La delgada línea entre el amor filial y la obligación legal

In by Andrea Pira

En los últimos 15 años, más de 1.000 padres han demandado a sus propios hijos por no cuidar de ellos. Este es el caso de Kuang Shiying, de 94 años, quien vive con su nuera en Fusheng Village, al este de la provincia de Chongqing y quien sufre todos los días por la precaria vida que lleva a raíz del descuido familiar.

“Un garaje viejo, con puertas de metal, cuartos oscuros sin ventanas, cucarachas y hasta un fuerte olor a orina, es el sitio donde Kuang ha vivido por años y ha tenido que enfrentar abusos, acusaciones de mentiras y falta de agradecimiento de sus 4 hijos producto de sus dos matrimonios. Contrajo matrimonio por primera vez a sus 14 años, y su esposo murió de disentería. En su segundo matrimonio la pobreza terminó convirtiendo sus vidas en una agonía”, menciona el Washington Post.

En China, esta situación se ha convirtiendo en un problema creciente y de urgencia, donde debido a la baja tasa de natalidad, pronto habrá más ancianos que jóvenes por primera vez en la historia. El gobierno empezó a tomar medidas más drásticas con respecto al cuido de su población longeva y creó la ley que obliga a visitar a los padres, en vigencia desde el pasado primero de julio.

Las cortes no pueden forzar a los hijos a querer a sus padres, pero sí a que cumplan sus deberes de visitarlos y cuidarlos debidamente.

Otros países como India, Francia, Ucrania, Estados Unidos y Canadá tienen regulaciones similares donde se requiere que los hijos adultos den soporte económico a sus padres. En países como Singapur los padres pueden demandar a sus hijos por fallar con una pensión, y en caso de hacer omiso, pueden llegar a enfrentar hasta 6 meses de prisión.

La ley implementada por el gobierno chino se modificó con el fin de que esta también incluya el cuido emocional, o de lo contrario los padres podrían demandar a sus hijos y llevarlos a la corte. De esta manera las complejidades de una familia se resuelven en una corte, regulando así la relación entre padres e hijos.

Anteriormente las familias chinas eran clanes, con hasta cuatro generaciones viviendo juntas bajo el mismo techo. Estaban dominadas por un patriarca y las generaciones más jóvenes tenían poca opinión en las decisiones importantes, incluyendo sus propios matrimonios. Envejecer en China significaba ganarse el respeto de los jóvenes: los padres cuidaban de sus hijos y luego estos, de sus padres. Ninguno de los lados tenía otra opción.

Con el paso de los años, las familias se han separado poco a poco y cada vez estas son más pequeñas y conformadas usualmente de una pareja con un único hijo. Además, debido a la fuerte migración, cada vez es más común que las personas trabajen lejos de casa, abandonando sus ciudades natales, incluyendo a sus familias.

Tanto la distancia como el dinero para trasladarse a lo largo del país, han transformado lo que antes eran extensas reuniones familiares, en cortas visitas durante el fin de semana o las festividades, como el año nuevo chino.

En el caso de Zhang, sus hijos viven lejos y cada uno tiene una excusa distinta para no hacerse cargo de la señora. Ésta no tuvo más opción que demandar a sus propios hijos a pesar de estar en contra de su voluntad. La corte dictó ahora, que Zhang viva temporalmente con el hijo mayor, Mingde. El resto de los hermanos debe realizar al menos una visita cada 4 meses y proveerle con una ayuda económica mensual que incluya sus gastos médicos.


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