Mariano Fernández es un uruguayo que salió campeón en el Workers’ Stadium de Beijing cuando se escapó de unas vacaciones en Siberia. Él fútbol siempre ha estado presente a lo largo de su vida y nunca lo ha dejado, así esté en Montevideo o Beijing. Pero sí reconoce que en China lo viven distinto.
El fútbol, cuando a alguien le apasiona, es mucho más que dos equipos empujando un balón a patadas para cruzar una raya. Es una forma de sentir y ver el mundo que apela a las pasiones más íntimas cuando el pie toca un balón. Driblar a un rival y correr son sensaciones completamente diferentes. Y esta pasión no es individual, porque el fútbol se juega en equipo. Por eso funciona como una red que conecta a personas que aparentemente no están relacionadas, pero tienen un objetivo común: encajar el balón en la portería contraria.
Gracias a esta red, Mariano Fernández empezó a jugar fútbol cuando llegó becado a la Universidad de Jiaotong, en septiembre de 2008; aunque no era nada nuevo, pues Mariano juega desde que tiene memoria. Con el tiempo pasó de practicar en el campus, a escalar en torneos de mayor nivel, hasta llegar a lo más alto del fútbol amateur en Beijing.
Hoy en día este uruguayo – que creció viendo a Peñarol los domingos en el Estadio Centenario de Montevideo – tiene 25 años, es economista, su novia es española, y compite en torneos de fútbol 5 y fútbol 11 (el número es la cantidad de jugadores por equipo). Y lo sigue haciendo con el mismo amor que cuando estuvo en las inferiores del Liverpool F.C de Montevideo; época en que coqueteó con el profesionalismo a los 14 años y se daba licencias para soñar.
Para quienes lo hablan, el fútbol es su lengua materna.
¿Cómo empezó a jugar fútbol en China?
Al principio, como no conocía a nadie, jugaba en los campos deportivos de la universidad y de a poco fui conociendo gente. Recuerdo que un día se me acercó un chino y me preguntó de donde era para entablar conversación, pero lo que quería era meterme a su equipo fuera de la universidad; y yo le dije ¿bueno, por qué no? Así empecé a jugar en un equipo chino.
¿Cómo lo ha sorprendido el fútbol en China?
En julio del año pasado empecé a jugar en un equipo chino que tiene muy buen nivel, y que participa en un torneo organizado como el mundial de fútbol. Ese año nos tocó salir campeones, y de eso tengo una anécdota buena.
En agosto del año pasado yo había jugado la fase de grupos, pero como ya tenía planificadas mis vacaciones, para la segunda mitad del torneo estaba en Rusia, por lo que me perdí los partidos de octavos y cuartos de final. Como el equipo seguía ganado el director técnico se puso en contacto conmigo y me dijo que volviera a Beijing, pero yo estaba de vacaciones. Yo no sabía que el torneo era tan importante para ellos, pero el técnico decidió pagarme el pasaje desde Siberia a Beijing. Llegué el día de la semifinal, jugué y ganamos. A la semana siguiente jugamos la final y ganamos el torneo, y ese mismo día el entrenador me compró otro pasaje para devolverme a Siberia y seguir disfrutando de mis vacaciones… (Risas) Además, la final la jugamos en el Workers’ Stadium y fue televisada. Pero además de todo esto, también hubo un premio económico, entonces fue fantástico.
¿Cuál es la diferencia entre el fútbol chino y el latinoamericano?
Yo veo que el fútbol chino, sobre todo en el amateur, es más limitado y no les gusta jugar tanto físicamente. Quizás en Latinoamérica hay países que tampoco lo hacen, pero yo justo vengo de Uruguay donde el físico cumple un rol muy importante. No en el sentido de ser grande, sino de ir a chocar, a pelear cada pelota, a trancar… pero siempre con lealtad. Acá no se puede jugar con fuerza, incluso los árbitros te sancionan y ni siquiera está permitido barrerse en el fútbol amateur.
Otra cosa es que los chinos son buenos técnicamente en lo individual, pero cuando les toca jugar en equipo no rinden igual. Al juntarse les cuesta mucho mandar una pared, por ejemplo. Muchas veces, por esto mismo, prefieren jugar la individual que tocar con los compañeros.
¿Hay pasión?
Esa es la mayor diferencia, la pasión que los latinos le metemos al fútbol es algo que los chinos no tienen. Nosotros somos muchos más pasionales y nos gusta divertirnos con el fútbol, el chino lo ve más como un pasatiempo y no le importa demasiado si le toca perder o no. A mí no me gusta perder y juego muy seriamente así sea un amistoso; esto no lo veo en mis compañeros locales, y eso es algo que está en la cabeza de la gente.
Sobre esto hay una cosa que me enseñó mi padre, y es que aunque tu rival sea inferior tienes que respetarlo, y la mejor forma de hacerlo es tratarlo como a un igual, y no haciendo lujitos y tirando caños por tirar caños; hay que tomarse los partidos en serio.
¿Le hubiera gustado hacer carrera como futbolista profesional?
Cuando era más joven sí me habría gustado porque lo veía mucho en la televisión, y por el nivel de vida que llevaban los jugadores que salen al exterior. Con el paso del tiempo fue cambiando mi mentalidad, me empecé a preocupar por cosas más simples. Creo que la vida que me tocó vivir está más buena que si hubiera sido futbolista profesional. Pero de pequeño sí lo quería.
¿Es posible hacer carrera en China empezando desde cero?
De formarse aquí en China lo veo difícil, pero si hay un latino que tenga buenas cualidades puede venir acá joven, de 18 o 19 años. A ese sí le veo potencial de desarrollarse en un equipo chino. Acá tienen toda la infraestructura posible y hay capital que se invierte en el fútbol, sobre todo desde que asumió el presidente Xi Jinping porque le gusta mucho y le ha dado prioridad, pero escuelas como tal todavía no hay. Lo que veo es que el fútbol en China tiene futuro para seguir desarrollándose y que siga creciendo la liga; esto recién está comenzando.
¿Qué opina de Diego Forlán en Asia?
Él tomó una buena decisión pues cada vez le pesa más la edad y el físico, y escogió un muy buen país donde se vive bien y lo respetan. La liga japonesa por no ser tan mediática ni competitiva puede ser un respiro que se toma al final de su carrera. Además es muy bueno que esté acá porque acerca el fútbol latino a Asia.
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[Crédito foto: Archivo Mariano Fernández]