El catedrático y traductor Dong Yansheng recibió el Honoris Causa de la Universidad de Lleida en Beijing

In by Andrea Pira

Es el responsable de la mejor versión del Quijote en Chino y el autor del volumen con el que todos los chinos estudian español. El martes por la tarde recibió en el Intituto Cervantes de Beijing el Honoris Causa de la Universidad de Lleida, en reconocimiento a sus méritos en la enseñanza y la difusión de la lengua y la literatura española en China.

La Universidad de Lleida ha decidido reconocer a Dong Yansheng con el título honoris causa por su labor difundiendo la lengua y cultura hispanoamericanas en China. Roberto Fernández, rector de la Universidad de Lleida, entregó el Honoris Causa al profesor Dong, quien ofreció una clase magistral sobre la traducción del español al chino.

Esta distinción, entregada el martes en la sede del Instituto Cervantes de Beijing, fue una propuesta del departamento de Filología Clásica, Francesa e Hispánica de ese centro español de altos estudios. Dong fue el responsable de volcar la máxima obra de Cervantes a más de 3 millones de caracteres del chino simplificado. Leyó el Quijote en su juventud, en la versión de Fu Donghua, y se quedó admirado con la historia del Caballero de la Triste Figura, al punto que Cervantes se convirtió en su autor favorito junto con Dostoievski, quien también fue muy traducido en China.

Además de ser el último traductor del Quijote, es también el responsable del manual para aprender español, con el que estudian todos los aspirantes a hablar la lengua de Cervantes en el país. En su larga vida dedicada a la enseñanza, Dong ha recibido la Orden de las Artes y las Letras de España, el Premio a los Mejores Didácticos , el Premio Arcos Iris (Lu Xun) de la Asociación Nacional de Escritores Chinos a la mejor traducción literaria del año 2001, entre otros.

En su enorme biblioteca, en su departamento donde recibió a China Files, además de encontrarse una especial selección de obras europeas, se encuentran varias versiones del Quijote, en mandarín y en otras lenguas, entre las que resaltan la de Martín de Riquer, ilustrada por Salvador Dalí, la edición ilustrada por Gustav Doré de Ediciones Populares Iberia, y la popular edición la Real Academia Española y publicada por Alfaguara, con la que se celebró en 2005, el IV Centenario de El Quijote. Casi escondida en uno de los anaqueles, se ve la suya, que es considerada por los hispanistas chinos como la mejor versión publicada en el país. Dong empezó a estudiar español a los 17 años por completa casualidad.

Él había elegido ruso, pero su mejor amigo se había inscrito en español, por lo que cambió de parecer y decidió compartir los cursos y las nuevas experiencias de la vida académica con ese compañero que conocía desde la infancia. Apenas recibido y después de haber viajado por España, empezó a trabajar como profesor de español en la Universidad de Beijing, la más distinguida universidad de China.

Pero eran malos tiempos, comenzaba la Revolución Cultural de Mao -a quien Dong considera “el demonio”- y estuvo casi diez años sin trabajar. Después, volvió a la vida universitaria, alternada con traducciones varias desde el español, hasta que un día, a finales de 1993, llegaría la propuesta que modificaría su carrera. “Un editor se presentó en mi casa y me planteó si estaba dispuesto a sacar una nueva versión del Quijote. La propuesta me dejó totalmente pasmado, porque nunca había pensado en eso, suponiendo que se trataba de un cometido arduo que solo estarían en condiciones de arremeter los grandes genios.

“Luego de reflexionar un poco, me dije, con probar, no perderé nada”, recuerda, contando que sólo empezó a trabajar cuando obtuvo del editor la condición de que le daría el tiempo necesario para el trabajo. “Fue así como se inició mi martirio. La cosa no se me ocurrió, sino que sencillamente me ocurrió”, añade. Se entregó entonces a la lectura de la versión de Yang Jiang, la más conocida de aquel entonces, confrontándola, además, con el texto original.

Esa experiencia lo armó de valor, ya que estaba seguro de que “por lo menos no cometería los muchos errores que pululaban por ahí”, cuenta. Su traducción fue reconocido en el año 2000 con la Encomienda de la Orden de Isabel la Católica. Recordando su complicado trabajo trasladando a Cervantes dice, “las dificultades se me pusieron delante como una cordillera de los Andes. Es decir, todo, toda la obra: su vocabulario, su sintaxis, sus metáforas, sus refranes, sus juegos de palabras y sobre todo su simbología y elucubraciones filosóficas”. Este traductor quijotesco ha ido siempre contra la corriente. En un país en el que la familia es un valor fundamental, ha decido no casarse.

Además, se permite dudar del partido y sobretodo maldice contra Mao. Dong es un experto en las diferentes versiones del Quijote y en encontrar desaguisados de los traductores aquí y allá. “Hay traductores demasiado alegres que justifican su chapucería diciendo que se trata de una recreación. No se puede negar que se encierra cierta dosis de creatividad en la traducción, sobre todo la efectuada entre el chino y cualquiera de las lenguas europeas. Pero se entiende la creatividad en este caso por los ingentes esfuerzos que haya que hacer por vencer los obstáculos aparentemente insuperables y de ninguna manera se tiene que utilizar como excusa de la irresponsabilidad”.