Tacos a la Panda: El problema no es el precio del acero chino, el problema es que no pensamos como los chinos

In by Andrea Pira

En su última columna de Tacos a la Panda, Francisco Silva, nuestro colaborador mensual, analiza las causas y las consecuencias que ha tenido la sobrecapacidad del acero chino en México, y propone algunas soluciones a la amenaza que tiene contra las cuerdas a la industria acerera mexicana.   
Actualmente, la industria mexicana del acero está pasando por una fuerte crisis debido a los bajos precios del acero chino. Ya le costó 7.800 empleos, y se espera que se pierdan otros 2.500 más. Además, posiblemente se frenarán inversiones por 3.900 millones de pesos (USD $237.7 millones). Al tiempo que la industria acerera mexicana exige medidas proteccionistas para defenderse contra la "competencia desleal", los principales consumidores, como el sector automotriz, piden que no se hagan cambios, porque afectarían su competitividad y sus empleos.

¿La causa? Muy simple: China. El acero chino se está vendiendo por debajo de los precios internacionales (dumping), y los consumidores de este producto están aprovechando la oportunidad. Los consumos de acero en México están subiendo al mismo tiempo que la producción de acero en el país está bajando.

¿La razón? No tan simple: A pesar de la desaceleración de los mercados de compra-venta de insumos y materias primas, las acereras chinas siguen produciendo en grandes volúmenes, a la vez que reciben subsidios del gobierno para exportar a precios por debajo del mercado global.

En tan solo unos años, los precios y volúmenes del mineral de hierro y el acero pasaron de máximos históricos a mínimos histéricos. Pasaron de una bonanza excesiva, a una competencia agresiva donde se gana o pierde un cliente por diferencias de centavos. Estas industrias se están ajustando a volúmenes y precios que van más de acuerdo con una economía mundial, que está en lenta recuperación. En economía esto es un proceso normal, parte de sus ciclos. Sin embargo, esta vez la variable “China” está cambiando el escenario mundial.

Mientras el resto del mundo se quejaba de los nuevos precios y se ponía nostálgico por aquellos días de hasta 400% de utilidad, los chinos vieron una oportunidad de negocio. Subsidiando a su industria, impulsarían una mayor compra en los mercados internacionales, garantizando que su industria seguiría trabajando al 100%, y que entrarían nuevas divisas al país. Subsidiar industrias es algo que China sabe hacer muy bien. Como dicen por ahí, “la práctica hace al maestro” y China hace esto de los subsidios todo el tiempo.

Regresando a la situación en México, al leer las noticias y las peticiones de la industria acerera, de poner aranceles, de tomar medidas proteccionistas, de prácticamente cerrarle las puertas al acero chino por hacer “dumping”, pensé: tienen razón, deberíamos proteger nuestra industria y los empleos. La estabilidad de una industria, en especial una tan clave como la del acero, es crítica para el progreso de nuestro de país…. ¡Pero no debemos hacerlo como si estuviéramos en los 60’s!

Los empresarios mexicanos (y algo me dice que en general los empresarios latinoamericanos) tienen este hábito que pasa de generación en generación. Cada vez que se ven atacados en su mercado, van con “papá gobierno” y acusan al “bully” que vino a quitarles su torta en el recreo. Ese “bully” ha tenido muchos nombres: Estados Unidos, Europa y Japón. Ahora es China. Se repite y se repite la historia y creemos que haciendo lo mismo tendremos un resultado diferente. ¿Cuántos “bullies” más necesitamos para entender que hay que hacer las cosas de una manera diferente?

Los chinos entendieron que repetir lo mismo y lo mismo solo funciona en una línea de producción y, sin embargo, solo por un tiempo. Después de eso viene el cambio. Probar soluciones nuevas es indispensable en esta era. Se nos dice hasta el cansancio que las reglas de juego han cambiado y que hay que pensar diferente. Sin embargo, no lo hacemos y seguimos pidiendo las mismas cosas como empresarios y tomando las mismas acciones como gobierno. Esto simplemente está mal.

