Sinología: China-Brasil, industrialización y desindustrialización precoz

In by Andrea Pira

En el intercambio comercial sino-brasileño y sino-latinomericano en general, se evidencia la necesidad de exporta a China productos con valor agregado, bienes de alta calidad y tecnología en detrimento de las materias primas. Algunos expertos temen que la intensificación de las relaciones entre Brasil y China puede producir una desindustrialización brasileña, al concentrarse esta nación en la exportación de simples materias primas, pese a que en Brasil ya se ha desarrollado una alta industria tecnológica en los últimos años.

En la investigación China-Brasil, industrialización y desindustrialización precoz se intenta demostrar que no es la apertura a China lo que está provocando índices de desindustrialización en Brasil, sino que las estrategias adoptadas para implementar la apertura no han sido las más convenientes.

El autor indica que si bien la inserción de China en el mercado latinoamericano representa una gran oportunidad para el avance de la industria, si no se acompaña de una política cambiaria e industrial adecuada, puede desencadenarse un proceso inverso.

Para Brasil, el comercio con China se triplicó entre 2006 y 2010, y sus lazos comerciales se fortalecen cada vez más; sin embargo, el intercambio es asimétrico: China exporta principalmente productos manufacturados a Brasil y este último le vende materias primas.

El alto crecimiento de China impulsa de cierta manera el crecimiento de Brasil; sin embargo, la crisis de la deuda soberana, las amenazas de colapso de la zona euro y del euro como moneda de reserva, debilitan el sistema bancario.

El documento indica que, en este marco, mientras los países asiáticos están experimentando un fuerte proceso de industrialización, otros, particularmente en América Latina, avanzan hacia una “desindustrialización temprana”.

La industrialización y la especialización en aumento en China y en retroceso en Brasil

Los manuales de economía internacional enseñan que la especialización se hace con respecto a los costos comparativos. De la asignación óptima de recursos según su grado de escasez, resultaría una economía laboral de acuerdo con Ricardo y un crecimiento del bienestar según la teoría “pura del comercio internacional”. Esta teoría, conocida como los costos comparativos es incorrecta.

No se trata de asignar recursos de acuerdo con su grado de escasez, sino de cambiar su disponibilidad haciendo uso de su dotación inicial como una palanca para cambiarla.

En concreto, la especialización según la ventaja comparativa permiten crear nuevos recursos y los beneficios de dicha especialización se utilizan para reducir la escasez de mano de obra calificada y de capital. Esto es posible solo si el Estado interviene directa o indirectamente. En general, la ausencia de la intervención no logra modificar la dotación relativa de factores y conduce a una especialización empobrecedora del país.

Los costos absolutos se comparan con los de otras naciones y la competitividad en precios se convierte en el propósito. Se pasa de un enfoque en términos de costos comparativos a otro en términos de costos absolutos comparados, es decir, de la teoría de Ricardo a la de Smith.

La estrategia china: coexistencia de las operaciones de ensamblaje y el desarrollo de cadenas productivas

Corea del Sur y otros países asiáticos empezaron su industrialización “a marchas forzadas” a finales de los años sesenta. En parte, debido a las primeras deslocalizaciones decididas por las empresas de los países avanzados, en algunos segmentos de la producción, que indujeron a la adopción rápida de políticas económicas para aumentar el valor agregado de las exportaciones y alejarse progresivamente de las exportaciones intensivas en mano de obra a productos más sofisticados.

La geografía de la especialización ha cambiado: los países menos adelantados (Tailandia, Vietnam, entre otros) –con salarios más bajos con respecto a los de los “Dragones” (Corea del Sur, Taiwán, Singapur, Hong Kong)–, han retomado la primera especialización de los dragones y estos últimos se han orientado hacia las exportaciones de productos con mayor contenido tecnológico –de forma paralela con el aumento de sus salarios.

El proceso no es exactamente el mismo en China. El tamaño del país y la dimensión de su mercado interno, explican las peculiaridades de la estrategia china. Con pocas excepciones, China produce productos similares a los de los países avanzados desde 2005 y su estructura de exportaciones es similar a la de estos últimos (Wang y Wei, 2008; Edwards y Lawrance, 2010).

