Desde el viernes pasado se está llevando a cabo el gran espectáculo político en Beijing, donde el gobierno central revela ante la Asamblea Popular Nacional (APN) su reporte anual de trabajo, que incluye la proyección oficial de PIB, información sobre los mayores planes económicos y sociales, y el presupuesto de defensa nacional. El encuentro, si bien suele pasar desapercibido ante los ojos de occidente, tiene gran impacto en el mediano y largo plazo en casi todo el mundo.
La XII APN, el máximo órgano legislativo del país, ayudará a promover su Cuarta Sesión Anual cuando finalice la Cuarta Sesión del XII Comité Nacional de la Conferencia Consultiva Política del Pueblo Chino (CCPPCh), el máximo órgano asesor político. Estas sesiones son conocidas como las “dos sesiones” (lianghui) cuyos largos nombres son muchas veces difíciles de recordar, incluso para los propios chinos.
Más de 3.000 diputados de la APN y miembros del CCPPCh asisten a las sesiones. Entre ellos se encuentran máximos líderes, reconocidos economistas, emprendedores, trabajadores rurales y migrantes, y personas de diversos sectores sociales. Los delegados de la APN pueden entregar mociones que son legalmente vinculantes, al tiempo que los miembros del CCPPCh presentan propuestas o asuntos no vinculantes que son de interés para el público, dentro de industrias y regiones específicas para la consideración de legisladores y funcionarios.
En esta oportunidad, es importante considerar la desaceleración de la economía, que transita un período de reformas recientemente ratificadas en el XIII Plan Quinquenal, aprobado el pasado diciembre, que sienta las bases de una “nueva normalidad” impulsada por Xi Jingping. Su propósito es que China pueda crecer, si bien a menor velocidad, pero con más calidad, apuntando a que una tasa de un dígito (alrededor del 7%, envidiable por países latinoamericanos) siga siendo sostenible en el largo plazo. Esto apunta a mejorar las condiciones de vida de la población, la brújula real de los líderes chinos que estiman duplicar el ingreso per cápita de su población para el año 2020.
Este es el caballito de batalla de Xi, que contrariamente a lo ocurrido en el pasado, es el verdadero protagonista de la política nacional. Si en el pasado el partido había aceptado un acuerdo tácito en el nombre de un intercambio de guía colegiado, Xi Jinping puso en marcha un liderazgo cada vez más personalista en los últimos tiempos, que busca plasmar en la APN.
Estos dos encuentros son centrales para comprender muchos asuntos de la política y economía china. El punto parece no sostenerse tanto en las decisiones debido a que, es sabido, que no es tanto el carácter resolutivo lo que caracteriza a las dos sesiones. Su guion está bien pautado y acordado para el momento de los eventos; sin embargo, pueden ser útiles para discernir las prioridades políticas, las expectativas económicas y las señales militares. Muchas economías y precios internacionales dependen de la dinámica china. Las miradas están atentas en la medida que los ambiciosos planes de desarrollo regional, como la denominada “ruta de la seda” entre Beijing y Bagdad, están sostenidos sobre financiamiento de entidades recientemente creadas como al AIIB y el Banco de los BRICS con amplia participación multinacional.
El director de la Escuela de Economía de la Universidad de Guadalajara (UDG), Adrián de León, señaló al Diario del Pueblo que la meta fijada por Beijing de lograr que su economía crezca por encima del 6,5% anual en el siguiente lustro “es viable a pesar de los retos que enfrenta y la turbulencia financiera global”. Además, consideró que el anuncio realizado podría “tranquilizar a los mercados globales, que en el arranque del año mostraron preocupación porque la economía china creció a un ritmo de 6,9 por ciento en 2015, su tasa más baja en los últimos 25 años”.
[Crédito foto: newyorktimes.com] También puedes leer:
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