Cabe agregar que durante esta crisis destacó una opinión diferente a simplemente tomar las medidas proteccionistas.

“… Se requiere aumentar el valor agregado, porque cuando se está en procesos más elementales (como) en la industria del acero, cuando se fabrican productos casi como si fueran materias primas, se tiene una mayor competencia internacional…”, dijo Idelfonso Guajardo, secretario de Economía.

Esta propuesta no sé si sea igual de mala o peor que las anteriores. ¿Cómo puede proponer un secretario de Estado, como una nueva dirección, ofrecer valor agregado a un producto o servicio? Estamos en el siglo XXI, las empresas SABEN que tienen que estar en mejora continua y aumentando el valor agregado, de otra forma están destinadas a perder mercado y morir.

Subsidiar a un sector como lo hace China no es un valor agregado, es un avance desleal que pone a sus empresas en clara ventaja contra el resto del mundo. Como ya dije, esta no es la primera vez que un país hace esto y seguramente no será la última. La verdadera cuestión, no solo en México sino en la región entera, es qué podemos hacer diferente de aquí en adelante. Latinoamérica debe dejar de jugar a la defensiva, su mala y repetida defensiva, y tomar una nueva postura.

Para este punto estoy seguro de que al menos uno de ustedes ya se preguntó: Bueno… ¿Y tú qué harías diferente? Para mí, la respuesta es sencilla: empecemos a pensar como los chinos.

Lo primero que están haciendo es pensar a futuro. Si bien un subsidio es una cura temporal en cualquier industria y una cura que afecta directamente a las finanzas de un país, ellos lo están usando como un mecanismo tanto para captar divisas, como para expandir y consolidar a sus empresas en el mercado internacional. Esto quiere decir que no se da un subsidio solo por darlo, sino que viene acompañado de fuertes compromisos de parte de las empresas en cumplir cuotas de venta, de empleos, los ponen a trabajar en serio. Las acciones proteccionistas hacen lo contrario, ya que le dan una zona de confort a las empresas y no las empujan a hacer más. Ambas acciones (subsidio – proteccionismo) van a afectar al país en el corto plazo, pero solo una trae beneficios reales en el largo plazo.

México podría ofrecer incentivos indirectos (i.e. subsidios, disminución de impuestos, aplazamiento del pago de los mismos) a las industrias consumidoras de acero, de esta forma se promovería el consumo doméstico. A la industria del acero podrían buscarle algún tipo de incentivo para aumentar sus exportaciones. Latinoamérica está comprando más acero que nunca, al igual que otras regiones del mundo. Esto quiere decir que tenemos áreas de oportunidad justo a un lado de nuestra casa. **

Otra alternativa es incrementar el gasto público, aún a costa de generar deuda interna, para desarrollar infraestructura (por favor, si hay alguien que lee esta columna y está encargado del gasto público, subir sueldos a niveles ridículos NO es infraestructura). Infraestructura que se pagará a costo (que se pague a costo es importante, el sacrificio tiene que venir de las dos partes) y que traería derrama económica no solo a la industria del acero, sino a la de la construcción y a la región donde se lleven a cabo los proyectos. Habría que recontratar a una parte de esos 7.800 obreros y poner en marcha un programa para poner vías de ferrocarril en el país o cualquier otro proyecto que se necesite y que consuma grandes cantidades de acero. Todo el acero tendría que ser nacional y construido por mexicanos.

Estas son sugerencias, no son ni las únicas, ni las mejores soluciones. Pero estoy seguro de que si a mí, mientras preparaba unos Tacos a la Panda, se me ocurrieron dos soluciones, a la gente del gabinete del Secretario Guajardo se le podrían ocurrir unas cuantas más, para que al menos las diga en un discurso con más sustancia y más congruencia. ¿No creen?

Como siempre, me encantaría escuchar sus opiniones. Por favor escríbanme a pacosilva@dxmconsulting.com

[Crédito foto: Sector Metalúrgico]

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