Sin embargo, gran parte de los productos exportados proceden de plantas de ensamblaje, especialmente las de empresas multinacionales en la industria electrónica.

En este contexto, es posible comparar este tipo de exportaciones con las provenientes de “maquiladoras” mexicanas; sin embargo, tal paralelo es reduccionista.

China adoptó una estrategia original de industrialización que no es ni la de México, ni la de Corea. Pero al igual que en el primer caso, se basa en las actividades de montaje, y como en segundo, pretende incrementar el valor agregado en las industrias destinadas al mercado interno y progresivamente a los mercados de exportación.

China parece aprovechar al máximo su ventaja “natural”, es decir, su reservorio de mano de obra. La migración del campo a las ciudades provee contingentes de trabajadores. La mayoría de esta fuerza de trabajo se convierte en “inmigrantes indocumentados” en su propio país, y sus derechos en casi inexistentes; sin embargo, este proceso parece estar agotándose (Bruni y Tabacchi, 2011).

Desde 2010 se aprecia un aumento significativo de los salarios, al igual que un aumento de los precios de los alimentos y una tendencia a legalizar la migración interna. El mayor costo de la mano de obra parece trazar un límite al modelo exportador chino y transformarlo.

Empresas, con mucho trabajo y poco capital, se están trasladando a la China occidental y a otros países asiáticos, donde los salarios son más bajos, como ocurrió en los años ochenta cuando la producción se desplazó de los Dragones a los Tigres –lo cuales tenían salarios más bajos.

En 2007, la descomposición de las exportaciones por tipo, muestra que solamente el 11% de la producción industrial corresponde a actividades de exportación distintas al ensamblaje y el 12% de las exportaciones son productos de montaje.

Como se mencionó, una proporción significativa de las exportaciones proviene de las empresas multinacionales (especialmente en el sector de la electrónica).

Por su parte, muchas empresas nacionales están vinculadas por contratos con empresas de países avanzados “donantes de orden” (especialmente en la industria textil, de ropa y juguetes).

De acuerdo con Wang y Wei (2008), en 2006, el 39,5% de las exportaciones chinas correspondían a actividades de las empresas extranjeras, el 18,7% de firmas con acuerdos joint-venture, 19,7% de compañías estatales, el 4,2% de las empresas colectivas y el restante 17,8% de las empresas privadas (Eichengreen, Gupta y Kumar, 2010).

Aproximadamente, la mitad de las exportaciones correspondió a actividades de montaje y la otra mitad a iniciativas que pretendían un valor agregado más alto.

Fuera de las restricciones legales, las empresas multinacionales están poniendo en práctica estrategias de exportación distintas a aquellas de las empresas chinas, en términos de valor agregado local. Más del 75% de las exportaciones de las empresas multinacionales están formadas por actividades de ensamblaje.

Por el contrario, una quinta parte de las exportaciones de las empresas chinas se produce en las plantas de ensamblaje. De acuerdo con Wang Zhi Shang y Jin-Wei, una parte importante de las exportaciones no proviene de “zonas de concentración”.

En 2005, más del 40% de las exportaciones se producen fuera de “zonas especiales” donde se concentran las actividades de montaje. Por último, las empresas multinacionales no sólo son “firmas talleres”, son también compañías “de relevo”.

Muchas de ellas orientan sus ventas al mercado interno y sólo pueden hacerlo mediante acuerdos joint-venture, cesión de patentes o acuerdos para poder exportar en el futuro, productos con valor agregado local más alto.

A excepción de algunas industrias como la electrónica, es difícil medir con exactitud el grado de integración de los productos fabricados en China y evaluar con precisión la estrategia de ascenso en la cadena de producción, que se implementa desde hace muchos años.

La comparación de la tasa de crecimiento de las importaciones y exportaciones, rama por rama, no permite por sí misma inferir la presencia de una creciente integración de las líneas de producción o la búsqueda de la industrialización a partir de las actividades de ensamblaje.

Se puede observar, sin embargo, que, entre 1997 y 2007, la tasa de crecimiento de las importaciones destinadas al mercado interno es superior a las orientadas a plantas de ensamblaje para la exportación. Desde el año 2006, el valor de las primeras es mayor que de las segundas.

