En China coexisten alrededor de 56 minorías reconocidas oficialmente y en teoría muchas están protegidas por la ley. Estas son llamadas las Regiones Autónomas que incluyen a los Uigures, tibetanos y una parte de estas etnias se ubica en la parte fronteriza con Mongolia. Eugenio Anguiano, ex embajador de México en Costa Rica presenta en su texto un recuento sobre la historia de las minorías en China. La República Popular China (RPCh) llega a 60 años de vida en una firme transición de país subdesarrollado a desarrollado, lo que por su tamaño demográfico –más de 1,300 millones de habitantes– así como territorial –9.6 millones de kilómetros cuadrados en números redondos– la coloca en posición de potencia mundial en ciernes. No obstante el asombroso crecimiento económico logrado en estas seis décadas de existencia de la RPCh y la transformación en marcha de una sociedad eminentemente rural a otra urbana, China enfrenta formidables retos para el futuro, entre los que está el desarrollar un sistema político moderno y garantizar el pleno respeto a los derechos de sus ciudadanos, incluidos los de las minorías nacionales.
Oficialmente China es un país integrado por 56 etnias, de la cuales la predominante es la Han1 (汉), la que según el último censo general de población, levantado en el 2000, representaba el 93.9 por ciento de la población total, mientras que las otras 55 etnias cubrían el 6.1 por ciento restante, equivalente a 77.7 millones de personas. Las minorías étnicas crecen más rápidamente que el promedio nacional (1.3 contra 0.9 por ciento medio anual en el periodo 1991 – 2007), pero en un horizonte de tiempo asimilable es imposible pensar que, a pesar de las diferencias en tasas de crecimiento, a favor de las minorías, los Han lleguen a perder su predominancia demográfica en el Estado multicultural que China quiere ser.
La desproporción en números absolutos entre la etnia predominante y las minoritarias no debería presentar dificultades serias en la integración del Estado nación que el Partido Comunista de China estableció el 1 de octubre de 1949, si no fuera por tres hechos importantes: las minorías más significativas viven en territorios muy extensos que no eran parte del corazón histórico de China; tienen tradiciones culturales y religiosas muy distintas de la cultura cínica, y esas minorías de idiosincrasia fuerte entraron en conflicto cultural con el proyecto de nación que desde sus inicios se planteó el régimen comunista.
Desde poco antes de la creación de la RPCh, los comunistas chinos, capitaneados por Mao Zedong y por otros dirigentes curtidos en una prolongada lucha por la conquista del poder, plantearon la unificación de todas las clases sociales del país, con excepción de la “clase terrateniente y la clase capitalista burocrática”, y de la mayoría Han con todas las minorías nacionales.
Desde la primera Constitución Política (1954) de China Popular, se instauró una división territorial administrativa en la que hay cinco Regiones Autónomas de minorías nacionales cuyos regímenes jurídicos son, en teoría, autónomos. Ellas son, enumeradas a partir del Norte y en sentido contrario a la dirección de las manecillas del reloj, Nei Mongol (Mongolia interior); Ningxia Hui; Xinjiang Uigur; Xizang (Tíbet), y Guangxi Zhuang.
Aparte de esas regiones hay otras divisiones administrativas denominadas “regiones autónomas minoritarias”, enclavadas en las provincias y municipalidades subordinadas directamente al gobierno central del país. De acuerdo a información gubernamental correspondiente a 2007, los 85 millones que entonces componían las 55 etnias minoritarias ocupaban una superficie de 6.1 millones de kilómetros cuadrados, el 64 por ciento del territorio de la RPCh, y representaban en el año citado apenas el 6.4 por ciento de la población total. Ese extenso territorio, más de tres veces mayor al de México, está esparcido en 14 provincias y una municipalidad central, aparte de las mencionadas cinco Regiones Autónomas, y en todo él habitan también chinos Han, en una proporción de alrededor de dos de ellos por cada persona de etnia minoritaria.
La convivencia en esas regiones, prefecturas, condados y aldeas clasificados como de minorías étnicas autonómicas es generalmente tranquila.
Los problemas surgen en las áreas más apartadas y extensas del occidente chino y en las provincias vecinas a ellas que originalmente eran, como se verá más adelante, parte de la tierra original de tibetanos o de uigures.
Es preciso tener claras las proporciones del componente étnico minoritario. De los 77.7 millones de personas que contabilizó el censo de 2000 como la suma de las 55 minorías nacionales (6.1 por ciento de la población total), cinco de ellas representaron el 59 por ciento (45.6 millones) en las siguientes magnitudes (millones de personas): mongoles 5.8, hui 9.8, tibetanos 5.4, uigures 8.4 y zhuang 16.2. Estas etnias corresponden a las Regiones Autónomas de las que Xinjiang y Tíbet juntas tienen un territorio de 2.9 millones de kilómetros cuadrados y están poco pobladas.3 Allí se localizan los principales focos de resistencia al gobierno central de China y a la idea de su plena integración a este país; en ellos se centra el análisis histórico de las siguientes páginas.
