Elementos disruptivos: consecuencias del consumo de identidades extranjeras en la China actual

In by Andrea Pira

China se ha transformado a pasos agigantados desde que se abrió al mundo y hoy los jóvenes están en contacto constante con elementos de influencia occidental ¿Cómo se han transformado los chinos? Esta es la pregunta que responde Ximena García, la nueva colaboradora de China Files.
Con frecuencia, nuestra ya de por sí limitada cotidianidad como extranjeros viviendo en China se interrumpe cuando nos encontramos con elementos cuyo significado –asignado desde culturas occidentales– no concuerda con el uso que se les da. Un ejemplo común es ver decoraciones navideñas a mitad de septiembre; frases dramáticas impresas en portadas de cuadernos, como “made for tomorrow´s most outstanding achievers” o jóvenes en centros nocturnos que, a pesar de tener todo para divertirse –botellas, platos con frutas y pipas de agua– no sólo no lo hacen, sino que apenas se mueven y platican, como si tuvieran que cumplir con el requisito de pasar así sus noches de fin de semana.

Lo impactante de tales eventos me llevó a buscar explicaciones teóricas y después de leer algunos artículos, propongo que su origen se encuentra, a grandes rasgos, en el consumo de identidades extranjeras, las cuales se adaptan a significados y prácticas locales que difieren de los asignados por las culturas de las que provienen, convirtiéndose así en elementos disruptivos para el observador externo.

En la década de los años noventa, el aumento en el ingreso de los hogares urbanos, aunado a la entrada de productos extranjeros y a la aprobación de leyes para la protección de los consumidores, desataron en la sociedad china una revolución de consumo. Es decir, un cambio radical –y probablemente sin precedentes– en los patrones de conducta por medio de los cuales la población satisface sus necesidades por medio del intercambio. Por primera vez en la historia, los residentes de zonas urbanas fueron capaces de adquirir refrigeradores, televisiones, lavadoras, automóviles, computadoras y teléfonos móviles.

Tan solo 15 años antes, la mayoría de las familias urbanas habitaba en viviendas de uno o dos cuartos, con baños y regaderas comunales y cocinas acondicionadas alrededor de ventanas, en pasillos, o sobre el pavimento. La revolución de consumo también fue reforzada por otra consecuencia de las reformas económicas: el marketing, que fomenta y dirige el consumo al asignar valores a la adquisición de productos, por medio de lo cual crea necesidades, moldea preferencias e incluso convierte al consumo en una manera de adquirir identidades y localizarse en la jerarquía social.

En China, las estrategias de marketing han tenido éxito en canalizar la curiosidad de la población por estilos de vida occidentales para aumentar el consumo de un sinfín de productos. Tal es el ejemplo del estilo de vida de los bohemios burgueses, término acuñado por David Brook a principios del siglo XXI para describir a la nueva élite de jóvenes estadounidenses, caracterizada por contar con una educación privilegiada y mostrar hábitos y valores tanto burgueses –basados principalmente en ambiciones materiales y la búsqueda de éxito profesional– cuanto bohemios –tales como la creatividad y la espiritualidad.

En cuanto se tradujo al mandarín el libro Bobos in Paradise en 2002, los consumidores de estilos de vida occidentales quedaron maravillados con el concepto, pasando por alto el tono crítico de la obra. Ese mismo año, bobo fue la tercera palabra más buscada en Internet, proliferaron páginas electrónicas con descripciones sobre cómo comportarse como uno, y en varias ciudades se abrieron cafés y bares para atraer a aquellos que se identificaran con la etiqueta.

La venta de celulares, computadoras e incluso propiedades haciendo alusiones explícitas a los gustos “superiores” de los bohemios burgueses no tardó en aparecer. En Guangzhou, una empresa de bienes raíces lanzó una campaña de marketing para encontrar “a los diez bobos más cool de la ciudad”. Sin embargo, una revisión crítica sugiere que la cantidad de burgueses bohemios en China podría ser bastante reducida, o incluso inexistente.

Algunos académicos dudan del desarrollo de hábitos bohemios en China–según el significado occidental–, y otros incluso cuestionan la existencia de una clase burguesa. Un estudio llevado a cabo por la Academia China de Ciencias Sociales en 2004 concluyó que la burguesía sólo representa de 8.7 a 12% de la población en las grandes ciudades, cifras que contrastan con la importancia que se le otorgó a la cultura bobo en la red y en campañas de marketing.

Esto sugiere que la existencia de bobos en China podría ser más un imaginario social que una realidad, y que por lo tanto, lo que se vende como el estilo de vida de los bohemios burgueses tiene que ver muy poco con el concepto occidental. Sin embargo, mientras el imaginario sirva para mantener el consumo y satisfacer la curiosidad de los jóvenes por asumir hábitos y estilos de vida cosmopolitas, seguirá habiendo gente que compre artículos electrónicos y propiedades para asumirse como bohemios burgueses, sea lo que sea que entiendan por ello, creando elementos disruptivos en aquellos que estén conscientes de lo que realmente representa el término bobo en occidente.

Este fenómeno –la adopción de productos e identidades extranjeros y su adaptación a prácticas y significados locales, diferentes a los originales– es, a mi parecer, el origen de los elementos disruptivos que encontramos con frecuencia en las grandes ciudades de China, motivo de sorpresa, confusión y fascinación. Después de todo, no podíamos esperar que una civilización milenaria y tan continua como la China asimilara la influencia de los “bárbaros” extranjeros sin un poco de realismo mágico a lo asiático.

* Ximena García es mexicana y estudió Relaciones Internacionales en El Colegio de México. Regresó a China después de dos años para hacer una Maestría en la misma disciplina en la China Foreign Affairs University, para observar con ojos propios el desarrollo de las transformaciones políticas, económicas y sociales de uno de los países más enigmáticos de la actualidad, y para poder desayunar dumplings todos los días. 

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Crédito foto: funnyphoto]

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