Las importaciones de bienes intermedios no son exclusivamente para la elaboración de los productos exportados.

También se utilizan en la fabricación de productos para el mercado interno, incluido el sector de informático (Li y Syed, 2007; Mesquita, 2006). De acuerdo con Li y Syed (2007), la proporción de insumos locales tiende a aumentar en el valor de las exportaciones en varios sectores.

Se evidencia entonces un doble proceso: por un lado, las exportaciones de productos de alta tecnología se basan en productos ensamblados por empresas multinacionales; por otro, las empresas nacionales y multinacionales, que producen para exterior, el mercado interno o ambos, son presionadas para aumentar el valor agregado local. Los dos procesos no son independientes.

El primero sirve para facilitar la expansión del segundo, al proporcionar divisas que permiten el aumento de la importación de productos sofisticados para las ramas con mayor valor agregado. Igualmente, las empresas están sujetas a presiones y nuevas regulaciones para hacer un mayor uso de los insumos locales.

La estrategia brasileña: ¿un paso hacia atrás?

El aumento de las actividades industriales en productos cada vez más sofisticados en China es real, pero no lo es en Brasil –con la excepción de unas pocas ramas.

En concreto, más allá de la disminución relativa del peso de la industria, se observa que el crecimiento de las ramas de media-alta intensidad tecnológica es mucho más rápido que el de baja tecnología en los últimos años, pero que el saldo de la balanza comercial de los primeros es negativo, mientras que el de productos de ramas de baja tecnología es positivo.

Brasil no logra transformar suficientemente su base industrial en comparación con otros países. El país producía anteriormente productos con alto contenido tecnológico, pero es cada vez más dependiente de las importaciones de dichos productos y exporta sobretodo productos con bajo contenido tecnológico.

La contribución al crecimiento de la producción de la industria de transformación de tecnología media-alta y media-baja es más importante que la de alta tecnología.

En términos generales, la balanza comercial de productos industriales es deficitaria desde 2006 y entre mayor es la sofisticación del producto, más desequilibrados son los intercambios.

Sólo productos de baja tecnología tienen un saldo neto positivo en la balanza comercial. Estos desarrollos son ominosos y reflejan la inserción de Brasil en el mercado internacional de productos industriales de forma cada vez menos positiva.

La evolución de la estructura de las exportaciones brasileñas es la opuesta a la de China: los productos primarios (agricultura y minería) son cada vez más importante, mientras que en China más del 90% de las exportaciones son de origen industrial.

Se puede considerar que Brasil se (re)primariza, pero con una diferencia importante con respecto a su especialización anterior: la explotación de materias primas se realiza a partir de procesos muy sofisticados y con innovación tecnológica, especialmente en lo que concierne a la explotación de petróleo y gas.

En general, la penetración de los mercados extranjeros se inicia con productos simples, cuya elasticidad de la demanda con respecto a los precios es alta.

Sin embargo, la inserción internacional sólo puede ser positiva y sostenible si la especialización es llevada a cabo en productos más sofisticados, de alto contenido tecnológico.

Los bienes con alta elasticidad de la demanda con respecto al precio y a los ingresos son los que conocen la evolución de la demanda global más sostenida.

Brasil perdió participación de mercado para los productos con alto contenido tecnológico. Paradójicamente, la calidad de las exportaciones supera la de los productos chinos. La competitividad de China se basa principalmente en su capacidad para vender a precios más bajos. Las diferencias de precios están relacionadas con las diferencias de calidad.

Los productos brasileños son generalmente de mejor calidad, especialmente aquellos que requieren más investigación y desarrollo. Sin embargo, la calidad tiende a decrecer en Brasil, mientras crece ligeramente en China.

La apertura es industrializante en China, pero este no ha sido el caso de Brasil. La calidad del producto es baja en China y la competitividad reposa principalmente en los precios de los productos, incluyendo los intensivos en investigación y desarrollo.

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* Pierre Salama es Doctor en Economía, se desempeña como profesor Emérito de la Universidad de París.

El texto se publicó en la revista Cuadernos de economía de la Universidad Nacional de Colombia, en 2012.


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