El comercio entre China y América Latina ha crecido astronómicamente en los últimos años. La balanza comercial se ha tejido mediante un intercambio de materias primas y recursos naturales, por productos tecnificados, de valor agregado o manufacturados. En este proceso de acercamiento comercial, la inversión china se convirtió en un importante flujo de dinero en muchos países de la región. Pero la inversión latinoamericana en China es aún incipiente.
China ha identificado a América Latina como un socio comercial interesante y dinámico: con la mayoría de países latinos se lucra del surplus de la balanza comercial y ha encontrado un interesante terreno para invertir, impulsados por la abundancia de recursos, y al mismo tiempo, por la disponibilidad de tierras para desarrollar proyectos agrícolas que servirán en el futuro, para afrontar la escasez de alimentos que azotará el país en unos años.
América Latina sin embargo, aún no ha logrado aprovechar al máximo esta relación. Especialmente a nivel de inversión. Aún son pocas las empresas latinoamericanas con presencia en China y con un desempeño ejemplar. Las pocas que han logrado establecerse, han conseguido incorporarse al mercado chino sólo luego de reestructurar sus estrategias comerciales o mediante la diversificación de sus productos.
Según el estudio Los caminos a China: Las experiencias de las empresas latinoamericanas en el mercado chino, preparado por el Banco Interamericano de Desarrollo, desde el 2006, las empresas de América Latina y el Caribe han invertido en China 858 millones de dólares, lo que representa sólo un 1% del total de las inversiones fuera de la región.
El documento explica detalladamente la situación de las empresas latinoamericanas que han entrado con éxito en el mercado chino, cómo lo han conseguido y cuáles estrategias han debido replantearse. Resalta el caso de Bimbo, que renovó su línea de productos, cuando los consumidores chinos rechazaron su propuesta inicial.
Los caminos a China: Las experiencias de las empresas latinoamericanas en el mercado chino
Como lo han señalado los economistas del BID, es difícil hacer un análisis significativo del futuro económico de América Latina sin incluir a China. El comercio entre las dos economías creció a una tasa promedio anual del 25% desde 2000, alcanzando un valor aproximado de US$236.000 millones en 2011. La participación de China en las exportaciones de casi todos los países de la región es mayor hoy que en 2000 y en varios casos, desmesuradamente mayor.
En los países del Cono Sur, junto con Perú y Venezuela, se ha observado un auge de la exportación a ese país, lo cual ha producido superávits comerciales bilaterales en Brasil, Chile y Perú. No obstante, en México y América Central la importación de manufacturas chinas ha superado en mucho las exportaciones, lo cual se tradujo en un importante déficit comercial frente al socio oriental.
Esta división geográfica es resultado de la composición del comercio de la región con China. El intercambio de materias primas por manufacturas ha sido la pauta dominante del comercio interregional, lo cual ha producido inquietud en América Latina. Incluso en los países sudamericanos ricos en recursos naturales —que han percibido los mayores beneficios— los gobiernos observan con inquietud las consecuencias de una concentración en exceso y el suministro de materias primas en la parte inferior de la cadena de valor.
De hecho, las exportaciones de ALC a China se concentran excesivamente en un reducido número de productos básicos, como el mineral de hierro, el cobre, la soja, el petróleo y la pulpa de papel.
Esta composición de las exportaciones no es característica del comercio de ALC con otros socios comerciales importantes. Por ejemplo, la mayoría de las exportaciones latinoamericanas a Estados Unidos son manufacturas (63%) y los productos agrícolas (22%) ocupan el segundo lugar. Las exportaciones a otros países asiáticos también son más diversas: el porcentaje de manufacturas en las exportaciones a Japón, Corea y los países de la ASEAN es del 16%, comparado con un 8% a China. En total, el 45% de las exportaciones de ALC al resto del mundo son productos manufacturados, tras lo cual se sitúan los productos agrícolas (24%) y mineros (15%), y los combustibles (16%).
Dada la distribución de recursos de producción entre las dos economías —la abundancia de recursos naturales en ALC y la gigantesca fuerza laboral (con salarios relativamente bajos) en China— es posible que el comercio siga centrado en el intercambio de materias primas por manufacturas. El problema es encontrar oportunidades para diversificar la exportación y, sobre todo en ALC, para agregar valor a los productos en este contexto general.
Inversión
La inversión directa ofrece una oportunidad para diversificar y profundizar la relación económica pues permite a las empresas superar las barreras comerciales, reducir los costos de transporte y entender mejor los mercados extranjeros. Dadas las inquietudes sobre la concentración del comercio entre ambas economías y los altos “costos de comercio” (incluidos los aranceles, las barreras no arancelarias y los costos de transporte), la inversión directa puede fortalecer considerablemente la integración económica entre estas economías.
