Sinología: El confucianismo en Corea

In by Andrea Pira

En la sinología de esta semana, Alejandra León, pasante en la maestría del área de Estudios Coreanos de la Escuela de Estudios Internacionales y Regionales de la Universidad Nacional de Seúl, analiza la influencia del confucianismo en Corea y cómo este se convirtió en un régimen de vlda social y de la política.
En la actualidad, Corea (en adelante así, pero refiriéndome a la sureña) ha sido calificada como la nación más influenciada por las ideas de Confucio. En la región del este asiático diversas naciones han adoptado el confucianismo en variadas modalidades y épocas. En Corea, especialmente, esta filosofía fue introducida cuando el budismo ya se encontraba en decadencia y se necesitaba una renovación tanto en el sistema de gobierno como en la administración de la justicia. Como resultado, el confucianismo se convirtió en un régimen de vida social y política que llegó a enraizarse hasta tener una evidente presencia en las maneras de socialización de la sociedad coreana de nuestros días. Este trabajo pretende esbozar brevemente el confucianismo, luego de su introducción a Corea en la época de los Tres Reinos (siglo VI), para después describir su adaptación y desarrollo y finalizar con la manera en que este conjunto de valores ha llegado a permear las costumbres y tradiciones de los coreanos en la época actual.

Principios básicos del confucianismo en su origen

Se define al confucianismo como un sistema complejo de enseñanzas morales, sociales y políticas definidas y estudiadas por Confucio (K’ung-fu-tze, 551 a.C.-478 a.C.). Confucio mostró desde su infancia una especial actitud E hacia el estudio. A la edad de 22 años fundó una escuela que pronto adquirió fama debido a sus especiales enseñanzas. Pronto fue promovido como ministro de justicia gracias a su habilidad y servicio. Bajo su sabia administración, el Estado alcanzó un nivel de prosperidad y moral nunca antes visto en China. Finalizó su servicio como ministro por intrigas de sus enemigos y a partir de entonces se dedicó a predicar sus principios viajando por diversas regiones.

Entre los textos que forman la base del confucianismo existen algunos que en tiempos de Confucio ya se veneraban como reliquias sagradas el pasado, y que incluyen ritos y costumbres que él mismo sancionó o aprobó. Los textos confucianos se dividen en dos categorías: Los clásicos y Los libros. Entre estos está el Libro de historia que es una serie trazada de grandes eventos del pasado e inculca la lección de que el Dios-Cielo otorga prosperidad y larga vida solamente a los gobernadores virtuosos que se han preocupado por conservar los bienes de su gente como algo sagrado. Existe otro libro llamado de los cantos, que incluye 305 poemas. El Libro de los cambios es un tratado sobre el arte de la adivinación utilizando de una planta autóctona. Le sigue el Libro de los ritos que está formado por una compilación de una considerable cantidad de documentos en los que se detallan los actos religiosos de ofrenda, funciones de la corte, relaciones sociales y familiares, formas de vestir, etcétera, y que forman las reglas para todo aspecto de la vida común. Asimismo, están incluidos los Analectos, que describen la manera en que se conducía Confucio en la vida diaria y sus sermones sobre la moral.

En cuanto a la doctrina del confucianismo, ésta afirma que existen numerosos espíritus asociados entre sí, tales como las montañas, los ríos, los cielos, el sol, la luna, la tierra y sus frutos, los cuatro puntos cardinales, y que todos están subordinados al Dios-Cielo. Otro fundamento pseudorreligioso para promover la práctica virtuosa es la creencia de que los espíritus de los parientes fallecidos dependen de la conducta de sus parientes en vida para obtener la felicidad.

Varias afirmaciones eran también utilizadas para promover la virtud. Entre otras está la que promueve el estudio y la entrega a la lectura como arma contra la ignorancia y que es –según Confucio– una guía infalible hacia la virtud. Confucio también promovía la amistad con los más “virtuosos” y urgía a sus discípulos a corregirse entre ellos sus propias faltas en forma fraternal.

Las cuatro virtudes nucleares del confucianismo son: la sinceridad, la benevolencia, la piedad filial y la propiedad. En cuanto a las observancias ceremoniales, se pueden mencionar seis en total: la puesta de sombrero (que consiste en otorgarle al hijo varón un sombrero especial que tendrá que llevar en la vida diaria significando que ya se ha convertido en un hombre), el matrimonio, los ritos mortuorios, los sacrificios, las fiestas y las entrevistas. En la mayoría de estos eventos se ofrece comida sobre un altar para honrar a los espíritus invitados.

