chinos saben que ellos [por su lado, tampoco] entienden la cultura latinoamericana [… y que] pocos aprecian plenamente [los] problemas subyacentes”. Se pueden entonces formular las preguntas: ¿el gobierno chino es consciente de esta incoherencia entre su acercamiento a Latinoamérica y el Caribe y las realidades locales? ¿En qué medida está al tanto de las dificultades de percepción que enfrenta? Y ¿cómo está enfrentando esta situación en el camino por delante?

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