Este fin de semana comenzó la sexta sesión plenaria del XVII Congreso del Partido Comunista chino, que se pondrá de acuerdo sobre los nombres de quienes tomarán las riendas del país. Dos visiones del futuro se enfrentan: la de quienes quieren dividir el pastel entre todos y la de aquellos que están convencidos de que es necesario hacerlo más grande.
La reunión plenaria del PCC, que comenzó el sábado en Beijing, debería ultimar los detalles que faltan para definir la sucesión en el poder el próximo año. Si no ocurre ningún imprevisto, Xi Jiping y Li Keqiang serán confirmados respectivamente como sucesores casi seguros del presidente Hu Jintao y el primer ministro Wen Jiabao.
En cambio, todavía no hay nada definido en la disputa por un puesto en el próximo Comité Permanente del Partido Comunista. Dos candidatos carismáticos, adorados por los medios de comunicación y alejados de la acartonada imagen de los altos funcionarios chinos sobresalen entre quienes se disputan un asiento en el poderoso comité. Aunque los dos -Bo Xilai y Wang Yang- gozan de prestigio y popularidad, representan los extremos de las dos tendencias que compiten al interior del partido. Dos modelos que ya han sido descritos en la prensa y la blogósfera china como dos “tortas” diferentes.
Bo Xilai es el alcalde de Chongqing –la ciudad de mayor crecimiento demográfico y económico en China- y se ha dado a conocer por su firmeza en la lucha contra la corrupción y el crimen organizado. Defensor de un retorno a los valores y a la estética socialista, su manera de hacer política combina las medidas efectivas con campañas de propaganda de claro espíritu maoísta. Por su parte, Wang Yang se ha ido posicionando como la cara visible del ala liberal desde su puesto de secretario del Partido Comunista de Guangdong, la más "abierta" de las provincias de la República Popular y una de las primeras en haber experimentado con el socialismo de mercado.
Los dos modelos –el de Chongqing y el de Guangdong- suelen ser comparados con frecuencia. La visión del futuro de China de Bo semeja la división de un pastel: para el alcalde de la megalópolis del centro del país, todos deberían tener igual acceso a los recursos, de esta manera suavizando las desigualdades que constituyen el lado oscuro de treinta años de reforma económica y desarrollo. Wang, en cambio, defiende la idea de que es necesario un pastel más grande. Sólo de esta manera más gente podrá recibir una tajada. Una de las opiniones más extendidas entre los académicos es que en China hay quienes tienen el poder, pero hace falta alguien que gobierne todo el país.
Ambos modelos, tanto el de Chongqing como el de Guangdong, intentan llenar ese vacío. El estilo de los dos es, sin embargo, diferente. "Wang, según dice, se interesa por lo aquello que los chinos escriben en los blogs y redes sociales, e intenta actuar en consecuencia", señaló el conocido bloguero y periodista chino Michael Anti a China Files. "Por el contrario, Bo Xilai los usa para imponer su visión, no para escuchar".
La carrera por un escaño en el restringido grupo de nueve que integrarán la cúpula del Partido y del Estado durante los próximos diez años llega ya a la última curva. Los 14 candidatos potenciales, según la agencia de noticias Bloomberg, van desde un ex estudiante de Harvard con buen dominio del inglés hasta un economista especializado en Corea del Norte. Sus puntos de vista serán cada vez más importantes a nivel internacional, en un momento en que la economía china –mayor impulsora del crecimiento global actualmente- puede no obstante verse afectada por la crisis de la deuda en Europa. De hecho, el Fondo Monetario Internacional y el banco Standard Chartered estiman que el próximo decenio puede marcar el sobrepaso de China a Estados Unidos como primera economía mundial.
En vísperas de la plenaria, un editorial del Diario del Pueblo -voz oficial del Partido-, proclamó el modelo de Chongqing como un ejemplo para la cultura nacional. No es sorprendente que la reforma cultural sea uno de los temas de la agenda de la plenaria del Partido, escribió el South China Morning Post, uno de los periódicos más importantes del país. "Se trata de un claro apoyo a la campaña ‘roja’ de Bo", señaló el profesor Hu Xingdou al diario de Hong Kong. Un resurgimiento a punta de canciones revolucionarias, de consignas en las calles y de mensajes de texto con frases de Mao Zedong.
Para los liberales, se trataría de una reformulación de la Revolución Cultural que sumió al país en el caos durante los años sesenta y setenta. El artículo en el periódico oficial del Partido ha sido interpretado por algunos como la confirmación de que en una China con un crecimiento anual en torno al 8% anual todavía hay valores e ideales. Para otros, se trata de una táctica para tranquilizar a la nueva izquierda y garantizar un equilibrio entre las diferentes facciones antes de la transición.
En todo caso, la plenaria de esta semana arrojará pistas sobre los elegidos para acompañar en el poder a Xi Jiping y Li Keqiang durante el próximo decenio.
[Fotografía: theatlantic.com]