Los otros presidentes colombianos que vinieron a China

In by Andrea Pira

El presidente colombiano Juan Manuel Santos llegó hoy a Beijing, con el objetivo de reunirse con su homólogo chino Hu Jintao e impulsar las relaciones económicas entre los dos países, sobre todo en las áreas de comercio e inversión. La de Santos es la cuarta visita que realiza un presidente colombiano en 32 años de relaciones diplomáticas con Beijing. ¿Qué tan exitosas han sido los anteriores encuentros y cómo han logrado los anteriores consolidar las relaciones bilaterales? Un vistazo a las visitas presidenciales colombianas.
Colombia y la República Popular China establecieron relaciones diplomáticas en 1980, bajo el gobierno del ex presidente Julio César Turbay, aunque ningún presidente colombiano visitaría el país asiático hasta 1996. Turbay, quien gestó la apertura de relaciones y designó al recientemente fallecido industrial Julio Mario Santodomingo como primer embajador, no pudo viajar a China porque se lo impedían motivos de orden público en ese entonces. Un par de años más tarde lo intentaría Virgilio Barco, que buscaba estrechar las relaciones con los países de Asia Pacífico, incluidos Singapur, Corea del sur, Japón, Filipinas, Taiwán, Hong Kong y China. Sin embargo, el viaje del primer mandatario tuvo que ser suspendido cuando se encontraban en Seúl por una dolencia física que obligó a Barco a retornar inmediatamente a Bogotá, cancelando sus paradas en China, Japón y Filipinas. Finalmente, César Gaviria tampoco incluyó a China entre sus prioridades de viaje.

Habría que esperar hasta 1996 para que el primer presidente colombiano, Ernesto Samper Pizano, visitara Beijing. “Hay que salir un poco del vecindario”, había señalado en esa época Diego Cardona, consejero de Samper en asuntos internacionales. La reunión de Samper con su homólogo en ese entonces, Jiang Zemin, tuvo un carácter político, más que económico puesto que el presidente colombiano venía en calidad de líder temporal del Grupo de países No Alineados (NOAL), la agrupación de Estados que se unieron durante la Guerra Fría en la segunda mitad del siglo XX, con el fin de conservar su posición neutral y no aliarse con la Unión Soviética y los Estados Unidos, las dos superpotencias de la época. “El presidente Samper puede fortalecer el liderazgo de Colombia en el NOAL”, señaló en su momento Juan Fernando Cristo, ex viceministro para Europa y Asia de la época.

“China también le deja al Presidente dividendos políticos”, agregaría. En ese entonces se pensaba en mantener relaciones con un país que tenía una posición independiente frente a Estados Unidos, además de tener fuerte peso en la ONU y una estrecha gama de políticas multilaterales, entre ellas la de los derechos humanos.

Andrés Pastrana realizó la segunda visita de un presidente colombiano en Beijing en 1999. Allí se reunió con Jia Qinglin, presidente del Comité Nacional de la Conferencia Consultiva Política del Pueblo Chino, quien manifestó en ese entonces que China estaba dispuesta a promover los lazos amistosos entre ambos países con el fin de progresar en distintos aspectos. Al igual que la visita de Samper, la de Pastrana no trajo la firma de mayores acuerdos con el país asiático. En esa época China y Colombia rondaba apenas los 125 millones de dólares, de los cuales 104,3 millones correspondían a exportaciones chinas hacia Colombia y sólo 20,7 millones a las exportaciones colombianas hacia China, según indican estadísticas de aduanas chinas citadas en su momento por la agencia Efe.

La última visita fue la del presidente Álvaro Uribe en 2005, al celebrarse los 25 años de relaciones diplomáticas entre ambos países. El objetivo de la delegación -que, con 6 ministros y 213 personas ha sido la más grande hasta la fecha- era incrementar el comercio bilateral, que ya ascendía a cuatro millones de dólares en 2004. Durante el encuentro se firmaron acuerdos en temas como la cuarentena animal y vegetal, economía, tecnología, exhibición de cine, e información y telecomunicaciones. “El gobierno promoverá la inversión y cooperación china en energía, petróleo, confecciones y turismo”, señaló el presidente Hu Jintao durante su reunión con Uribe. “Considerando el mejoramiento de la seguridad, no hay duda de que los turistas chinos llegarán muy pronto a su país”, añadió luego de que el presidente colombiano le pidiera que Colombia fuera incluido entre uno de los destinos que el gobierno chino recomienda a sus ciudadanos visitar.

“Tras la conclusión de las negociaciones con Estados Unidos de un Tratado de Libre Comercio (probablemente en el segundo semestre del año), miembro de la Comunidad Andina de Naciones y asociado a Mercosur, Colombia es una plataforma exportadora estratégica con salida a dos mares", añadiría el embajador colombiano Guillermo Vélez. Sus declaraciones reflejan la idea de vender la posición geográfica de Colombia y acercarse a China para impulsar el comercio, pese a que ese TLC con Estados Unidos se demoraría más de siete años en volverse realidad.

Aparte de la importancia de insistir en un crecimiento de las exportaciones de Colombia hacia a China la visita de Uribe también tuvo como objetivo impulsar la cooperación educativa y de lengua para impulsar los negocios. Se puede decir que esta iniciativa fue exitosa ya que Colombia cuenta hoy con dos Institutos Confucio, uno en la Universidad de los Andes en Bogotá y otro compartido por la Universidad Eafit y Universidad de Antioquia en Medellín, con uno más en camino en la Universidad del Valle.

En todo caso, no deja de resultar evidente que -pese a que Colombia lleva 32 años de relaciones diplomáticas con China- la mayoría de países latinoamericanos le “tomaron ventaja” en consolidarlas. México, por ejemplo, ha visto a todos sus presidentes de visita en China, desde que Luis Echeverría Álvarez se convirtió en 1973 en el primer mandatario de la región en visitar Beijing. Prácticamente todos los presidentes brasileros desde los años ochenta viajaron a China también, con las solas excepciones de Fernando Collor e Itamar Franco. Incluso Guyana -dos veces- y Suriname habían realizado visitas de Estado a China antes de que Colombia realizara la primera.

Siete años después de la última visita de un presidente colombiano en China, llega Santos a un país muy distinto al que vieron sus antecesores. China es hoy el primer exportador mundial, la segunda mayor economía y cada vez adquiere más protagonismo internacional. El creciente peso de China en la economía global hacen que para Santos cobre aún mayor importancia la reunión “cara a cara” con su homólogo Hu Jintao, con la que busca impulsar el comercio y la inversión, especialmente en los sectores energético y alimentario.

El año pasado los intercambios comerciales entre ambos países alcanzaron los 8.200 millones de dólares, con Colombia adquiriendo principalmente equipos de telecomunicaciones, vehículos y electrodomésticos chinos y China concentrando el 80 por ciento de sus importaciones chinas en petróleo, ferroníquel y carbón. Las ventas colombianas a China alcanzaron US $2.000 millones, mientras las importaciones llegaron a US $6.000 millones, según cifras del Ministerio de Comercio, Industria y Turismo. Entre tanto, países como Chile ya alcanzaron un intercambio comercial de 35.000 millones de dólares con China, con superávit a favor de los chilenos.

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