¿Manu militari o soft power de China en América Latina?

In by Andrea Pira

Sin haber salido en las noticias, oculta tras las luces y los flashes del XVIII Congreso del Partido Comunista, un evento poco publicitado se desarrollaba paralelamente: el 1° Foro de Alto Nivel de Defensa entre América Latina y China. Organizado por la Universidad Nacional de Defensa china, contó con la participación del ministro de defensa de ese país y delegados de seis países latinoamericanos: Cuba, Colombia, Perú, Venezuela, Uruguay y Bolivia.

El asistente del ministerio de relaciones exteriores, Zhang Kunsheng, aprovechó la oportunidad para exponer sobre “La política exterior china y un camino pacífico hacia el desarrollo”. Apenas publicitado fuera de los círculos oficiales, es una muestra más de que Beijing multiplica sus intentos de estar a la altura de un verdadero poder emergente, al construir caminos no sólo comerciales con los otros países del globo. Y el tema de defensa e industria militar, uno de los grandes fuertes de la República Popular, no podía quedarse de lado.

China actúa con bajo perfil pero no cesa de hacer sentir su influencia en el ámbito militar: aviones de entrenamiento para Bolivia, aviones y radares para Ecuador y Venezuela o cañones remolcados para México. Continúa siendo un actor pasivo frente a Estados Unidos y Europa, los mayores proveedores de armas del continente, pero cada vez logra hacerse un espacio en los presupuestos militares de las naciones latinoamericanas.

Las donaciones de material logístico, si bien aún someras, han aumentado en los pasados años. Entre 2011 y 2012 Colombia recibió 8,5 millones de dólares que incluyen uniformes, tiendas de campaña e incluso puentes colgantes; este monto es siete veces más de lo que había recibido en toda la década anterior. Perú también se benefició en el 2010 con la entrega de un hospital de campo y otros elementos, valuados en 300 millones de dólares.

Además de las frecuentes visitas de oficiales de alto nivel en el área de defensa a Beijing, casi todos los países de América Latina, desde México hasta Uruguay, envían a sus oficiales a hacer cursos para militares profesionales que se dictan en la Universidad Nacional de Defensa de Beijing, incluido uno de cinco meses dictado completamente en español.

Sin embargo, la República Popular no está buscando únicamente beneficios económicos, sino que tiene un creciente interés en mostrarse como un socio confiable y previsible para negociar a largo plazo, especialmente para lograr ingresar en las industrias militares y de alta tecnología nacionales, probablemente el último bastión estatal de los países latinoamericanos. Un ejemplo es el caso de las ventas de armas a Ecuador, que China financió ampliamente.

El primer país latinoamericano que aprovechó estas posibilidades fue Brasil. Tras una temprana asociación que comenzó en 1988, con la creación de una sociedad para desarrollar satélites de observación de los recursos naturales. Los primeros satélites del programa conjunto chino-brasileño fueron lanzados en 1999, 2003 y 2007 y en los próximos cuatro años está programado lanzar tres más.

En el sector militar, China también busca presencia a nivel industrial y de innovación. Durante la visita del ministro de defensa argentino, Arturo Puricelli, en julio pasado, se firmó un memorándum para comenzar a producir helicópteros chinos en la Fábrica de Aviones de Córdoba. Algo similar se busca en Uruguay, como fue expresado por el general de la fuerza área china Ma Xiaotian en su visita al país. La China Shipbuilding Corporation hizo conocer su interés en invertir en los astilleros de la Armada Nacional uruguaya, quien por su parte está buscando un modelo jurídico que le permita recibir inversiones.

En ambos casos de se trata de industrias que estaban a la búsqueda desde hace mucho tiempo de inversiones, y China se muestra como una que además de financiar, puede transferir tecnología, algo necesario para poder lograr productos competitivos.

Esta nuevas relaciones que se están creando no apuntan a reemplazar la histórica orientación hacia los Estados Unidos del continente ni buscar un mercado para vender armamento, pero si crear nuevos puentes con el mayor socio comercial que tienen los países sudamericanos, diversificar las relaciones económicas y mejorar la imagen del país asiático mostrándolo capaz de crear productos de calidad y tecnológicamente avanzados

[Foto: Xinhua]