En cuanto a la política, el confucianismo decreta que el rey, quien gobierne al pueblo, tiene una autoridad absoluta sobre sus plebeyos y ésta es otorgada por derecho divino, tal como el padre gobierna sobre sus hijos. Era el Cielo quien lo designaba para iluminar a su pueblo con leyes sabias y para que los guiara hacia la bondad con su ejemplo y autoridad.

Llegada del confucianismo a Corea y su evolución

Como hemos dicho, el Confucianismo fue introducido a Corea durante la época llamada de los Tres Reinos que abarca desde el siglo I d.C. hasta finales del VII. Dichos reinos eran Koguryo (dominando la parte norte de la península), Shila (con posesión de toda la costa occidental y parte central) y Paekche (al extremo sureste). La nueva corriente cultural venida de China fue aceptada gradualmente, y en ciertos momentos rechazada, por cada uno de los reinos en periodos diferidos, pero al final llegó a dominar toda la península con la unificación de los reinos.

La ideología en cuestión pronto fue llamada “religión de Estado” y tuvo como consecuencia inmediata una racionalización de la estructura y organización de la sociedad con base en una ideología patrilineal. Los lazos consanguíneos formaron la estructura social. Es por esto que los individuos eran clasificados conforme su grupo familiar de ascendencia. Dicho grupo veneraba a un ancestro y llevaba su apellido seguido por el nombre del lugar de origen. Ya que se practicaba la exogamia, el primer hijo de la primera esposa tenía el lugar y la preferencia sobre los demás hijos de la misma mujer y de las demás esposas.

Tal factor era crucial para la persona que pretendiera obtener un lugar en la estructura gubernamental o para crear alianzas matrimoniales. Sin embargo, las hijas sólo obtenían un nombre (formal) cuando contraían matrimonio. Debido a ello, las genealogías fueron convirtiéndose en grandes grupos de descendencia bastante complejos. En muchas ocasiones era imposible incluir a todos los miembros familiares en una sola línea descendente y surgían conflictos entre grupos que después se separaban para formar un nuevo linaje. La prominencia social, política y económica era obtenida solamente a través de un linaje propiamente certificado.

Los aristócratas coreanos (yangban) obtenían su título solamente por herencia, de tal manera que existía un control efectivo de acceso al poder político. Tal herencia determinaba la elegibilidad para los exámenes “públicos” y eran los aristócratas quienes ocupaban los rangos más altos en el gobierno. El criterio entonces era la pertenencia a una línea de descendientes que viniera de un “ancestro distinguido”, y la distinción correspondía a la reputación académica. Los aristócratas también poseían grandes tierras y generalmente disfrutaban del prestigio y la cultura confuciana que les era conferida.

La expresión ritual que manifestaba mejor la pertenencia a un linaje era la reverencia a los ancestros. Dicho evento era llevado a cabo por el grupo descendiente que correspondía a cinco niveles distintos de cercanía sanguínea de un tatarabuelo común, observando ritos funerarios. Dichos ritos se celebraban en un altar donde también se conservaban las tablas ancestrales. Las ceremonias eran temporales y estaba implícito que los primogénitos representantes de cada grupo descendiente de un ancestro se reunieran durante días. Es así como se fueron formando pequeñas aldeas por linajes únicos; usualmente en el centro de estas comunidades se encontraba la “casa mayor” rodeada de otras pequeñas siguiendo el orden de jerarquía familiar. Estas tenían un orden que correspondía a los principios confucianos, de manera que los dormitorios eran divididos y las mujeres y los hombres dormían en partes separadas entre sí por pabellones.

En cada comunidad existía un consejo que era dirigido por el mayor de edad y que decidía cuestiones tales como finanzas, tumbas ancestrales, destitución de miembros del linaje, compilación y enmiendas de los registros genealógicos. Otro tipo de organizaciones también eran creadas para los asuntos de educación, solidaridad y cooperación. La base económica de cada linaje estaba formada por esclavos, territorios, bosques y edificios o casas.

Las clases sociales inferiores a los aristócratas estaban organizadas en dos rangos: los comuneros (quienes estaban obligados a pagar impuestos y ejercer el servicio militar, y quienes alrededor del siglo XVII fueron adquiriendo prominencia económica con el surgimiento del comercio), y la gente de clase baja, a la que pertenecían esclavos, carniceros, peleteros y shamanes. La clase social siempre fue adquirida por nacimiento. La estructura legal y las costumbres sociales impedían cualquier esfuerzo por trasgredir tales barreras.

Es así como fue concebida la sociedad por los coreanos durante siglos, afectando profundamente tanto al status de las clases sociales inferiores como a las mujeres en general, debido al fuerte patriarquismo constantemente reforzado.

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[Crédito foto: Xinhua]

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