En memoria de Juan Gelman: Recordando su visita a China en 2009

In by Simone

Como parte de su gira asiática, Juan Gelman se presentó el pasado 14 de abril de 2009 en Beijing, para leer su poesía y oír sus poemas traducidos al mandarín. El poeta Argentino fue recibido en ese entonces con el anuncio de ser el ganador del premio Antílope Dorado durante el Festival de Poesía de Qinghai, reconociéndolo no solo como un ejemplo de creación con compromiso político y social, sino como un viejo amigo de China. En homenaje a este gran poeta que falleció hoy, a los 83 años en México, volvemos a publicar una nota que escribimos en abril 16 de 2009, cuando reportamos su visita a la capital. 
Juan Gelman, conoce el valor de las palabras y quizá por eso, es un hombre que usa pocas. Aunque su defensa se basa en decir que los poetas sienten placer al sintetizar, su silencio meditado revela el peso de un pasado que prefiere honrar.

Esto también se refleja en su obra: una exploración íntima con el lenguaje; un juego de invención y experimentación con el fin de producir múltiples maneras de aludir a la realidad. Gelman una vez dijo que la palabra era una forma de resistencia frente a un mundo que era siempre más cruel, terrible y deshumanizante. Es por esto, que la palabra se convirtió en su arma de combate y con ella se dedicó a crear una poética ingeniosa a nivel del lenguaje pero conciente a nivel social. 

Gelman es reconocido como el poeta argentino vivo más importante y como uno de los mayores representantes de la lírica hispana. Su compromiso con la realidad y su capacidad de fusionar su pensamiento poético con sus experiencias traumáticas de la dictadura lo hicieron recientemente merecedor del premio Miguel de Cervantes, en 2007.

Este año, en Agosto, volverá a ser premiado pero en China, un país en donde aún hay poetas nacionales batallando en el campo de la censura y de la reconstrucción de la memoria. El premio, el Antílope Dorado de China, se da con motivo del Festival de poesía en Qinghai, provincia fronteriza con Tíbet y Xinjiang. 

En China, las razones para valorar a Gelman van más allá de una obra poética excepcional que vincula protesta, amor y desolación. Gelman es también premiado, en símbolo de agradecimiento, por una lealtad de vieja data. Durante los años sesenta, el poeta trabajó como corresponsal en Argentina de la agencia de prensa china Xinhua.

Cuando el pensamiento de izquierda se dividió entre los seguidores del pueblo Leninista y del pueblo Maoísta, los partidos comunistas del mundo tuvieron que escoger su plaza: o era la  roja, o era la de Tiananmen. El Partido Comunista argentino apoyó a la Unión Soviética y le exigieron a Gelman, como miembro activo, abandonar su trabajo en Xinhua.

El poeta, siguiendo una moralidad periodística prefirió abandonar el Partido Comunista antes de no comunicar lo que acontecía en Argentina. Este trabajo lo llevó a China en dos ocasiones, en 1960 y en 1964. Como parte de una gira asiática organizada por el Instituto Cervantes y la Dirección General del Libro, Archivos y Bibliotecas del Ministerio de Cultura de España, volvió en 2009, cuarenta y cinco años después. 

Participó en Beijing en el Encuentro Literario "Escribiendo Cartas al Silencio", en el Instituto Cervantes, junto al catedrático Zhao Zhenjiang, Director del Centro de Estudios Hispánicos de la Universidad de Beijing y traductor de parte de su obra; y a Xi Chuan, reconocido poeta y profesor de Literatura China Clásica en la Academia Central de Artes.

Gelman leyó poemas suyos como "Compañeros", "Manzana" o "Amistades" en español, mientras que en mandarín la voz estuvo a nombre de reconocidos poetas chinos como Ouyang Jianghe, Li Li y Zhai Yongming, quienes leyeron algunas de las traducciones del Profesor Zhao, y que hacen parte de una antología de su obra, que será publicada con motivo del Festival de Poesía de Qinghai.

"No valoro a Gelman por su vida sino por su creación poética", resaltó Zhao. "Juan Gelman es una historia viva, es un poema vivo", destacó Xi.

Aunque los dos profesores chinos enfatizaron el control poético de Gelman sobre su obra al no dejarse abrumar por el peso histórico de su experiencia, los lugares comunes que surgen al excavar la tragedia humana no demoraron en florecer: que fue comunista y que la alianza anticomunista le declaró la muerte, que ha vivido largos años en exilio, que las dictaduras le arrancaron un hijo, una nuera y una nieta. Una obra que puede ser distinguida por un realismo crítico y un intimismo desgarrador queda sometida al peso de los eventos que no pidieron ser vividos.

Pero este poeta no solo escribe cartas al silencio sino que es un ser de silencio que pronuncia solo palabras justas. Las curiosidades amarillistas fueron respondidas con una defensa al amor: "yo empecé a escribir antes de que todo esto me pasara. El asunto no hace el poema, las emociones no mueven la escritura. Ellas solo motivan el poema cuando coinciden con el amor".

Sus últimos recuerdos de China fueron de un país que "hacía un esfuerzo para salir de su pasado terrible, de la pobreza y de la escasez". Contrastó el recorrido del aeropuerto en 1964 y en 2009, recordando que los campos desiertos de antes, hoy están bordeados de autopistas y grandes edificios.

A pesar de que las mejoras en las condiciones de vida de la población china son visibles, dijo no entender como fue posible semejante desarrollo y con algunos rastros de duda concluyó: "quizá lo que se ve en la superficie corresponde a lo profundo". Sin embargo, hay cosas que aún no han cambiado.

La China que Gelman visitó una vez, estaba entusiasmada con la revolución, pero desconocía los precios descomunales que habría de pagar por ella. Hoy, esa revolución se desdibujó en el camino dejando taras en la sociedad: el crecimiento económico no ha logrado liberar completamente la creación intelectual. La escritura que se hace pública aún pasa por el escrutinio de unos ojos que velan por un discurso uniforme. Lo medianamente contestatario ha de estar bien camuflado en la ficción o en construcciones lingüísticas complicada para aquellos que buscan las palabras evidentes. En China, los poetas deben encontrar un mecanismo así como Gelman, para expresar su ser y liberarse de sí mismos mediante la escritura.

Ante esto, Gelman comenzó su charla diciendo que para unos la poesía era un misterio o palabras a Dios, pero que para él, la poesía era un árbol sin hojas que daba sombra. En la poesía gelmaniana, el amor es esa sombra, pues es un sentimiento que juega libremente en campos desiertos con la denuncia social y política. El amor, en su poesía, es un mecanismo que libera y se presenta de forma tan física que termina por reafirmar la existencia del poeta.

Le preguntan que después de vivir tantos años en exilio, de qué país es, y éste dijo ser ciudadano del mundo. Gelman, en China, es la prueba de que los árboles sin hojas que dan sombra nacen en todos los hemisferios, sin importar si los ojos vigilantes son de izquierda o de derecha.

[Crédito Foto: Enrique Maldonado, Instituto Cervantes]