China 101: Marchar y saltar no es lo mismo

In by Andrea Pira

Aunque “la gran marcha” y “el gran salto adelante” pueden sonar parecidos, lo único que tienen en común es su “grandeza” (valga la redundancia) ya que ni siquiera ocurrieron en el mismo país. Ambos términos se refieren a eventos diferentes que marcaron hitos en la historia de China.


“La gran marcha” y “el gran salto adelante” fueron puntos de inflexión en la historia reciente de China, que en su momento moldearon en camino para que China sea lo que es hoy en día. Ambos eventos reflejan lo que fue la transformación del país a lo largo del siglo XX.

Para empezar, los acontecimientos están separados por un lapso de 22 años desde el momento en que culminó la “gran marcha” en 1935 y cuando se lanzaron las políticas del “gran salto adelante”. Además, dichos eventos ocurrieron en momentos históricos diferentes, uno fue antes de que el Partido Comunista Chino (PCC) subiera al poder, y el otro después.

Este relato empieza en 1912 cuando la historia de China se partió en dos. Después de más de 4.000 años de gobierno monárquico repartido en diferentes dinastías, el 10 de octubre de 1911 ocurrió el levantamiento de Wuchang en contra la dinastía Qing, que catalizó la revolución de Xinhai que derrocaría a la dinastía. Producto de la revolución se instauró la República de China el 1 de febrero de 1912 cuando abdicó Puyi, el último emperador.

Este evento marcó el principio de la primera república de China, pero fue en un tiempo convulsionado, marcado por la ocupación extranjera del imperio japonés y la guerra civil entre el Kuomintang, partido nacionalista que ocupaba el poder, y el PCC que operaba como una organización paramilitar en la periferia del país. Fue dentro de este escenario que ocurrió la “la Gran Marcha del Ejército de Liberación”, como se le conoce comúnmente, en 1934. Desde 1931 el PCC había consolidado un Estado paralelo denominado República Soviética de China, en la proviencia sureña de Jiangxi, que desconocía al gobierno central de China, a su líder Chiang Kai-shek y al Kuomintang. Para 1934 la república embrionaria comunista se encontraba asediada por las tropas nacionalistas, por lo que debieron emprender su retirada al norte, abandonando su antigua zona de influencia. Este viaje llevó al ejército y a líderes comunistas a deambular por el interior de China durante un año completo hasta que lograron asentarse en la provincia norteña de Shaanxi, donde establecieron un nuevo epicentro de poder.

La travesía, que demoraría 370 días, recorrería 12.500 kilómetros y completaría apenas una décima parte de las tropas, es lo que se conoce como la “Gran Marcha”. Este evento se convirtió en un mito fundacional de la República Popular China en 1949, como muestra de la dedicación y perseverancia del PCC, y sellaría el prestigio de Mao Zedong como líder para las décadas posteriores.

Después de que culminara la guerra civil china entre el PCC y el Kuomintang, que dio como vencedor al PCC, que fundó la República Popular de China el 1 de octubre de 1949, y relegara al gobierno nacionalista a la isla de Taiwan, el PCC tenía el desafío de reconstruir al país.

Durante la primera década del gobierno comunista el país, que por primera vez tenía un gobierno fuerte en más de una generación, se encontraba en una precaria situación económica. Las constantes guerras internas, la invasión japonesa, la falta de infraestructura e industria, y la desigualdad social tenían al país sumido en la miseria.

Por eso el gobierno, encabezado por Mao, lanzó el plan de “el Gran Salto Adelante” entre 1957 y 1960 para revitalizar a la economía del país desde diferentes ángulos y generar industria por medio de la colectivización del trabajo. Mao diseñó una estrategia basada en el modelo de desarrollo que implementó la unión soviética, que en ese contexto fue exitoso, pero fracasó estrepitosamente en el gigante asiático.

El proyecto consistía en aumentar la producción agrícola con trabajo en masa para generar empleo y evitar la importación de maquinaria pesada, crear una industria de producción de acero basada en la fundición en hornos comunales (un gran proyecto desarrollado en a pequeña escala en cada comuna) y las propiedades –y pertenecías– privadas pasaron a estar a disposición del Estado.

Estas medidas, lejos de tener éxito, llevaron al país a una etapa de escasez que se conoció como la gran hambruna, que duró el mismo tiempo que las políticas del “Gran Salto”. El desabastecimiento causó 15 millones de muertes, según reportes oficiales, pero otras fuentes calculan que fueron más de 36 millones.

Después de guerras y paz, de marchas y saltos, China vería la luz con la apertura económica en la década de los setentas, superando un siglo de violencia e incertidumbre.

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