“Aún hay demasiadas historias para escribir sobre la vida del campo”: Mo Yan, Nobel de literatura 2012

In by Simone

En julio de 2010, más de dos años antes de que ganase el Premio Nobel de Literatura, China Files entrevistó a Mo Yan en el pequeño pueblo de Gavoi, en la isla italiana de Cerdeña, durante el Festival Literario de Las isla de las historias. En esa ocasión conversamos con él sobre algunos de los temas recurrentes de su novelística: sus raíces rurales y la historia china. Reproducimos de nuevo la entrevista.


“Chi le ma?” ¿Has comido? Puede ser una frase extraña para decirle a alguien cuando te lo encuentras en la calle, pero es el equivalente chino de nuestro ¿cómo estás?. Un saludo común entre la vieja generación a la que responder con un sí quiere decir "estoy bien”.

"Cuando era pequeño, en los años sesenta, los niños íbamos a buscar entre las bayas para poner algo en el estómago", señala Mo Yan en este pequeño festival literario en la isla mediterránea de Cerdeña. Para el más importante escritor chino contemporáneo, la comida fue la musa. "Decidí tomar un lápiz y papel en mano cuando un amigo mío me dijo que conocía a un escritor que comía tres veces al día. ¿Lo imaginas? Tres comidas, mientras veíamos gente muriendo de hambre", cuenta.

Casi toda la obra novelística de Guan Moye -el nombre verdadero del escritor nacido en 1955 en la aldea de Gaomi (provincia de Shandong)- ha estado ligada al campo chino. "Mucha gente me pregunta cuándo escribiré una novela ambientada en la ciudad. Sinceramente, no lo sé. Aún hay demasiadas historias para escribir sobre la vida del campo", dice.

A los once años, dejó la escuela para trabajar la tierra. " Hablaba mucho y no congeniaba con el profesor. Yo era un niño y no entendía en ese momento que una palabra podía resultarte algo caro”, recuerda. Por esta razón, todos los días antes de salir de casa, su madre le recomendaba quedarse callado. “Volví a acordarme de esa frase sólo cuando ya era un adulto y elegí el seudónimo Mo Yan (sin palabras)”, evoca.

“Íbamos al campo temprano en la mañana y regresábamos en la noche. Durante muchos años he pasado más tiempo con los animales que con los hombres”. Una experiencia que pondría en buen uso en la novela La vida y la muerte me están desgastando, en la que el protagonista, el terrateniente asesinado Xinmen Nao, reencarna como un perro, un toro, un mono, un burro y un cerdo y se convierte en un espectador privilegiado de cincuenta años de historia china, incluyendo la Revolución Cultural y la Gran Hambruna.

La gran escuela del escritor fueron las historias orales de los ancianos de Gaomi y el ejército, al que se uniría también de joven. "Pasaba horas escuchando sus historias", dice.  Esas historias y leyendas se convetirían con el paso del tiempo en el material para sus libros. " Al principio pensé: esto es muy fácil, sólo estoy contando historias tradicionales. Ser soldado era un sueño para nosotros los chicos: buena comida, un bonito uniforme y un día libre a la semana. Cosas inimaginables en mi pueblo”, recuerda.

Fue precisamente en el cuartel cuando conoció a Balzac, a Italo Calvino y a Gabriel García Márquez. "Mientras leía El vizconde demediado de Calvino golpeaba con los puños la mesa, preguntándome por qué una historia como esa no aparecía nunca en mi cabeza”, recuerda.

Mo Yan  escribe de los agricultores para hablar sobre China. No sólo la China que está rápidamente desapareciendo en un país que es, desde este año, oficialmente más urbano que rural. Sino sobre la China actual, porque esos universos rurales sirven como metáforas para toda la sociedad que conforma hoy la segunda economía mundial. “Utilizo el pasado para describir el presente. En mis historias, los lectores pueden encontrarse a sí mismos y a nuestra sociedad”, señala.

La misma sociedad que, a pesar del progreso y el desarrollo, "ha visto aumentar la desigualdad entre ricos y pobres y está destruyendo el medio ambiente", según Mo. Al escritor satírico le preocupa especialmente que los jóvenes chinos no parecen estar muy interesados por el pasado. "Leen por placer, sin prestar mucha atención a lo que está escrito entre líneas”, dice, mostrándose escéptico frente a la proliferación de escritores en Internet. “Tantísimos pero de tan poco valor, de cada diez mil historias publicadas en Internet sólo unas pocas son buenas”, añade.

Caminando por las callejuelas de Gavoi, Mo Yan se detiene y registra en una hoja de papel algunos caracteres simplificados, como aquellos utilizados en China antes de la reforma de la escritura impulsada por el gobierno entre los años cincuenta y setenta. "Son los más bellos", dice. También esto es, tal vez, un ejemplo de su "literatura de las raíces".


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