Nómadas contra sedentarios
Durante la dinastía Shang (商), 1600¬1046 AC, los chinos sedentarios ocupaban un territorio inferior al millón de kilómetros cuadrados, a lo largo del bajo Río Amarillo (Huang He) en porciones de las actuales provincias de Shanxi y Hebei al Norte de ese río, Shandong al Este y Henan, Anhui y Jiangsu al Sur. La capital legendaria era Anyang, situada en Henan. “El origen de los Shang se discute aún, pero descubrimientos arqueológicos recientes hacen pensar que surgieron como una evolución de la cultura longshan” y fueron los primeros en China en establecerse en centros urbanos, “desarrollaron la escritura, los carruajes tirados por caballos, y llevaron a su perfección el vaciado del bronce”.
En torno a esta cultura agrícola sedentaria había grupos étnicos no chinos como los yi, cuyos descendientes (unos 7.8 millones) se localizan hoy en las provincias sureñas de Yunnan y Guizhou y la occidental de Sichuan, pero en la antigüedad estaban asentados en las actuales provincias de Jiang su y Zhejiang, donde desemboca el Río Largo (Chang Jiang), más conocido entre nosotros como Yangtze, una región apta para la agricultura de arroz. Al Sur, particularmente en las riberas del Río Largo, estaba el grupo de los man, que había emigrado desde el Noreste de China; y aquellos de sus ancestros que permanecieron en sus tierras de origen habrían de desarrollar, a partir del siglo vi de la era común, una brillante historia de 1,400 años que influiría mucho en la evolución general de China. Se trata de los manchúes, que en las zonas boscosas del Noreste se hicieron recolectores y cazadores seminómadas, mientras sus parientes emigrados al Sur se volvieron una minoría agrícola de escasa influencia nacional.
Al Norte y Oeste de los Shang, en vastas zonas desérticas y montañosas, predominaban los di, seminómadas y cazadores con mezclas raciales diversas, incluidas mongolas y manchúes, y los rong, una amplia gama de etnias en el Oeste de China, entre ellas mongoles, tibetanos y grupos túrquicos, varios de cuyos integrantes eran de origen claramente caucásico. Desde las dinastías Shang y Zhou del Oeste hasta los periodos de primavera y otoño y de los Estados o reinos combatientes –un largo periodo histórico que va del siglo XVI al año 221 AC– los grupos humanos que se asentaron en China propiamente dicha y en la periferia desarrollaron entre ellos estrechos contactos, de manera que hubo cruces raciales, por lo que ninguna etnia, ni la predominante Han, es químicamente pura, sino el resultado de miles de años de hibridaciones interétnicas.
Sería la dinastía Han (汉), 206 AC¬220 DC, la que, al consolidar el primer imperio chino real, le daría su nombre a la etnia mayoritaria y a la escritura china (Hanzi 汉字). La expansión territorial de esta dinastía fue notable: por el Noreste se anexaron una buena parte de los territorios de las tribus manchúes y de la península de Corea; al Norte llegaron hasta los confines del desierto del Gobi; al Este y Sur reinaron sobre las cuencas ribereñas más importantes (Huang He, Yangtze y Río Perla, entre otras), y en una considerable parte del actual Vietnam, e incluso convirtieron en protectorado la región del Noroeste (Xinjiang y parte de Asia Central).
Únicamente las tierras de dos grupos de “bárbaros” fueron inalcanzables debido a la ferocidad de sus dueños. Al Norte y Noroeste los Xiongnu, confederación de tribus nómadas de Asia central cuyas clases dirigentes y tribus subyugantes son de origen desconocido, pero que en el siglo II AC habían derrotado a otro grupo “bárbaro” de las estepas del Norte llamado Yuezhi, predominantemente mongol, convirtiéndose en una amenaza constante para las ciudades y asentamientos humanos chinos. Fue debido a esa amenaza que desde antes de los Han, en especial durante la breve (221 – 206 AC), pero influyente en la historia china, dinastía Qin (秦), se integraron muros de varias ciudades en una gran muralla, destinada a contener las recurrentes invasiones de los Xiongnu, nombre con el que los denominaban los chinos sedentarios y que parece estar relacionado con el nombre de Hunos, del mundo grecoromano.
El otro grupo de seminómadas al que nunca vencieron los Han estaba en el Oeste y Suroeste, y recibía de los chinos el nombre de Qiang, que actualmente es una pequeña minoría nacional localizada en la provincia de Sichuan, pero cuyos ancestros son muy antiguos y de ellos descienden parte de los tibetanos modernos, de los chinos Han y de otras minorías occidentales.
Después del derrumbe de la dinastía Han se produjo en China una fragmentación del imperio que ellos y sus antecesores, los Qin, habían mantenido protegido de tribus seminómadas de diferentes tipos (manchúes, qitan, jurches, mongoles, uigures y kazajos, entre otros), las que habían intensificado sus incursiones predatorias en las ciudades ubicadas detrás de la gran muralla y llegaron así a dominar grandes zonas del imperio chino. El caso más notable fue el periodo de los 16 Estados de los 5 Bárbaros (304 – 439 DC) que dominaron el Norte de China. Todavía con la restauración del imperio chino, bajo las dinastías chinas Sui 隋 (581-618) y Tang 唐 (618- 907), las incursiones de los bárbaros –xiongnu y qiang– continuaron ocurriendo con altibajos en cuanto a magnitud. Tibetanos pertenecientes al segundo grupo de bárbaros (qiang) atacaron el reino de los Tang (唐) y en 763 llegaron a apoderarse por 15 días de su capital Chang’an (actual Xi’an).
Crédito foto [sobrechina.com]
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