¿Cuál es el panorama desde el punto de vista de la inversión? Se puede afirmar que las empresas de ALC que hacen inversiones directas en China siguen siendo la excepción. En general, la inversión extranjera directa (IED) de ALC ha ido aumentando impulsada por Brasil y, en menor medida, por México. La potencia de los flujos de inversión en el extranjero puede atribuirse en parte al fuerte desempeño de las economías nacionales y a las mejoras en el clima empresarial en muchos países de ALC, lo cual, paradójicamente, ayuda a las empresas a obtener financiamiento y a crear las escalas necesarias para invertir en el exterior.
Sin embargo, a pesar del reciente despegue de los flujos de IED desde ALC, no se han materializado aún inversiones importantes en China. En los últimos cinco años los flujos de IED de países latinoamericanos hacia China no han seguido una trayectoria bien establecida ni han alcanzado montos importantes, constituyendo una fracción de la IED total de la región en el exterior (0,44% durante el período de 2006–2011). Además, estas inversiones provienen principalmente de Brasil, que desde 2006 ha generado el 37% de la IED de la región en China.
Por otra parte, existen discrepancias entre las distintas fuentes de información sobre IED y las cifras de Mofcom son generalmente más bajas que otras cifras oficiales. Según el Banco Central de Brasil, por ejemplo, la IED de Brasil en China ascendió a US$400 millones entre 2009 y 2011, monto muy superior a los US$153 millones declarados por Mofcom para ese período. Sin embargo, incluso si se usan las cifras del Banco Central de Brasil, la inversión en China solo asciende al 0,08% de la inversión extranjera total de las empresas brasileñas durante este período.
Las estrategias aplicadas por las grandes empresas multinacionales de la región también ofrecen evidencias de la orientación geográfica de la IED desde América Latina. Si bien es difícil obtener datos completos de las empresas, los disponibles parecen indicar que las multinacionales de ALC efectúan la mayor parte de sus inversiones externas en la región. Estados Unidos (especialmente en el caso de las empresas mexicanas) y, en menor medida, Europa siguen siendo los principales receptores de la inversión fuera de la región. Según datos provistos por el Centro Vale Columbia, el 60% de las 20 inversiones externas más cuantiosas de empresas con sede en Brasil, México, Argentina y Chile entre 2007 y 2010 se efectuaron en la región. De este grupo de 80 inversiones solo una se hizo en China.
Este breve análisis de la IED de ALC pone de relieve las posibilidades existentes para aumentar las inversiones latinoamericanas en China. Hay que tomar en cuenta, en primer lugar, que esas inversiones parten de una base inicial muy baja. Segundo, que la IED desde la región ha registrado un cierto auge desde 2004 y, aunque la mayoría de los flujos se destinen a países vecinos, las empresas adquieren experiencia y capacidad —para trabajar en distintos entornos normativos, adaptarse a culturas empresariales distintas y comercializar productos para clientes con preferencias diversas— que facilitan su expansión hacia nuevos mercados externos.
En general, las empresas invierten primero en regiones y países vecinos, donde pueden sacar provecho de la proximidad y la afinidad cultural. La expansión hacia mercados distantes generalmente tiene lugar cuando ya se han efectuado operaciones importantes en esos mercados, aunque un nuevo tipo de empresa de internacionalización rápida (tema que se examina más adelante) está poniendo a prueba esta afirmación. En una década o más, las empresas latinoamericanas, si siguen aumentando sus inversiones en la región, deberán estar mejor equipadas para crear vías de inversión en China.
Finalmente, el tamaño y el dinamismo del mercado chino, su ubicación al centro de las cadenas mundiales de producción y el nivel relativamente bajo de costos deberán ofrecer a las empresas multinacionales suficientes incentivos para invertir (este aspecto se considera con más detalle en la siguiente sección). Si bien las oportunidades son considerables, también lo son los obstáculos que afrontan las empresas latinoamericanas que desean penetrar el mercado chino: entre otros, una cultura de negocios distinta, la barrera del idioma, clientes con preferencias diferentes, un complejo entorno normativo y la geografía.
La mejor forma de abordar estas dificultades estará determinada por las características del sector, las prioridades estratégicas de la empresa y sus ventajas competitivas. De hecho, en numerosos estudios económicos se examinan los efectos de estos factores en las inversiones extranjeras de las empresas. En la siguiente sección se presentan varias conclusiones fundamentales de esos estudios que proporcionan un marco conceptual para orientar nuestro análisis de las empresas de ALC en China.