“Cuarenta años después uno tiene la ventaja de leer las entrelíneas de las cartas”, Víctor Ochoa, escritor venezolano

In by Andrea Pira

 Víctor Ochoa es un venezolano que se atrevió a escribir su historia como estudiante en China en la década de los setentas, y a releer su vida en las cartas que intercambió con su familia en Venezuela. En ellas narra por medio de anécdotas la realidad del país durante esos años.

“Un día a principios de 1968 papá anunció que nos íbamos a vivir a China. Yo acababa de cumplir 13 años. En vez de alegrarme como mis hermanos menores, la noticia me cayó como un balde de agua fría, después de todo, apenas nos estábamos acomodando a la vida londinense, que si bien no era muy holgada, estaba disfrutando a plenitud.”Así empieza el libro Cartas de Jingzhai (静斋记事): Reminiscencias estudiantiles en China 1976-1981, del venezolano Víctor Ochoa.

            
 Víctor en su época de estudiante                                                    Víctor hoy en día

Después de 40 años en China, de vivir el país y su transformación en la segunda mitad del siglo XX, Víctor decidió publicar este libro como un proyecto personal para contar su historia. Es una compilación de cartas que envió en su época como estudiante a su familia en Venezuela, y que narran a partir de la experiencia personal cómo era la China de aquellos años.

Víctor, que también es arquitecto, fue parte de la primera camada de estudiantes extranjeros que llegaron al país. Él llegó cuando China era un misterio para occidente, y los occidentales, en especial los latinos, se podían contar con los dedos de una mano. Aunque Víctor habla un chino envidiable, nunca perdió el acento y el sabor venezolano mientras hacía su vida en China y esta se abría al mundo.

¿Cómo fue la experiencia de releer al Víctor de hace 40 años mientras hacía el libro?

Yo diría que fue muy divertido, y por momentos tragicómico, dependiendo del párrafo. El proyecto empezó cuando le pedí a mi madre las cartas que le había escrito y que ella guardó en un cofre. Después empecé a transcribir todas las cartas y descubrí un poco de cosas que no recordaba. Incluso, encontré una del año 68, cuando tenía 13 años, y fue leerme a mí mismo cuando era un niño. Esta carta tenía un valor histórico intrínseco por el trasfondo de lo que estaba ocurriendo. Todo esto fue hace 4 o 5 años porque la primera versión del manuscrito está lista hace casi 3. Cuarenta años después uno tiene la ventaja de leer las entrelíneas de las historias que contaban esas cartas.

¿Cómo empieza el libro?

Yo hago una síntesis de la primera visita que hicimos a China entre el 68 y el 70 empezando por Londres, porque nuestra llegada acá tiene que ver con el exilio de mi papá. Él salió de Venezuela en febrero del 67 y después nos reunimos todos en Londres. En el 68 llegamos a China por su posición política, pues él era maoísta. Precisamente por su filiación política pudimos llegar en esa época cuando el país poco recibía extranjeros.

¿El libro se puede leer en China?

Cuando finalmente lo publiqué me di cuenta de que ahora me tocaba promocionarlo, porque el libro se tenía que vender. Pero pasa, que como estoy en China, ese libro aquí no creo que se pueda vender fácilmente porque tiene que pasar por una censura muy estricta, además, como la temática es china con más razón van a querer saber qué dice. Ya me han ofrecido propuestas para traducirlo al chino pero tocaría editar la mitad, y esa tampoco es la idea.

¿Cómo vivió la muerte de Mao en 1976?

Como una película. La primera vez que vine a China era un niño, y ser un niño aquí o en cualquier parte del mundo, es igual en Londres, China o Caracas. Uno no tiene conciencia de la magnitud de las cosas que están pasando. Cuando volví en el 76 Mao ya había muerto, pero yo me ponía una insignia de él porque eso era lo que se usaba en el 68 cuando estuve acá por primera vez. Pero en el 76 ya no estaba de moda y después de su muerte empezó un proceso de “desmaoización” como corolario a la Revolución Cultural. Pero repito, yo lo viví como una película porque no tenía conciencia de los miles de muertos que dejó la Revolución Cultural; hoy uno ya puede conocer la verdad de lo que pasó en esa época.


¿Cómo era China en esos años?

En esa época el país era muy pobre, incluso, se puede hablar de pobreza extrema. Yo recuerdo una vez que acompañé a mi compañero de cuarto a comprarse un cuello de camisa para ponerse debajo de la chaqueta porque no le alcanzaba para una camisa. No había moda porque todos se vestían igual y la diferencia era si estabas bañado o no, si la chaqueta tenía los botones pegados, o qué tan negro estaba el cuello.

¿La época de “los setentas” también se vivió en China?

Sí, claro que sí. Lo que pasó es que todo el mundo que venía de fuera traía algo consigo de lo que estaba ocurriendo en sus países. Yo recuerdo mucho una historia que cuento (en el libro) de cuando llegué. Yo en esa época tenía el pelo largo, y a la semana de haber llegado al instituto de idiomas un italiano me invitó a una fiesta en su cuarto. Todos estábamos montados sobre las dos camas tocando guitarra y en esas alguien sacó un paquete de cigarrillos que no eran cigarrillos. Entonces empezaron a pasar los porros de marihuana y como yo no fumo a la siguiente fiesta ya no me invitaron. Era como en cualquier parte del mundo.

Estas breves anécdotas de cómo era China hace cuarenta años son apenas un abrebocas de lo que Víctor vivió y comparte en su libro. Las demás historias, como las fiestas de los africanos y lo movimientos estudiantiles, están listas para que el lector las descubra.  

                     

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[Crédito fotos: Archivo personal de Víctor Ochoa]