Ricardo Carrasco, fotógrafo chileno, trae a Beijing la inmensidad natural de Chile

In by Andrea Pira

Ricardo Carrasco ha dedicado su vida a retratar la naturaleza latinoamericana. Desde los volcanes de Chile hasta las ruinas arqueológicas de México, Carrasco ha recorrido los lugares más recónditos del continente, registrando su fauna, su flora, los cambios temporales y el paso del tiempo. Después de cerrar su exhibición “Chile país de grandes cumbres” en Beijing, sus fotos se mueven por un mes a Tianjin para compartir la grandeza natural chilena con el público chino.

Con su lente se ha dedicado a descubrir los santuarios naturales de América. Reconoce que aún le faltan muchos lugares y que la belleza del continente es infinita. Pero los más de treinta años que le ha dedicado a la fotografía han logrado demostrar materialmente dela grandeza natural que se encuentra en las tierras americanas. Se ha enfrentado con tradiciones que hoy ya no existen, con paisajes que han sido destruidos por la mano humana productora y manufacturera y con santuarios que aún se salvan y son pulmones naturales del mundo.

¿Cómo ha sido la experiencia de traer y presentar fotografías suramericanas a China? ¿Cómo las ha recibido el público?

Excelente, es la primera vez que muestro mi trabajo en China y la cobertura está siendo buena. El público en muy amable y generoso en el momento de dedicar su tiempo y examinar detalladamente cada imagen. Me ha llamado mucho la atención que los chinos son meticulosos y se toman el tiempo de mirar las fotos. Esto es diferente al público de otros lados, donde la gente mira rápido.

¿Qué es lo que más ha llamado la atención de los chinos?

La muestra se basa en las grandes montañas de Chile y mi país tiene más de 2.000 volcanes. Afortunadamente sólo unos pocos están activos, ofreciendo de esta manera un abanico muy diverso de montañas, cada una con su personalidad propia.

Sin embargo, yo diría que las imágenes que más han impresionado al público son justamente aquellas en que aparece algún volcán activo o alguna actividad termal con colores llamativos y potentes. Les ha gustado mucho también los volcanes en el océano y que presentemos fotos que han sido tomadas en diferentes épocas del año.

Sí hay una extrañeza, pero lo mismo sucede con los chilenos que muchas veces se sorprenden al descubrir su propio país cuando les he podido mostrar mis fotos mediante revistas o exhibiciones. Son sitios remotos y no es tan fácil estar en estos lugares.

Es una exposición itinerante que viajará a otras ciudades de China. ¿Cómo salió la idea de traer su obra a China? ¿Va a otros países en Asia?

Si, la exposición es itinerante. Primero Beijing, luego en Tianjin por un mes, desde el 20 de Sep. La idea es poder mostrar las bellas montañas de mi país en diferentes lugares y que el público chino tenga la experiencia de conocer una fracción interesante de la Cordillera de los Andes. La exposición podría eventualmente migrar hacia otros países de Asia. Esto sería muy positivo y gratificante, y por supuesto es posible iniciar gestiones para que eso sea una realidad.

La idea de exponer mi trabajo en China comenzó el año pasado, cuando hice una muestra en la Universidad de negocios y economía [Jingmao Daxue] con la ayuda de Karina Pina, de la Corporación Cruzando el pacífico.

Estéticamente y pictóricamente, ¿qué es lo que más le ha atraído de China?

Francamente es un país fascinante. Todo me parece muy atractivo y nuevo, desde la alta tecnología aplicada a los servicios como el tren rápido, hasta los hermosos rascacielos con arquitectura desafiante. Es muy interesante. Su gastronomía también es muy particular y diversa. Me encanta. Sin embargo, su gente es lo que más me ha cautivado, pues son dedicados a prestar atención y ser generosos en sus comentarios. Pero para poder profundizar en todos los temas que me atraen del país, debería vivir varios años aquí y creo que no terminaría de conocerlo.

A parte de arquitectura, estoy haciendo una serie de retratos. Los rostros son muy atrayentes para mi y quiero plasmar esa diversidad cultural en una galería nueva que espero montar una vez regrese a Chile.

