Las oscilaciones de las bolsas del país asiático han prendido las alarmas en la economía mundial. Además de preocupar a los inversionistas, la crisis ha contagiado a otros mercados y tiene al gobierno de Xi Jinping contra la pared.
A través de avisos colocados en puntos estratégicos de sus establecimientos, un puñado de corredores de bolsa decidió advertir que “existe riesgo en el mercado de valores” después de que, a mediados de junio, las principales bolsas de China colapsaron en cuestión de días. Además de preocupar a los inversionistas, la crisis ha contagiado a otros mercados y tiene al gobierno de Xi Jinping contra la pared.
“El mayor efecto se ha visto entre quienes apostaron y perdieron”, señaló Darrell Duffie, profesor de Negocios y Finanzas de la Universidad de Standford. “También se han presentado efectos moderados sobre la economía en general, principalmente debidos a la reducción en la confianza de los inversionistas”.
El pasado lunes, tras una semana de relativa calma en la bolsa, se registró nuevamente una caída alarmante en las acciones. El Índice compuesto de Shanghái cayó alrededor de 8,5 por ciento y Shenzhen, el segundo mercado accionario de China, tuvo un desplome cercano al 7,5 por ciento. Estos han sido los peores descensos en ambos indicadores desde el 2007.
El Índice de materias primas de Bloomberg ha retrocedido 11 por ciento en lo que va del 2015. La cifra representa los precios más bajos de las materias primas en los últimos trece años. Según cifras publicadas por USA Today, un barril de petróleo que en junio del 2014 se vendía por 107 dólares, hoy cuesta alrededor de 47, una pérdida de cerca del 56 por ciento frente al precio máximo alcanzado.
Cuando las principales bolsas del país comenzaron a mostrar síntomas de una burbuja financiera a punto de explotar, tras un sorpresivo crecimiento de 150 por ciento en tan solo 12 meses, el gobierno desplegó una batería de recursos, no solo para detener la eventual caída de las acciones y evitar el pánico financiero, sino también para devolverles la confianza a los inversionistas.
“Las autoridades promoverán un mercado de capitales y un mercado monetario abierto y transparente, así como también un desarrollo continuo, estable y saludable”, dijo Li Keqiang, primer ministro chino, durante un discurso a principios de julio.
Algunas de las medidas implementadas consistieron en recortar las tasas de interés a un mínimo histórico de 4,85 por ciento, hacer millonarios préstamos a las agencias de valores para comprar acciones, suspender la cotización de más de la mitad de las compañías inscritas en la bolsa, y detener cualquier oferta pública inicial de valores. Sin embargo, las acciones chinas aún no han recuperado los 3.000 millones de dólares que perdieron en las primeras semanas de la crisis y algunos inversionistas todavía se sienten atemorizados por la posibilidad de perder los ahorros de toda su vida si llegase a ocurrir otra caída significativa.
Nicholas Hope, director del programa de China del Centro para el Desarrollo Internacional de la Universidad de Standford, dijo que puede que la “lucha patriótica” adelantada por el presidente Xi Jinping esté más enfocada a aliviar el pánico y devolverles la confianza a los inversionistas que a salvar la economía nacional.
“Las medidas del gobierno están quizás más orientadas a reducir el alcance del malestar social generado por las pérdidas de los pequeños inversionistas que a apuntalar la economía en general, que parece estar estabilizándose con un crecimiento cercano al siete por ciento”, señaló.
Según la agencia Bloomberg, entre junio de 2014 y mayo de este año, se abrieron más de 40 millones de cuentas en el mercado bursátil de China. La mayoría de los inversionistas pertenecían a la clase media y tenían poca o ninguna experiencia en la bolsa. Una encuesta realizada por el Centro de Investigación sobre Finanzas Domésticas en China en más de 4.000 hogares comprobó que muchos de ellos ni siquiera habían terminado de cursar el bachillerato.
En gran medida, el ‘boom’ se dio después de que el gobierno flexibilizó sus políticas de préstamos y permitiera mayores operaciones de margen para los corredores de bolsa. Incluso, un gran porcentaje de los 90 millones de inversionistas que ‘juegan’ en la bolsa fueron atraídos por un cubrimiento positivo de los medios estatales. “China deberá vigilar cuidadosamente y reducir los préstamos marginales, en especial los ‘préstamos marginales a la sombra’, que no son transparentes ni regulados”, explicó Duffie.
Dado que muchas de las inversiones fueron incentivadas por el Partido Comunista, la crisis no solo representa una amenaza para la credibilidad de los altos funcionarios del partido, sino que pone en duda la legitimidad del gobierno nacional.
“Definitivamente no hemos logrado salir de las tinieblas”, le dijo Fraser Howie, coautor de Capitalismo Rojo: La frágil base financiera del extraordinario ascenso de China, a Los Angeles Times. “La verdadera historia es la respuesta del gobierno y la integridad del mercado”.
Artículo producido para El Tiempo, Colombia
[Crédito foto: Reuters]
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