Cuando fuimos a la Ciudad Prohibida pasó algo muy divertido. Hay varias puertas de acceso, pero en una de ellas la gente se detenía al frente, pues era una muy importante y sagrada y todo el mundo la tocaba. Ahí me di cuenta que en ese punto la gente se tomaba fotos, y entonces yo empecé a tomar fotos también y a hacer una cantidad de retratos increíbles de gente china, toda muy diferente. Y era como un estudio porque no podía ser mejor la situación: una puerta histórica, con una luz bonita, con el viento que les movía el pelo. Y eran todos felices. No podía haberlo hecho si lo hubiese querido…

Acá tienen una relación especial con la cámara porque les gusta que les tomen fotos, y las chicas se toman fotos solas con los edificios detrás. Acá no he tenido problemas con esto.



¿Por qué decidió ser fotógrafo y encaminarse por el paisajismo y naturalismo?

La fotografía siempre fue mi pasión. Desde adolescente tomé mi primera cámara y me dediqué a fotografiar la naturaleza chilena extensivamente. Desde esa época, hasta hoy, 25 años después, nunca me detuve. Afortunadamente puedo viajar mucho y disfrutar lo que amo. También escribo y he publicado muchos artículos en revistas, tanto chilenas como internacionales.

En sus recorridos, usted debe haber encontrado lugares fantásticos. ¿Cuál es el que más recuerda? A parte de los lugares que he conocido aquí, como Shanghai que me pareció notable, el salar de Uyuni en Bolivia es sorprendente por su inmensidad. También son sobrecogedoras la selva peruana y las pirámides de Yucatán en México. En Chile, son muy potentes las Torres del Paine y el gran desierto de Atacama.

¿Se ha encontrado con ejemplos en donde el desarrollo esté teniendo consecuencias graves?

Si. En Bolivia las tradiciones se están perdiendo, como los nómadas de la sal, una actividad que fotografié años atrás y que ya no existe. Simplemente desapareció con la llegada de caminos y los vehículos.

También he visto desaparecer lugares bellísimos, como el Santuario de la Naturaleza del Rio Cruces, en Valdivia, al sur de Chile. Era un río maravilloso con más de 120 especies de aves diferentes pero que fue contaminado con la construcción de una gigantesca planta de celulosa.

¿Qué encuentra más difícil: retratos o paisajes?

Es diferente porque para llegar a hacer retratos de los pueblos, por ejemplo en Suramérica donde tengo más experiencia, yo debo llegar, esperar, conocer la gente y luego después de unos días empezar. Si no, se nota que los retratos son forzados. Con los paisajes, yo creo que las mejores fotos salen de cuando hay mal clima: lluvia, tormenta, cuando un volcán explota. Y para eso hay que tener suerte. La mayoría de las fotos acá son con nieve, con clima fuerte. En verano muchas veces las fotos son planas y la luz no es tan buena.

¿Cómo le ha ido con el cielo blanco de Beijing?

He tenido suerte pues la mayoría de los días que he pasado en Beijing han sido con cielo azul y con días muy lindos, pues no me tocó ni mucho calor ni mucha contaminación.

¿Qué foto aún no ha podido tomar?

Como artista, me estoy buscando. Se que en algún momento me encontraré, y se que aún me queda mucho que recorrer y fotografiar.

¿Cuál es su foto más espectacular?

Aquella que más le gustó tomar o cuyo momento haya sido solemne. Una vez estaba en Bolivia, en un pueblito llamado Totora y llegué por accidente a una fiesta increíble, donde las mujeres jóvenes que buscaban novio se mecían en unos columpios enormes y debían tomar con las piernas canastos con serpentinas y flores.

Fue un momento único, pues la luz era preciosa, los colores eran mágicos, y me sentí increíblemente bien. Sabía que estaba haciendo grandes imágenes -en el tiempo de la película- y así fue. Las imágenes fueron publicadas en National Geographic.

El próximo 20 de septiembre se inaugura la exhibición en la Universidad de estudios internacionales de Tianjin. Entrada gratis.


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